viernes. 29.03.2024

Batman y Robin en España City: Un pacto de Cómic

Al hilo del actual pacto en construcción entre PP y PSOE; acuerdo promovido por este último y que ambos partidos están moldeando con esmero para obsequiar a la UE de Merkel...

Al hilo del actual pacto en construcción entre PP y PSOE; acuerdo promovido por este último y que ambos partidos están moldeando con esmero para obsequiar a la UE de Merkel y Cia en la próxima cumbre europea; como si fuera un diezmo, ¡como si no lo fuera!, me ha resultado imposible evitar el constatar el sorprendente parecido que la relación entre ambas organizaciones políticas tiene en ocasiones, y este estrambótico acuerdo es un ejemplo de libro, con la interacción entre la pareja que forman el discutible superhéroe Batman y su solícito chico para todo, Robin. Ya lo dijo el gran Calderón, y aunque fuera hace mucho y refiriéndose a otro tema, a un vivir en sueños, me atreveré a aplicarlo aquí: la vida política española es cómic, y los cómics, cómics son.

«Queridos conciudadanos, no temáis. La confluencia de objetivos que compartimos Robin y yo, unida a nuestra suma de heroicos poderes y artefactos, valioso capital privado que entre ambos atesoramos, volverán a traer la tranquilidad a todos los hogares de bien. Y recordad: la redención de las culpas os hará más libres; la penitencia por vuestros errores os hará más sabios, y la Fe ciega en nuestros poderes y habilidades, las de Robin, y en especial las mías, os lo aseguro, os hará mejores.»

“Exactamente a las 8 de la mañana de aquella turbia jornada de Junio; tiempos aquellos empaquetados entre crisis inventadas para someter e inducidas zozobras de muchos para bendición de cuatro; meses y años a la deriva como nunca antes había ocurrido desde que Gotham City accedió a su historiada democracia coloreada, esa mañana, cada una de las emisoras de la dibujada urbe retransmitieron al  unísono la siguiente noticia: - Mujeres y hombres de Gotham, queremos informarles que el pacto para salvar nuestra estimada sociedad gótico-liberal, el anhelado abrazo de intereses entre el empresario multimillonario Bruce Wayne, Batman, y el acróbata circense Dick Grayson, Robin, es ya una gozosa realidad. En su primera declaración conjunta tras la consagración de su acuerdo han señalado que, firmemente apuntalados en este transcendental pacto, conseguirán convencer a quien sea necesario, dentro y fuera de las fronteras de la city, de la fiabilidad de Gotham y, por tanto, alejarán todos los miedos e incertidumbres que nos acechan en este desapacible presente en el que estamos instalados; incierto ahora al que, por culpa de los despilfarros y desmedidas pretensiones sociales de un pueblo insaciable y demás antisistema incontrolados, nos hemos visto avocados. Tras intercambiar cómplices sonrisas y un franco chocar de manos, Batman, arropado con genuina admiración por un Robin entregado, ha procedido a leer un escueto comunicado que les reproducimos en su integridad: «Queridos conciudadanos, no temáis. La confluencia de objetivos que compartimos Robin y yo, unida a nuestra suma de heroicos poderes y artefactos, valioso capital privado que entre ambos atesoramos, volverán a traer la tranquilidad a todos los hogares de bien. Y recordad: la redención de las culpas os hará más libres; la penitencia por vuestros errores os hará más sabios, y la Fe ciega en nuestros poderes y habilidades, las de Robin, y en especial las mías, os lo aseguro, os hará mejores.» - “

Desconozco cuáles fueron las ignotas razones de Robin para aceptar ese papel de obediente microhéroe faldero en las páginas ilustradas de la editorial DC Cómics. Quizás, y estoy elucubrando, le pareció asumible el precio a pagar, el ser receptor de toda clase de golpeados PUMMMS, OUCHHS, BOOMS y PLASHHH, a cambio de sentirse sistémicamente importante un rato;  a cambio de recibir techo, manutención y ajustada vestimenta gratuita; o a cambio de obtener minutos en las pantallas de televisión y cine de Gotham, minutos que de otro modo, probablemente, se le hubieran resistido a corto plazo. Y supongo, digo yo, que no consideró sustancial que, tanto la enorme mansión del atormentado Wayne, extensa, según dicen, como la mismísima Moncloa, así como el Batmovil, tan  eficaz en su poder intimidatorio, según cuentan, como la suma de las policiales delegaciones del gobierno de nuestro Partido Popular, estuvieran bajo la única titularidad de Batman y  a su vez ordenadas, en cada recorte, identificación o carga , al más puro estilo de su capeado jefe murciélago. A lo mejor a Robin el comparsa, el chirigota, no le importó pasar a ser uno más de los aleteados utensilios del forrado justiciero gótico, ni idea, pero lo que definitivamente sí que me resulta imposible de descifrar, insondable misterio de estrategia política, es la razón por la que el actual PSOE, asumiendo un inequívoco papel circense y llevando a cabo un, tan acrobático como masoquista, ejercicio de inmolada emulación del menudo Robin de los cómic, se presta a ser manipulado, utilizado de esta manera tan obvia por la nueva ley y orden vigentes, esa que está capitaneada de arriba a abajo, del corazón a las extremidades, por nuestro nacional partido murciélago, el PP, y su numerosa camarilla de vampiros continentales.

Volviendo a la ficción, yo me pregunto: ¿Realmente Robin llegó a creerse en algún instante, a lo largo y ancho de las numerosas viñetas en las que aparece, que su papel de corista vapuleado era estrictamente necesario para la resolución del orquestado guión de cómic? ¿no se dio cuenta que simplemente era útil para recibir por todos lados, y no precisamente felicitaciones de navidad; más bien mil y un porrazos? ¿acaso no percibió, el que otrora fue apañado acróbata, que con su colaboración sólo justificaba las inaceptables maneras de actuar de Wayne, Batman, y a la postre estaba contribuyendo a la perpetuación del inadmisible imperio gótico basado en el recorto derechos, limito libertades, manipulo informaciones, ordenó porque sí y mando porque también, del alterado murciélago?

Si yo fuera uno de los miles de ciudadanos anónimos de Gotham insertos en las viñetas de Batman, que no lo soy, y conociera al  Robin de los cómics, que no lo conozco, aprovecharía para decirle, desde la humildad  de aquel que carece de poder alguno salvo el de la imaginación y los sueños, que aun haciendo un ímprobo esfuerzo de comprensión para entender su desmesurada querencia por llegar a ser un superhéroe reconocido por la historia gótico-liberal, probablemente haría mejor en dedicar su tiempo, esfuerzos y habilidades, a tratar de conformar una alternativa política para Gotham city basada en una figura de superhéroe radicalmente distinta a la de Batman, una que de hecho estuviera en las antípodas de la ejercida por su parte contratante en los cómics, Wayne, y de paso, una vez metidos en definir estrategias de estado, o de city,  que procediera a replantearse dónde están los malos y quienes son los buenos en esta historieta en curso, no fuera a ser que al final de la aventura resultara que Catwoman y Joker no eran tan malvados como la prensa afín a Batman, y el propio superhéroe, contaban, y por el contrario el aparatoso murciélago vestido de negro viniera a resultar como está resultando, más cercano a la familia de los anfibios que a la de los mamíferos alados; esto es, que fuera, como efectivamente fue y salió: rana.

Batman y Robin en España City: Un pacto de Cómic