viernes. 26.04.2024

Bocinazos de campaña

Un delegado del Gobierno, nada menos, se ha declarado contrario a que Andalucía sea gobernada desde Cataluña.

Sostenía el filósofo griego Epicuro que en el interior de cada hombre hay un cerdo dormido. Muchos siglos después el humorista británico P.G. Wodehouse se atrevió a contradecirle y afirmó que él en persona había visto a algunos de esos cerdos singularmente despiertos. Wodehouse tenía razón. El cerdo que dormita en el fondo de cada humano se despereza, gruñe y hociquea afanoso en momentos tales como una campaña electoral. En estas circunstancias de suprema irresponsabilidad – cada cual sabe que promesas y juramentos serán palabras que se llevará el viento con la publicación de los resultados electorales –, sale a relucir toda la cochambre que el estamento político se esfuerza como puede en ocultar los días laborables.

No un mindundi sino un delegado del Gobierno, nada menos, se ha declarado contrario a que Andalucía sea gobernada desde Cataluña. Dejemos de lado lo improbable de tal eventualidad, y centrémonos en el fondo del asunto: ¿en qué diferiría esa circunstancia en relación con la hipótesis mucho más probable de que Andalucía sea gobernada desde Madrid? Si todos los españoles somos iguales en derechos y deberes ante la ley… ¿O es que no lo somos? ¿Se está aferrando el señor delegado del Gobierno (de Madrid), no a la Constitución vigente, sino a otra constitución paralela no escrita?

Ha añadido el mismo señor que no está dispuesto a que le gobierne un individuo que tiene por nombre Albert. No se trata de fobia al nombre en sí (sin duda san Alberto Magno le parece al delegado suficientemente respetable), sino a la lengua. Einstein, por poner un ejemplo, también se llamaba Albert. Una circunstancia que no molestó a nadie, que se sepa; sí la causó, en cambio, el hecho de que fuera judío. Hay cristianos viejos – no todos, no tengo intención de generalizar sino, muy al contrario, de particularizar – que dan más beligerancia al dogma de la Santísima Trinidad que a la teoría de la relatividad. Existe sin embargo un cierto consenso en relación a que la segunda explica mejor que la primera los datos de este mundo tal como los conocemos.

He dado un ejemplo relacionado con la campaña electoral andaluza. En septiembre padeceremos los catalanes el mismo dolor de muelas y nos tocará oír los mismos rebuznos en la dirección contraria. Quienes los prodigan deberían leer por lo menos las encuestas y saber el escaso aprecio que tiene la gente del común por la clase política. Y reflexionar consigo mismos sobre cuál puede ser la razón por la que los políticos en conjunto están tan mal valorados por la ciudadanía.

Bocinazos de campaña