viernes. 29.03.2024

Un Govern en apuros ideológicos

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La última ocurrencia del think tank de la Generalitat para que Cataluña llegue a la independencia consiste en especular con la “ventana de oportunidad” que supondría el éxito eventual de un golpe de Estado en España, oscuro objeto del deseo de las ultraderechas que alimentan sus odios por los rincones.

No vale la pena describir la catástrofe y el retroceso secular que supondría un nuevo 18 de Julio, porque eso no va a ocurrir. No voy a perder ni un segundo en escandalizarme de ese “todo vale” para conseguir una carambola política antidemocrática que no está ni de lejos al alcance de las fuerzas que porfían en ella. Solo pretendo constatar el irrealismo de los presupuestos fácticos que maneja una élite política catalana empeñada en alimentar expectativas oníricas mientras ignora con tozudez digna de mejor causa lo que pasa en la calle.

Quim Torra ha reprochado a Pere Aragonés la abstención (“abstención”, oigan, no el apoyo que sería de rigor) de su formación a la propuesta gubernamental de ampliación del estado de alarma. No solo hay razones sanitarias serias para esa alarma, sino en particular razones sanitario-económicas: un relanzamiento precipitado de las actividades pondría en serio peligro todo el terreno ganado a la pandemia mediante el largo confinamiento selectivo de amplios sectores de población dedicados a tareas juzgadas “no esenciales”.

A Torra todo eso le suena a música celestial. Como los Cayetanos del barrio de Salamanca, solo percibe en la acción del gobierno de Sánchez un atentado contra las libertades individuales: en concreto, contra la libertad de contagiarse y de contagiar a otros, sublimación última de la libertad perversa de dañarse y dañar al prójimo.  

Al revés de los Cayetanos del barrio madrileño de Salamanca, cuyo fundamento ético (o etílico) se reduce a que “les da la gana” obrar así, Torra pretende un fin superior con la resistencia a ultranza a cualquier disposición emanada de Madrid (las mascarillas, las residencias, la desinfección de locales por efectivos militares, la desescalada por provincias, todo, debe ser hecho según “nuestras” normas). Esa finalidad última perseguida es la de recalcar “nuestra” radical independencia de facto, por más que no aparezca escrita en leyes opresivas que “nosotros” no reconocemos.

Hay, sin embargo, una importante excepción a esa regla bien asentada del “nosaltres sols”, y es la financiación. La pela ha huido de la patria, y las ayudas europeas, muy cuantiosas, se canalizarán a través precisamente del gobierno que se pretende desestabilizar. Torra ha solicitado -exigido, más bien- 9000 millones de euros al gobierno para la reconstrucción económica del país. Apuntando largo, para que cuando llegue el paquete de ayudas pueda decir que le parece poco.

En cualquier caso, sería una fatalidad que el golpe de Estado deseado desde la plaza de Sant Jaume llegara, inesperadamente, antes que los fondos tan necesarios para la reconstrucción. El think tank indepe habría de pensar a toda prisa en la posición a adoptar en semejante tesitura: a lo mejor le tendría cuenta apoyar (provisionalmente) a “GorbachovSánchez, que por lo menos está dispuesto a aflojar la mosca, en lugar de bendecir a unos golpistas que, ellos sí, no tendrían problema en meterle una división acorazada en mitad de la Diagonal.

Un Govern en apuros ideológicos