martes. 23.04.2024

La Junta Electoral y la ofensiva ultra

Junta Electoral Central

No tengo nada claro que la investidura de Pedro Sánchez esté garantizada. Aunque todo apunta en ese sentido, la decisión fuera de lugar de la Junta Electoral Central, el hábitat diseminado que da forma al Congreso, la volubilidad de Esquerra y las amenazas nada veladas de la ultraderecha pueden dar al traste con un proyecto tan necesario como vital para España y, sobre todo, para quienes habitamos aquí. Sin ningún género de dudas, el discurso presentado por el candidato Sánchez recoge una parte considerable de las aspiraciones democráticas de un sector grande del electorado, aspiraciones que durante los últimos años han sido pisoteadas y escarnecidas dentro de la estrategia reduccionista liderada por Mariano Rajoy y muchas veces auspiciada desde los órganos centrales de la Unión Europea, que sigue teniendo al libro gordo de Milton Friedman como único manual de trabajo. 

España necesita acabar con todos los restos del franquismo tanto visibles como invisibles, acabar con los privilegios derivados de ese régimen criminal y esencialmente corrupto, dotar de medios a la Sanidad y la Educación pública, hacer efectivas las ayudas a los dependientes, revisar la forma en que se financian las pensiones para hacerlas viables por muchos años, conciliar mediante el diálogo las distintas personalidades que conforman el Estado, sancionar con dureza a quienes promueven el machismo, el racismo, la xenofobia y la explotación, y, de una vez por todas, romper la dinámica que lleva a una sociedad bipolar con ricos cada vez más ricos y más insolidarios y pobres más numerosos y excluidos. No queda más tiempo, llevamos muchos años de laissez faire, de mirar hacia otro lado, de esperar a que los desequilibrios cada vez más grandes que acucian a la sociedad española sean resueltos por la Mano Inivisible que dirige los mercados o por la Santísima Trinidad, que es también muy dada a intervenir en la política económica y en el aminoramiento de las injusticias.

El programa de Gobierno propuesto por Pedro Sánchez es vista como una amenaza por las clases que heredaron el poder del franquismo. A ellas la patria les da exactamente igual, pero que les toquen el dinero y los privilegios que creen consustanciales a sus apellidos, no. La decisión de la Junta Electoral Central, sólo por el día elegido para hacerla pública sin entrar en otros aspectos, es una clara muestra de lo que veremos en los días y meses siguientes a la investidura en caso de salir adelante. Todas las instituciones que no han sido democratizadas del todo, que continúan teniendo un sesgo muy conservador por decirlo de una manera suave, van a mostrar de un modo u otro que no están conformes con el nuevo gobierno y que están dispuestas a impedir que el programa expuesto por Sánchez culmine con éxito, a lo que sin duda contribuirán con entusiasmo los especialista en el bulo y la mentira.

Hace unos años los ultras andaluces llevaron a cabo una campaña de recogida de firmas e intoxicación contra el impuesto de sucesiones, un impuesto que es justo siempre que deje una porción de le herencia exenta y sea proporcional y progresivo, como todos los impuestos. Pues bien, pese a que ese impuesto no lo pagan la mayoría de los andaluces que heredan algo porque la cantidad debía superar el millón de euros, la campaña contó con la firma de cientos de miles de personas que de ese modo votaron a favor de que los más ricos no pagasen el impuesto. Igual ha ocurrido en otras partes del país con los bulos, los infundios y las informaciones tóxicas con las que cada día se bombardea a la población objeto de los mismos, bien sea mediante lemas como España nos roba, bien con el agua para todos de Murcia o con la gandulería crónica de los habitantes del Sur como causa de su pobreza.

El bulo y mentira van a ser instrumentos usados hasta la extenuación en los próximos meses gracias al campo infinito que para su difusión han abierto las redes sociales. Las mentiras convertidas en verdades irrefutables y las verdades en mentiras obscenas van a marcar el rumbo de los acontecimientos de cara a crear un clima irrespirable que haga imposible la labor de un gobierno que necesita forzosamente apoyos de las minorías. En política actuar condicionado por twitter o facebook -no se olvide que son empresas privadas gigantescas al servicio de un poder extranjero- es una modalidad terrible que se está imponiendo para sustituir al diálogo que lleva al progreso de todos. Va a resultar en extremo tentador para la ultraderecha y compinches recurrir al fango, al ventilador de mierda y peligros inminentes, pero también para quienes creen que cuanto peor es mejor para sus intereses particulares. Caer en ese juego sería más que una aberración, un suicidio, una forma de hacer política que tendría como resultados justamente los opuestos a los pretendidos. Nadie se olvide de lo que ha sido capaz de hacer, es decir, de destruir, la derecha ultramontana española a lo largo de la historia. 

De salir elegido Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno para llevar a cabo el programa que ha explicado hoy en el Congreso de los Diputados, es obligación de todos los demócratas estar alerta ante las campañas catastróficas que los carcas intentarán inocular en la población, también de apoyar unas propuestas que impedirán que este país se rompa en mil pedazos de la mano de la desigualdad creciente y de la incapacidad para dialogar entre hermanos. Veremos muchas más resoluciones como la de la Junta Electoral Central.

La Junta Electoral y la ofensiva ultra