jueves. 25.04.2024

El gran masturbador

Iglesias ha tratado de ridiculizar a un redactor de El Mundo y ha acusado a los periodistas de publicar noticias falsas para medrar en su trabajo.

El 21 de abril, en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, Pablo Iglesias, ha tratado de ridiculizar a Álvaro Carvajal, redactor de El Mundo, con la complicidad de gran parte del público asistente y acusó a los periodistas de publicar noticias falsas para medrar en su trabajo. El líder de Podemos inició su discurso: "Tengo que evitar que Álvaro Carvajal, que tiene aspecto de epistemólogo pero es un periodista de El Mundo, me saque el titular 'vamos a hacer que España se masturbe'", añadiendo: "les veo con cara de miedo por primera vez a los periodistas". El resultado de tales manifestaciones no se hizo esperar: La prensa plantó al líder de Podemos por vilipendiar el trabajo de los periodistas. Al instante, me vinieron a la mente mis numerosos paseos por el Museo Reina Sofía y concretamente, un óleo de Salvador Dalí, de estilo surrealista, pintado en 1929 y que se llama El gran masturbador. Refleja a la perfección los límites de la cordura del autor. El título pone de manifiesto las obsesiones sexuales del genio de Figueres.

No son de extrañar sus contantes alusiones sexuales, de distinta índole, incluso en sede parlamentaria. Allá cada cual con sus instintos, aunque sería de esperar una piel menos fina por parte de quien no se corta un pelo al utilizar la cal en su discurso frentista. Más de 5 millones de indignados con ansias de cambio cuyo gran hándicap es un líder que domina el discurso, pero carece de cintura política para dirigir a un país que exige cambios urgentes. Mi respeto y admiración a los componentes de los Círculos de Podemos, conozco a muchos, sus ganas de hacer, sus inquietudes, su espíritu participativo; son, en definitiva, un espacio de ideas, a veces atropelladas. Ello no afecta al discurso del líder, no está sometido a censura, la realidad cierta es que el Secretario General es inviolable y para sus fieles “intocable”.

“…Algunos dirigentes de la izquierda fueron cómodos y se quedaron en sus siglas”, decía Pablo Iglesias (…) nuestra mano sigue tendida (…) siempre he dicho que Alberto Garzón es un activo, eso sí, las siglas que las deje en la puerta al entrar”. Ahora, el Señor Iglesias guarda en el baúl estas frases, en beneficio del millón de votantes que puede sumar con una IU fagocitada y que compense, la más que previsible caída en votos de Podemos, ante una posible fragmentación de las marcas, que abandonan el barco por falta de timonel.

Tras más de tres meses, parece claro que el objetivo del líder de la marca morada no era ganar las elecciones, eso quedaría para más tarde, el verdadero objetivo era ser la primera fuerza política de la izquierda. Un rictus de derrota personal se reflejó en su semblante en su primera comparecencia tras los resultados electorales. Cambió el discurso y el gesto y se cobijó en los 300 mil votos que lo separaban de su objetivo, al que no renunciaba, al que no ha renunciado. Tras poco más de 3 horas luego de haber apartado a un Errejón más proclive a discutir programas, salió disparado a su sede para preparar su coartada final: el respaldo de las bases a su propuesta sin propuesta alternativa. Podríamos imaginar otro escenario, por ejemplo, consultar a las bases culés: ¿quieres que gane la liga el Madrid? Ni siquiera se tomó la molestia de aguardar la respuesta al documento que dejó sobra aquella mesa a la que no tenía intención de volver.  No le interesaba, su hoja de ruta está marcada. Aquel cielo  que prometía conquistar no estaba en Moncloa, simplemente, pasaba por Ferraz.

El gran masturbador