Que un personaje público nos abandone, en la juventud de la madurez, suele ir acompañado de un gesto en el rostro, rasgado por la sorpresa, lleno de incredulidad…
Recuerdo, con claridad, el comentario que me hizo mi querida amiga, a propósito de Rubalcaba:
“Ha sido el Ministro más inteligente que ha pasado por el Ministerio….”.
Ya han pasado algunos años desde aquel encuentro y la casualidad, o quizás no, surge en el instante en el que escucho hablar en los medios de comunicación de Alfredo Pérez Rubalcaba. De inmediato viene a mi mente el recuerdo de mi amiga y su frase/recuerdo, del ministro que tuvo como jefe, durante un tiempo.
Alfredo Pérez Rubalcaba…In Memorian
De quien les hablo, de mi querida amiga, frecuenta con periodicidad diaria, salvo fines de semana, vacaciones y fiestas de guardar, el Ministerio de Educación y Ciencia, en Madrid. Con unas vistas privilegiadas desde su despacho que dan color a su tarea diaria.
Recuerdo perfectamente, en una visita a Madrid, en su compañía, como improvisada anfitriona, entre charlas y confidencias de sobremesa, me habló de sus muchos años trabajando en ese inconfundible Edificio de la Calle Alcalá, a un suspiro de Gran Vía. Naturalmente, como no podría ser de otra manera, mi curiosidad me llevó a preguntarle por los innumerables ministros que han desfilado en ese tiempo.
Puedo asegurarles con total rotundidad, que el primer secreto de “Palacio”, en forma de comentario y, con seguridad, el más rotundo, fue el que me describió a Rubalcaba, en el modo que reflejé allí arriba, al comienzo de este artículo, del que no pretendo sea un panegírico, otras personas podrán hacerlo mucho mejor que yo, aunque lleve la carga de profundidad de un personaje decisivo en los tiempos recientes de la política de Estado.
Que un personaje público nos abandone, en la juventud de la madurez, suele ir acompañado de un gesto en el rostro, rasgado por la sorpresa, lleno de incredulidad y marcando un recorrido por nuestra memoria que, en mi caso, camina a la par de quien nos ha dejado.
Dicen que fue Pilarista, por aquel tiempo muchos lo fueron. Dicen que fue un gran atleta, los 100 metros los llegó a recorrer en 10,9”. Dicen que conoció los vestuarios del Celta de Vigo. Dicen que, como Doctor en Ciencias Químicas, fue, es profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Dicen que ingresó en las filas socialistas, el PSOE, al tiempo que ensayaba la técnica de despegue en los tacos de salida.
Su trayectoria política está marcada por el gesto rápido y la oratoria con sonrisa en el rostro. Un pura sangre del socialismo. Pasó por múltiples responsabilidades, por cierto, como prueba del algodón, entre 1982 y 1993, asumió diferentes cargos en Educación…incluso aquel Ministro del que me habló mi amiga.
Quizás, es posible que con el transcurrir de los años se “institucionalizase”, pasando a formar parte aquellos “barones”, que no por ser asiduos de Ferraz, dejaban de serlo.
La unanimidad nos habla de un Vicepresidente Primero, Portavoz del Gobierno y Ministro de Interior, en tiempos de Zapatero, Presidente, que hizo posible EL FINAL DEL TERRORISMO DE ETA. Todo ello, a pesar de la miserable estrategia de un Partido Popular, más preocupado en rentabilizar las víctimas de ETA, que en su extinción. La ruindaz de los populares alcanzó la indignidad de pretender colgarle un “Faisán” del cuello. Como bien dijo, el ya ausente: “El terrorismo ha sido derrotado por el pueblo vasco, por los españoles…”
Siempre recordaré aquellas charlas de café o sobremesa, en aquella visita a la capital del Reino, en compañía de mi anfitriona, por cierto…recuerdo algún comentario más, sobre algunos ministros y ministras. ¿Tienen curiosidad…? Escuchen, pero que quede aquí, entre nosotros…
“Ángel Gabilondo fue el Ministro más educado y cordial…” hasta los límites del “pase usted delante, por favor…” Me susurró al oído…
“Íñigo Méndez de Vigo, un tío muy cordial y, no daba puntada sin hilo, ni un pelo de tonto…” Esta vez me lo tuvo que repetir, no tenía yo ese concepto…
“Esperanza Aguirre, fue con diferencia la Ministra más….que pasó por este Ministerio…”Me contó entre tremendas risotadas que nos pegamos con la Aguirre…
De mi propia cosecha les puedo contar una anécdota: ¿Recuerdan cuando le dieron el premio Nobel de Literatura a Saramago? Pues bien… Una periodista que pasaba por allí le preguntó a Espe, perdón, a Doña Esperanza Aguirre, su opinión sobre la concesión del Nobel…y sin cortarse un pelo, respondió:
“Me alegro, no he leído a Sara Mago”
La periodista Rosa María Artal asegura que ella misma escuchó de boca de la Ministra Aguirre, la famosa frase…y con esto justifico los… en la frase de mi amiga, referente a su ex jefa, Doña Esperanza.
Muy buenos recuerdos, de la mano de una castiza de pro, que me llevó a lugares tan diferentes y originales como aquella tasca, La Perejila, con Bailaora enjaulá… Por no hablar de aquella función de teatro en “La Casa de la Portera”, asistiendo a una función de tarde, apoyado en las paredes de dos habitaciones, en varios actos… Iván-Off, de Antón Chejov, con la presencia de varios actores, que ahora no viene al caso nombrarlos, ni la memoria me lo posibilita.
Fíjense si fue amable y tuvo paciencia, de la buena, conmigo, que me acompañó en mi obligada visita al Museo del Prado, al Thyssen Bornemisza y al Reina Sofía…Incluso almorzamos en la cafetería del Caixa Fórum, muy buena, por cierto, tras visitar la exposición permanente.
Transcurrido un tiempo, tuve la oportunidad de hacer de anfitrión en la visita que realizó a Tenerife. Me esmeré, ella lo merecía, le enseñé parajes apartados de los típicos recorridos turísticos. Almorzamos en rincones con encanto, como Masca, Anaga, etc.
Como la felicidad suele durar el tiempo en que tardas en equivocarte…pues lo que tenía que pasar…sucedió.
…Y sucedió que en mi ánimo de mostrarle la naturaleza que rodea a mi Montaña Roja, con sus playas y senderos, le indiqué que se preparase para un paseo. Dicho y hecho, se enfundó los pies en unas relucientes “Converse” -me dijo que caminaban solas…- y comenzamos el paseo por la Playa de Leocadio Machado, en El Médano, y de ahí por varios senderos. Desistí que subiese a la Montaña Roja, su rostro reflejaba muestras inequívocas de cansancio, acompañadas de claras gotas de sudor que competían por llegar al suelo. Desesperada, al borde del colapso, se sujetó a un mojón de madera que indicaba, mediante flecha al uso, la subida a la tachuela Bocinegro…y gritando, me dijo:
¡No doy un paso más, imposible!
Desde Bocinegro…
A duras penas conseguí que, tras superar el Bocinegro, regresáramos al Médano. Yo había cometido un tremendo error. No me había percatado que mi amiga era una “urbanita”, del Paseo de la Castellana para arriba -Moncho, espabila, eres un torpe- Así son las cosas y, a pesar de los pesares, sudores incluidos, mantenemos una entrañable amistad…a propósito de Rubalcaba.