jueves. 28.03.2024

La necesaria renovación del PSOE

El PSOE es un partido necesario para desalojar al PP, recuperar las instituciones y ponerlas al servicio de las mayorías.

La socialdemocracia europea, y también la española, fue cediendo, en los últimos años, en la fidelidad a su ideario, que comprometía a los partidos socialistas con la igualdad, con la defensa de los trabajadores y de los servicios públicos y con el avance del Estado de bienestar, y que los debería posicionar, con total firmeza, frente al poder de las oligarquías financieras y frente a las tramas dominantes -corruptas o no- de cualquier índole.

La excesiva permanencia en el poder, la influencia -tan potente- de los poderes económicos, la llegada de "arribistas" a los puestos de mando en busca de beneficio personal, y cierta frivolidad en el ejercicio del liderazgo: todos estos factores, y otros que no cito, llevaron a que el PSOE, en  vez de estar posicionado al lado de los trabajadores -e impulsar políticas para la reducción de la desigualdad y el avance de la protección social-, se dejó vencer, para situarse, de forma mayoritaria, al lado de los poderosos, favoreciendo sus intereses y ejecutando políticas que perjudican a la mayoría y a los más necesitados.

Rodriguez Zapatero, que en la primera parte de su mandato adoptó decisiones e impulsó medidas de gran importancia política y social (la retirada de las tropas de Irak, las leyes de dependencia y del aborto, las políticas de igualdad, el matrimonio homosexual), cayó después en la frivolidad y, en la segunda legislatura, cedió ante los poderes fácticos europeos y autorizó medidas contrarias a los intereses de la mayoría social (modificó la Constitución -después de un contubernio nocturno con Rajoy-, e impuso la primera Reforma Laboral con la que inició la laminación de los derechos de los trabajadores). Ahora el PSOE es rehén de estos y de otros errores recientes, que pesan como una losa, y no le permiten recuperar la confianza de sus antiguos votantes.

El nuevo líder del partido, Pedro Sánchez, inició su mandato intentando dar una imagen de renovación y modernidad. Pero hay ciertas señales que no permiten alimentar la confianza. En un reciente artículo se advertía sobre los conflictos de interés del llamado "gobierno en la sombra" del PSOE. Los poderosos lazos de Jordi Sevilla -responsable de Economía- con la consultora PwC (que trabaja asiduamente con el PP y elabora documentos, cada año, en los que dibuja la "hoja de ruta" para la privatización sanitaria en España), y las posiciones conocidas de Rafael Bengoa -responsable de Sanidad-, que se manifestó a favor de realizar una "profunda cirugía en el SNS" y dirige una escuela de "Negocios y Salud" en la Universidad de Deusto (jesuítas), dejan al descubierto las intenciones reales de este partido: continuar con la política de recortes y privatizaciones llevada a cabo hasta ahora por el PP.

También es dificil de entender que designe como responsable de "transparencia y ética empresarial" a Silvina Bacigalupo, defensora del abogado de Correa (caso Gürtel), que también trabaja en el despacho Oliva-Ayala -que asesora a Rodrigo Rato-, y que defiende a Rosell por el "caso Neymar" y a Messi por sus problemas con la Hacienda Pública. Y no resulta nada tranquilizador saber que la persona elegida para coordinar el programa electoral del PSOE es Meritxell Batet, casada con José María Lassalle, colaborador habitual de FAES, secretario de Estado de Cultura y hombre de la máxima confianza de Rajoy. Meritxell Batet participa en una tertulia política -en la Cadena Ser- en la que, con frecuencia, defiende posiciones muy próximas a las del representante del PP.

El PSOE es un partido necesario, yo diría que imprescindible, para desalojar al Partido Popular, recuperar las instituciones y ponerlas al servicio de las mayorías. El PP ocupó el poder, en el gobierno central y en muchas autonomías, para ejercerlo en beneficio de las élites económicas y de los especuladores financieros. El PSOE cometió errores  graves, que allanaron el camino para que la derecha tomara el poder. Los cambios en este partido no pueden ser solo cosméticos. No basta con la juventud y la aparente modernidad. Hace falta recuperar los principios fundacionales de este partido, tan importante en la historia reciente del país, y convertirlo, de nuevo, en un instrumento al servicio del pueblo y de los trabajadores. De lo contrario el PSOE se condenará a una larga travesía del desierto y el país perderá un activo político muy importante en estos tiempos tan convulsos.

La necesaria renovación del PSOE