jueves. 28.03.2024

Rotación en el empleo

La cuadratura de los presupuestos generales del estado se ha realizado mediante un vistoso artificio de quita y pon

2016 ha sido un año magnífico sobre el papel para la economía española. Se crearon más de cien mil empresas, por primera vez en la historia del país, y se cerró el ejercicio sin rebasar el déficit previsto, por primera vez en la historia del presente gobierno. He dicho antes “sobre el papel”. Conviene retener el matiz, porque vistos de esa manera los datos ofrecen disparidades sorprendentes con lo que se manifiesta en la prosa cotidiana.

Crear una empresa es en muchos casos un expediente sugerido desde una asesoría de negocios para reconvertir los tipos impositivos previstos para las personas físicas en los que rigen en el impuesto de sociedades, mucho más benévolos. Ocurre así porque en política fiscal se parte de la suposición de que el objeto de las empresas es dar empleo a personas, pero nadie pondría la mano en el fuego porque tal suposición se cumpla ni siquiera en el 50% de los casos.

De otro lado, la cuadratura de los presupuestos generales del estado se ha realizado mediante un vistoso artificio de quita y pon. La recaudación fiscal creció de forma repentina un 8% en el mes de enero, y un 5,8% en febrero, lo estrictamente justo para contener el déficit en los términos exigidos por Bruselas: 4,33%. Detrás de ese incremento, sin embargo, se detecta alguna “anomalía”, según reconoce el propio ministerio de Hacienda. La anomalía parece consistir (cito a Santiago Carcar en “bez”) en que dos empresas, dos grandes bancos, han cotizado a Hacienda de más, considerablemente de más, por “error”; en un caso en las retenciones del capital mobiliario, en el otro en el IVA. El montante de lo cotizado “erróneamente”, cerca de 1.500 millones de euros, ha cuadrado el déficit pero será devuelto, una vez se haya comprobado el “error”, a las empresas. O, más bien, se rectificarán los asientos contables, porque el dinero físico, el cash, no se ha movido en ningún momento de su lugar en las cajas acorazadas de las entidades. El déficit ascenderá entonces a lo que ascienda, pero desde Bruselas ya no darán más la lata hasta ver lo que ocurre con el cierre del siguiente ejercicio.  

En ambos asuntos ha habido una dosis considerable de “posverdad”. No estamos entonces en un crecimiento económico de verdad, sino de posverdad. Se demuestra con números que la economía ha crecido, pero se disimula “cómo” y en qué parámetros precisos ha crecido la economía. Se sigue sosteniendo como si fuera una verdad absoluta que, con el aumento del pastel, también los peor situados acabarán por recibir las migajas que caen de la mesa del banquete. Pero no va a ser así necesariamente; hay muchos expertos en absorber todas las migajas esparcidas en el mantel, sin dejar que caiga al suelo siquiera una.

Veamos otro caso. Según las estadísticas facilitadas por el Sepe (Servicio Público Estatal de Empleo), se han formalizado en 2016 un total de 19.978.954 contratos de trabajo, aunque solo se ha contratado a 7.053.023 personas. Eso quiere decir que la rotación en el empleo se ha situado en un 2,83. A cada trabajador realmente empleado le han correspondido 2,83 contratos en este año. En 2015 fueron 2,75; en 2012, 2,38. La anomalía no se corrige, sino que se incrementa.

Un 27,9% de esos siete millones de nuevos empleados suscribieron a lo largo del año pasado tres o más contratos de trabajo; un 2% de ellos (141.248 personas) llegaron a suscribir la cifra desoladora de quince contratos o más; uno cada veintipocos días. No crece la economía entonces, sino su impulso rotatorio. El bucle. La locomotora real del empleo es la velocidad con la que se hacen y se deshacen los contratos. Los números hablan de una prosperidad creciente; la realidad, de un deterioro de las condiciones de empleo. Tanto en el caso de los nuevos empleados, como en el de los que han conservado su puesto durante la crisis, pero han visto menguar su poder adquisitivo, incrementarse la jornada, disminuir los descansos, aumentar los ritmos. Puntualizando, Borja Suárez, profesor de Derecho del Trabajo en la UAM, señala que las dos palancas que han impulsado la “recuperación” económica han sido el uso fraudulento generalizado de la contratación temporal, y la utilización abusiva del despido.

No parece deducirse de todo ello que nos espere un gran porvenir, pero el ministro Montoro es un crack en las operaciones de maquillaje y efectos especiales. Seremos el La La Land del mundo.

Rotación en el empleo