jueves. 28.03.2024

Cospedal pierde una ocasión de callarse

El argumento utilizado simplifica en exceso los términos de la situación, que es lo que suele ocurrirle a menudo a doña María de los Dolores. Habla por no callar...

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«Quien no quiera ir a ver ese partido que no vaya, y si un equipo no está de acuerdo, que no juegue»

Informa la prensa diaria de que en un desayuno informativo celebrado por La Tribuna en el parador de Cuenca, la secretaria general del Partido Popular María Dolores de Cospedal se declaró partidaria de suspender la final de la Copa del Rey de fútbol y desalojar el estadio en el caso de que los espectadores silben el himno nacional. «Quien no quiera ir a ver ese partido que no vaya, y si un equipo no está de acuerdo, que no juegue», ha añadido para justificar su opinión.

El argumento utilizado simplifica en exceso los términos de la situación, que es lo que suele ocurrirle a menudo a doña María de los Dolores. Habla por no callar, por los descosidos como suele decirse, y así le va. Vamos a enumerar algunas cuestiones que no ha tenido suficientemente en cuenta:

Primera, que quien va a un estadio lo hace para ver fútbol y no para escuchar un himno. Haga la prueba cuando quiera la señora, y dé una audición del himno nacional en el estadio Bernabéu o en el Teatro Real si lo prefiere, cobrando la entrada al precio de la final de copa. Luego puede contar los espectadores de los dos eventos y establecer las conclusiones pertinentes.

Segunda, que los clubes no tienen libertad para jugar o no la llamada Copa del Rey (llamada así de forma tradicional y no se sabe muy bien por qué motivo, ya que no es el monarca quien financia de su bolsillo el evento). La Federación ha incluido la competición en su calendario, y los clubes sin excepción deben participar con sus primeras plantillas, so pena de ser multados y sancionados con dureza.

Tercera, que desde la Roma de los césares es bien sabido que el fútbol es, con el reparto gratuito de pan, un milagroso exutorio para el descontento de las masas. En Roma lo llamaron «panem et circenses», y gustaban de soltar leones en el coliseo en lugar de balón. Hoy el pan de balde ha caído en desuso, pero se mantienen los circenses e incluso la fraseología de la época: se habla de “gladiadores” que pisan la “arena” y van “a muerte”. Incluso los componentes de uno de los equipos presentes en la final son conocidos como “leones de San Mamés”. Quebrar de improviso una tradición tan bella y acrisolada por culpa de los silbidos a un himno sería, por decirlo de alguna manera, poco sensato. Nunca se sabe qué hará a continuación una multitud que ha pagado religiosamente su entrada y a la que de pronto se priva del espectáculo épico con el que se relamía de antemano. Ni siquiera Nerón o Calígula harían una cosa así.
Cuarta, consiguientemente cabe sospechar que doña María Dolores habló en Cuenca de boquilla. Su piadosa intención fue tal vez amagar para no tener que dar, y muy probablemente el efecto de sus palabras será el contrario al deseado, y arreciarán los silbidos y abucheos a algo que no es en ningún caso el motivo que convoca a un gentío tan grande en el recinto cerrado de un estadio deportivo. Ella sabrá entonces lo que se hace (en fin, supongo yo que lo sabrá), pero dudo que tenga lo que eufemísticamente llaman los británicos “cataplains” (el término es intraducible, lo siento) para suspender el partido y mandar a la fuerza pública a desalojar por la brava los graderíos.

Visto y considerado todo lo cual, la conclusión que se impone es que la eximia dirigente popular ha perdido una ocasión de callarse. Una más, y excelente en este caso.

Cospedal pierde una ocasión de callarse