viernes. 29.03.2024

No gustan las caras nuevas

Lo ha dicho el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Junker: «No nos gustan mucho las caras nuevas.» Se refería muy en concreto a la cara de Alexis Tsipras...

jucnek

La advertencia se parece como dos gotas de agua a aquella declaración del sheriff con la que comenzaba de forma casi invariable la peli del oeste de los cines de sesión doble de mi infancia: «En este valle no son bienvenidos los forasteros»

Lo ha dicho el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Junker: «No nos gustan mucho las caras nuevas.» Se refería muy en concreto a la cara de Alexis Tsipras, el líder griego de Syriza. Y no ha sido un comentario personal, sino institucional. La advertencia se parece como dos gotas de agua a aquella declaración del sheriff con la que comenzaba de forma casi invariable la peli del oeste de los cines de sesión doble de mi infancia: «En este valle no son bienvenidos los forasteros». Una forma no tan indirecta de avisar al forastero de que tendrá problemas – en la forma de una ensalada de tiros, y no tiros al aire sino al bulto, a matar – a menos que cambie rápidamente de aires.

La Unión Europea se ha convertido en un sucedáneo de serie B (también posiblemente de caja B) del legendario OK Corral. Esto no ocurría hace algunos años. En teoría, todos éramos bienvenidos. ¿Caras nuevas? ¡Adelante, los amigos de mis amigos son también amigos míos! El objetivo era crear una gran comunidad de coleguis, limar asperezas de entrada, que todo el mundo y los recién llegados en particular se encontraran a gusto.

El panorama ha cambiado.

He dicho al principio que el comentario de Juncker no ha sido a título personal, sino institucional. No ha ido acompañado de una palmada en el hombro de Andonis Samarás, pero casi. Samarás dedicó anoche buena parte de su discurso electoral a atacar el «plan secreto» de Tsipras consistente en abandonar el euro y dar la espalda a Europa. El aludido lo estaba desmintiendo con rotundidad el mismo día y a la misma hora en un acto multitudinario en Neo Fáliro, en la aglomeración de Atenas.

El desmentido de Tsipras es lo de menos. Juncker, Samarás y Merkel (esta última, off the record) parten de la misma idea: Syriza quiere romper con Europa y, en consecuencia, quiere romper Europa. Y aparece en sus palabras una amenaza velada dirigida a Grecia en primer lugar, pero que se extiende también a otros escenarios que esperan turno. El mensaje: esto es lo que hay, y lo que os espera es más de lo mismo.
No se ofrece la cara amable de la comunidad, sino la cara de perro. No el rostro humano del capitalismo, sino el rostro de piedra de la Gorgona al servicio de unas élites «con un poder político enormemente desproporcionado» según el Nobel de Economía Paul Krugman,dirigiéndose a las masas sumidas en el «valle de la desesperación», el valle donde todos los habitantes son forasteros indeseados.

Juncker, Samarás y Merkel (esta última, off the record) parten de la misma idea: Syriza quiere romper con Europa y, en consecuencia, quiere romper Europa

El análisis de la cancillera alemana Ángela Merkel y de su ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, que ambos han eludido confirmar de forma oficial, parte de la idea de que la UE es hoy capaz de sobrevivir sin Grecia. Se insiste en que será Grecia la que opte por separarse de la UE, y no a la inversa, en el caso de que el nuevo gobierno no cumpla estrictamente los compromisos adquiridos. Compromisos, no hace falta subrayarlo, imposibles de cumplir hoy por hoy para el país, y más imposibles aún si se asumen nuevas “reformas” que depauperarán aún más su economía.

Este análisis alemán ha sido filtrado por Der Spiegel, y lo recoge El País. Es un magnífico ejemplo de intimidación desde los medios, que debería ser analizado con detenimiento en las escuelas de periodismo como muestra de “demagogia científica”. Y no se trata de una advertencia localizada, sino de orden más general. Transcribo la conclusión del artículo de E. Müller en El País:

«El Gobierno alemán, que considera una salida de Grecia casi como inevitable si el partido de izquierda Syriza gana las elecciones, también llega a la conclusión de que ya no puede seguir cediendo a las presiones de Grecia, ante el peligro de que nuevas concesiones alienten a países como Francia e Italia a dejar de lado sus reformas y le den más argumentos al Frente Nacional de Francia, al movimiento Cinco Estrellas que lidera Beppe Grillo en Italia o a Podemos en España.»

Atiendan al lenguaje: «¡Presiones de Grecia!» «¡Concesiones que alienten!»Ya no se trata de democracia, sino de dejar claro quién manda. En mi cole los profesores lo llamaban escarmiento ejemplar para desanimar a los díscolos. Los escolares lo decíamos más sencillo: meter miedo.

No gustan las caras nuevas