sábado. 27.04.2024

Redoble de tambores

Se escenifican estas elecciones catalanas como un choque de trenes. A efectos de política espectáculo, el escenario es el mismo.

Es incierto, contra lo que titula El País, que la intervención policial en la sede de Convergència Democràtica de Catalunya haya fracturado la lista unitaria de Junts pel Sí. No se ha fracturado ni la lista, ni ninguna otra cosa. De hecho se esperaba la interferencia judicial en la contienda electoral; era una posibilidad que entraba en los cálculos de todos los acimuts de la política catalana, y en particular en los del astuto Mas.

Se escenifican estas elecciones catalanas como un choque de trenes. Para el caso, tanto da que se trate de un choque frontal, como habíamos visualizado la mayoría, o de un alcance por detrás, que es lo que ahora mismo pretenden servirnos. A efectos de política espectáculo, el escenario es el mismo. Ahora Usain Mas vuela por la pista perseguido muy de cerca por Justin Fernández Díaz. El suspense se centra en saber cuál de los dos llegará primero a una línea de meta que cada vez resulta más abstracta, más cargada de simbolismos huecos, más alejada de los quehaceres sencillos y prosaicos de la política sin adjetivos.

Es de nuevo, una vez más, hasta la saciedad estomagante, el espectáculo de Cataluña a un lado y el Estado al otro, solos los dos contendientes en el ring elegido por ambos. Se trata de saber si el PP de Mariano Rajoy torcerá el brazo del independentismo, o si Artur Mas, nuevo Houdini, logrará zafarse otra vez de los nudos que lo aprisionan. Puro espectáculo. Redoble de tambores. Espectadores que retienen el aliento. Se cruzan las apuestas, y se olvidan los problemas y los apuros de la Cataluña real, la que ayer evocaba Quim González en un artículo memorable. Y es que los protagonistas pretendidos del duelo están empujando a dúo esos problemas reales, acuciantes, lejos del semicírculo del escenario iluminado por las candilejas.

Seguirán adelante las pesquisas policiales, como corresponde en la persecución legal de un delito tipificado, y seguirá también intacta la lista de Mas, porque es una lista tejida con la materia de que se fabrican los sueños. Cuesta mucho que nuestras autoridades políticas y nuestros medios de comunicación entiendan que los problemas de Cataluña no son los de Jordi Pujol y familia, los de Sumarroca y los de Osácar. Y cuesta otro tanto que las fuerzas vivas de esta pequeña nación entendamos que los culpables de la situación que estamos padeciendo no se encuentran ni exclusiva ni mayoritariamente en unas instituciones “opresoras y malignas”; sino que las responsabilidades están mucho más extendidas y repartidas.

El resultado de las elecciones del 27S puede poner las cosas en su sitio. También puede que no. Parafraseando las palabras de Pep Guardiola, que ayer intervino en el mitin de JpS por videoconferencia, si los problemas reales de Cataluña «no pasan esta vez, pasarán la siguiente». Y entonces se apagará por fin este funesto redoble de tambores.

Redoble de tambores