jueves. 25.04.2024

La senda del caracol

En los años 80, Mark W. Denny, profesor de Biología de la Universidad de Stanford, formuló un interrogante lapidario sobre el movimiento del caracol: "¿cómo puede un animal con un sólo pie caminar sobre pegamento?" Recogía los dos aspectos más destacables de su movimiento: no tiene patas, lo que lo convierte en un monópodo y, por si fuera poco, se desplaza sobre una baba que segrega, a modo de moco, untuosa, rica

En los años 80, Mark W. Denny, profesor de Biología de la Universidad de Stanford, formuló un interrogante lapidario sobre el movimiento del caracol: "¿cómo puede un animal con un sólo pie caminar sobre pegamento?" Recogía los dos aspectos más destacables de su movimiento: no tiene patas, lo que lo convierte en un monópodo y, por si fuera poco, se desplaza sobre una baba que segrega, a modo de moco, untuosa, rica en proteínas y polisacáridos, aunque sin actividad biológica demostrada, que facilita su movilidad y le permite trepar o avanzar cabeza abajo por superficies invertidas. Esta secreción satisface, además, otros aspectos como la regulación térmica o previene las agresiones bacterianas o fúngicas, evita ataques de insectos y facilita la eliminación de metales pesados.

En el caminar, alternando contracciones y elongaciones de su cuerpo, no ejercen fuerza sobre puntos concretos, como ocurre con las patas, sino que distribuyen una fuerza poco intensa, sobre un área relativamente grande, como han evidenciado en un estudio invest8igadores de la Universidad Carlos III. Esto ha inspirado diseños de robots biomiméticos, capaces de avanzar por las tubulaciones del cuerpo humano, como los intestinos, minimizando las irritaciones de los endoscopios convencionales, aprovechando las mucosas corporales.

Así, el caracol con una trayectoria de caótica apariencia, cubre la distancia a razón de un metro cada cinco o seis minutos. Lento pero seguro. Al primer minuto suceden muchos otros para cubrir una distancia, pero sin ese primer paso, nunca podría alcanzarse el objetivo. Es una excelente réplica de la conducta de la Naturaleza: parsimonia es la clave; acción implacable, constante, con vista puesta en el objetivo alcanzable en el futuro. Así son los grandes proyectos naturales.

Cuando se analiza la situación complicada (no solo compleja) que atravesamos y se intenta hacer una radiografía, que racionalmente explique la profundidad de la misma, es inevitable diagnosticar la debilidad del sistema productivo español, en relación con el de otros países europeos en los que el alcance de la crisis no está ribeteado por el dramatismo de nuestro caso. Turismo y servicios (afines refleja mejor la calificación) se han revelado insuficientes para aliviar una crisis productiva que hace estragos en el empleo. Los mantra de internacionalizar y hacer competitiva una actividad productiva, requieren como elemento genitor la producción de bienes y servicios modernos, adecuados a los tiempos y demandados por los consumidores del mundo. La debilidad del sector turismo y afines, ha puesto de manifiesto que, cuando los demás también tienen problemas, nos lo desplazan en los sectores referidos. No es suficiente para un país este tipo de actividades. Sin industria que absorba buena parte de los excedentes de otros sectores en declive, es difícil la salida.

Pero un cambio en el modelo productivo implica la generación de actividades empresariales en otros campos diferentes a los que actualmente no son capaces de tirar del carro. Y eso supone estar preparados para ello. Eso implica la necesidad de un sector empresarial y emprendedor con preparación para ello. Eso supone que el sistema educativo ha sido capaz de disponer unos recursos humanos capaces de tomar el relevo. Son palabras mayores en un país en que la educación no recibe el trato mínimo necesario para estar a la altura de las circunstancias.

Y, claro está, si el primer paso del caracol no lo damos, siempre estaremos al albur de las carencias. Las sucesivas crisis atravesadas en las tres últimas décadas ha aflorado el estigma de la mediocridad en el emprendimiento. Quien tiene que tomar el relevo del modelo de economía son las iniciativas que tienen que surgir de un sector preparado en las artes y técnicas requeridas. De este modo, en estos momentos, nos encontraríamos en algún punto de la trayectoria del caracol, que salió de su punto de partida hace mucho tiempo, a razón de un metro cada cinco o seis minutos, con una trayectoria de apariencia caótica, pero que lleva a un destino que es la prosperidad de que ahora no disfrutamos.

Si nunca empezamos, nunca llegamos. China, Corea, Taiwan, los tigres asiáticos y un largo etcétera son caracoles que hace muchísimo tiempo salieron. Nosotros nos limitamos a contemplar como se desplazaban. Todos nos dicen que las clases medias dinámicas salvan las situaciones dramáticas, pero esas clases medias son las que hoy evidencian la carencia de recursos intelectuales y del arrojo necesario para impulsar la salida. Y encima sufren el castigo impenitente de una voracidad recaudatoria que cifra en la clase media el remedio de nuestros males. Simplemente lograrán hacerla desaparecer y el colchón que hoy aguanta el tirón, se tornará en el núcleo del problema siguiente.

Para eso sirven los sistemas educativos, por si alguien no se había percatado: para sacar a un país del lodo del inmovilismo y del código de los muertos, al que nos aferramos mirando al pasado, anclados en modos periclitados, repitiendo conductas que, si bien en su día pudieron dar algún resultado, hoy día son caducos, aunque siguen en vigor por tradición, tan sólo. Es la resistencia a los cambios que formulara Dawkins. Es una forma de impedir la evolución. Los cambios técnicos, del conocimiento, son mucho más veloces que los culturales. Hoy enfrentamos cambios técnicos del XXI con mentalidades del diecinueve, con lo que estamos tan desfasados con estos códigos antiguos, de muertos, que no somos capaces de ver la salida. Si hoy no decidimos dar a la educación la importancia que requiere, el primer paso del caracol, lo estamos obviando, y es difícil imaginar que se puedan dar los pasos posteriores y así no hay futuro que nos pueda aguardar un mejor bienestar del que ahora deplorablemente disfrutamos. Tenemos que aprender alguna vez estas cosas.

Los varapalos al Sistema de I+D+i español, que nos había acercado razonablemente al statu quo mundial en Ciencia y Tecnología, han quebrado la trayectoria y evitan nuestra convergencia. Nuestro caracol ha dejado de funcionar, aquejado por los males del inicio y del mantenimiento de la trayectoria. Desgraciadamente esto no solamente no ha finalizado, sino que el futuro que se cierne es todavía más tenebroso que la propia actualidad. En el imaginario gubernamental tienen cabida los atajos, sin reparar que los escalones que nos pretendemos saltar, la Historia nos los demandará, y el precio será el de mercado. Nos falta el pegamento gubernamental para desplazarnos y si me apuran, nos están quitando hasta el mismísimo caracol. ¿Cómo vamos a caminar por superficies planas, rugosas, invertidas, trepar y descender por superficies verticales, dado el caso, como ahora ocurre? ¡Vaya futuro que nos espera!

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