jueves. 25.04.2024

¿Agoniza el régimen?

indigados

La irresponsabilidad de las partes implicadas en este conflicto ha sido y es de tal envergadura que produce vértigo, dolorosísimo vértigo atisbar donde nos podemos encontrar dentro de una semana, de un mes o de tres meses

Los dirigentes independentistas han manejado muy bien la propaganda de cara al exterior, presentándose ante la comunidad internacional como los representantes de un país secular agredido por un gobierno, heredero del régimen franquista, con querencia a la violencia y escasa predisposición al diálogo. Sin embargo, han cometido errores de bulto, uno de ellos es pensar que la Europa del siglo XXI es un ente más avanzado democráticamente que la del siglo XX cuando no es así, cuando buena parte de los países europeos están inmersos en un proceso de retroceso en el que podría pasar que la izquierda desapareciese o quedase como algo residual, algo similar a lo que está ocurriendo en Catalunya, donde las fuerzas de izquierda, las reivindicaciones de la izquierda no importan absolutamente nada, dando a la revuelta un carácter meramente identitario similar, aunque con diferencias, a los que muestran los resultados de las elecciones en Francia, Alemania, Austria, Dinamarca u Holanda: Nosotros somos nosotros y los demás son extranjeros que vienen a joder nuestras costumbres y nuestro modo de vida, por tanto somos incompatibles con ellos. Otro error, es no haber contado, al ser un movimiento identitario, con otras fuerzas políticas del resto del país, dando a entender que quienes desde fuera de Catalunya pensamos que Rajoy y su partido son los principales responsables de lo que está sucediendo en ese territorio, de la situación límite por la que pasa la Seguridad Social, de la corrupción y del empobrecimiento general del país, no contásemos para nada dada nuestra incapacidad para movilizarnos y los contagios que podríamos inyectar a la pureza del movimiento. Y no es que en el resto de España no exista irritación contra el Gobierno autoritario presidido por Rajoy – pueden ver lo que sucede estos días en Murcia contra la construcción por pelotas de un muro de Berlín que divide a la ciudad en dos, o los gritos de Galicia contra los que rigen su política de desforestación-, es que lo que está ocurriendo en Catalunya, por su propia etiología nacionalista, despierta muy poca emoción y menos empatía, ya que, al fin y al cabo, sólo transmite el deseo de una parte de los catalanes de ser ellos mismos, quitándose el lastre que somos todos los demás: No es un movimiento que vaya contra Rajoy y su partido, ni mucho menos, Rajoy es un aliado, un portentoso creador de independentistas, pero que dadas las características insolidarias del movimiento catalán volverá a ser nuevo presidente del Gobierno del Estado Autoritario por venir. Es lo que sucede cuando se impone el pensamiento mágico –que tanto daño hizo a la Europa del siglo XX y hará a la del XXI- y la política se convierte en un cuadrilátero donde sólo vale pegar más fuerte bandera en mano. No se puede olvidar que los cuatro principales combatientes en esta batalla –Mariano, Soraya, Carles y Oriol- son profundamente católicos y, por ello, defensores de la Santísima Trinidad, la resurrección de los muertos, la transustanciación de la carne y la revelación.

No vamos a decir que también Mariano Rajoy ha cometido errores, porque lo que no encontramos es que haya acertado en nada. Está claro que quienes no han sido capaces de condenar al franquismo en ninguna de las ocasiones en que tal cosa se ha propuesto en el Congreso de los Diputados, tienen una clara simpatía por ese régimen que cubrió España de sangre, dolor y miseria durante cuatro décadas. Claro, si no ves aquel régimen como algo repugnante y, por tanto, condenable, es porque aprecias muchas de sus cosas, entre otras el ordeno y mando o el “yo soy la Ley”. Empero, el mayor de los errores de Rajoy es creerse –como también le pasa a Puigdemont- que tiene una misión histórica que le trasciende a él, es decir, como buen católico, piensa que Dios está de su lado, lo que en democracia es como decir que estás solo, aunque te acompañe la fuerza y el resurgir del españolismo más castizo y reaccionario.

Ante esta situación, cuando el debate se hace hablando con la pared y lanzando mensajes a tus huestes sin importarte lo más mínimo lo que piensa el contrario, al que hay que tratar como hereje, la situación parece clara. Antes de aplicar el artículo 155 de la Constitución, que está sin definir y que puede ser interpretado de momento como quiera el ejecutor, y de lanzar a la gente a las calles, con el riesgo terrible de que corra la sangre por las calles, unos gobernantes sensatos se habrían sentado a negociar hasta llegar a un acuerdo. Eso parece que no va a ocurrir porque ambos creen –como dijimos antes- en la Revelación. Por consiguiente, volvemos, aunque la historia no se repita, al periodo el primer tercio del siglo XX en el que la Restauración Borbónica comenzó a morir. En 1917, el régimen de Alfonso XIII comenzó a hacer agua por todos lados, una parte importante de la población no tenía cabida dentro de él y se lanzó a protagonizar la primera huelga general de nuestra historia. La huelga de La Canadiense de 1919 y el Desastre de Annual de 1921, llevaron al monarca a una solución de fuerza que protagonizó el Capitán General de Catalunya Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, montando una dictadura que en siete años llevó a España a proclamar la II República, con clarísima implicación de la mayor parte de las fuerzas políticas catalanas. Luego ya sabemos lo que hicieron los hombres de la antigüedad con la República.

La irresponsabilidad de las partes implicadas en este conflicto ha sido y es de tal envergadura que produce vértigo, dolorosísimo vértigo atisbar donde nos podemos encontrar dentro de una semana, de un mes o de tres meses. Están jugando con la vida de miles de personas y al haber directamente a la monarquía en el conflicto, han señalado también cual es el camino que le espera a la dinastía y a muchos de los españoles que creemos que España es una nación de naciones en la que todos podemos convivir en paz, progreso y libertad. En España trece millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza, mientras que las grandes fortunas, de Catalunya y del resto del Estado, tributan al 1%; en España, el Gobierno se ha fundido la hucha de las pensiones sin arbitrar remedio para que sigan existiendo; en España se prestaron miles de millones a la banca que se dan por perdidos como si fuésemos el país más rico del mundo; en España existe una corrupción sistémica y la mayoría de los corruptos viven a cuerpo de rey en sus casas; en España, los ríos y embalses se están quedando sin agua sin que nadie haga nada para solventar un problema tan absolutamente vital como ese; en España no dimiten los ministros reprobados por el Congreso; en España, el Estado sigue manteniendo el mayor monumento fúnebre al fascismo mientras miles de cadáveres continúan desaparecidos en cunetas y tapias de cementerio; en España se siguen haciendo obras multimillonarias que no hacen falta para llevarse un mordisco, mientras miles de chavales estudian en barracones de hierro. ¿Quién habla de eso en Catalunya, quién en España? Entre tanto, el régimen agoniza y quienes mandan están dispuestos a todo por su bandera. Esto es de locos.

¿Agoniza el régimen?