sábado. 20.04.2024

Va a ser que no

Si hacemos caso al Fondo Monetario Internacional, los ricos van a vivir como nunca en este país. Los demás, ya se sabe. 

El FMI celebra en su informe anual sobre España la recuperación de la economía, y ha vaticinado un crecimiento importante (3,1%) para este año, y también para el siguiente (2,5%). Eso sí, recomienda algunas medidas complementarias de menor calibre para consolidar la recuperación. Mamandurrias: aumento de los impuestos, recorte del gasto social, abaratamiento de los despidos, copago en la sanidad y la educación.

Chuli. Si hacemos caso al FMI, los ricos van a vivir como nunca en este país. Los demás, ya se sabe. Para hacer una tortilla siempre es necesario cascar antes los huevos.

Uno se pregunta qué estadísticas manejan los analistas del FMI, y con qué conciencia trabajan, cuando señalan por ejemplo que «los bancos están en mejor estado y eso puede ayudar a una recuperación del crédito.» La clave de la frase está en ese “puede ayudar”, que no compromete a nada. Los analistas tienen que saber por fuerza que la situación de la banca ha mejorado en los dos últimos años, pero el crédito se ha seguido restringiendo.

O bien, esa alabanza de la «mayor flexibilidad salarial, que ha permitido rebajas de sueldos desde la reforma laboral.» En efecto ha habido rebajas de sueldos y han sido generalizadas, tanto en empresas con pérdidas como en empresas con beneficios, en sectores marginales y en sectores punta de alto valor añadido. ¿Saben los analistas del FMI lo que está ocurriendo con Movistar? Hablan de “flexibilidad”, pero los salarios han sido empujados en todas partes hacia abajo y las condiciones de trabajo se han endurecido de forma sustancial. No ha habido subidas compensatorias, no ha habido mejoras en ningún sector. Ahora los sindicatos han firmado un acuerdo con la patronal para favorecer incrementos del 1% este año y 1,5% el siguiente. Juan Rosell se refiere a ese pacto como si fuera un dolor de muelas, pero retrocedamos más arriba en este mismo post: las previsiones dicen que la economía subirá el 3,1% y el 2,5% en los dos años concertados. ¿Dónde está entonces la “concesión” de los empresarios, de quién es el sacrificio real?

«España ha continuado reduciendo su déficit fiscal según se iba recuperando su economía, pero el nivel de deuda pública es muy alto y sigue aumentando», recuerda el Fondo. Es cierto. La reducción del déficit fiscal del Estado ha ido paralela a su endeudamiento, que ahora roza valores del 100% del PIB. No ha habido una mayor austeridad en el gasto del Estado (sí, en cambio, en el de las familias), sino un trasvase de cuentas tanto en dirección a la deuda pública como en lo que se refiere a autonomías y municipios, a los que se ha constreñido a gastar menos en las competencias que habían sido objeto de traspaso.

La solución que encuentra el FMI a ese alto endeudamiento es generar nuevos recursos por medio del aumento de los impuestos especiales y medioambientales, y de la extensión del copago en materias tales como la sanidad y la educación. De acuerdo con este guión la ciudadanía pagará tres veces por la recuperación económica: primero, recibirá menos salario por más trabajo; segundo, habrá de pagar más por los servicios sociales básicos que se le dispensen; y tercero, verá aumentada la carga tributaria que pesa sobre sus rentas. Ni una palabra de los analistas del FMI en relación con la tributación de las grandes fortunas, con los bajos tipos del impuesto de sociedades, con la evasión de capitales a paraísos fiscales o con la extensión que han alcanzado los mecanismos de fraude al fisco, asesorados en algunos casos desde dentro de las mismas instancias recaudatorias.

Esto va a ser Jauja.

Por fortuna, los expertos del FMI han tenido la gentileza de dejarnos una puerta abierta, una vía de escape, en sus pronósticos. En su informe deslizan la advertencia de que «una reversión de las reformas pasadas podría frenar la recuperación». Es un alivio saber que existe un modo de frenar la catarata de bendiciones que se nos desploma encima. Cuando desde la cúpula del gobierno del PP se nos conmine a seguir por la senda de los brotes verdes, tenemos claro lo que hay que contestar: Va a ser que no, señor Rajoy.

Va a ser que no