viernes. 29.03.2024

El lapsus freudiano del diputado Echániz

echaniz
José Ignacio Echániz.

Hay una gran contradicción en votar a favor de expulsar de su empleo a una persona por el hecho de haber enfermado, y votar en contra de la despenalización de la eutanasia, es decir de la ayuda por acción u omisión a darse de baja de la vida a una persona que lo desea así, porque sufre una enfermedad insoportable e irreversible.

En el PP toma cuerpo esa contradicción, debido a su doble filiación: es un partido neoliberal en lo económico, y al mismo tiempo católico rancio en lo ideológico. Las dos cosas a machamartillo, y a ciegas; con la fe del carbonero.

Lo que dice Echániz no está dictado por la razón, sino por un lapsus freudiano que ha hecho aflorar su inconsciente reprimido

Lo sabíamos desde hace tiempo, y la cuestión no merecería un comentario de no ser por la intervención de José Ignacio Echániz en el Congreso. Echániz ha acusado al gobierno de promover la eutanasia para ahorrar en gasto social. Se ha escandalizado virtuosamente de que la propuesta de ley ─que no va dirigida a la promoción, sino a la despenalización, de la eutanasia─ representa «un recorte social en toda regla, que hace que la longevidad se convierta en un riesgo financiero». En consecuencia, añade, «lo humano es cuidarnos, y acabar con los enfermos es realmente reaccionario.»

Cualquier intento de explicar racionalmente las palabras del portavoz parlamentario del PP, fracasa. Y la razón de ese fracaso es que lo que dice no está dictado por la razón, sino por un lapsus freudiano que ha hecho aflorar su inconsciente reprimido.

O sea, dejándonos de terminachos técnicos: a José Ignacio Echániz le encantaría (en la intimidad) reducir gastos sociales eliminando a los enfermos irrecuperables que tienden a lastrar una Seguridad social que en su mentalidad debe funcionar como un método jugoso de extracción de rentas para mayor beneficio de una sanidad privada, financiada a medias por los usuarios y por conciertos con el Estado hábilmente dirigidos hacia las clínicas y centros de salud para pudientes.

Echániz no ha podido impedir, entonces, que por los bajinis de su discurso se le escapara expresar lo adecuado que sería ese planteamiento, en aras de una mejor economía neoliberal. Ocurre que no puede dejar de lado el factor religioso concomitante, y por eso acusa hipócritamente al rival político de lo que él mismo desearía hacer.

«Lo humano es cuidarnos», dice. Debe entenderse que se está refiriendo a cuidados de pago, de alto standing, facturados con el IVA correspondiente, o bien a esos cuidados no remunerados, tan característicos de la abnegación de las mujeres de las clases bajas, que prodigan a manos llenas su atención llena de cariño a los familiares necesitados.

El hecho de que la situación se convierta en ocasiones en un callejón sin salida tanto para la persona cuidadora como para la cuidada, y que cualquier intento de atajo para ambas tropiece con la sanción severa del código penal, al señor Echániz y a sus correligionarios neoliberales les importa un ardite.

Sea lo que sea un ardite, que no lo sé con exactitud.

El lapsus freudiano del diputado Echániz