martes. 16.04.2024

Debería avergonzarnos pertenecer a un país…

wyoming

Parecen empeñados en que no olvidemos que aquellos huesos que se amontonan en el Valle de los Caídos son de los vencidos, masacrados por quienes reposan bajo lápidas consagradas por monjes con capirotes, verdugos cómplices de un pasado indigno

Debería avergonzarnos pertenecer a un país en el que a un dictador se le mantiene en su tumba frente a altares de Iglesias golpistas, construida con la sangre de los prisioneros llevados al límite. Una Iglesia cómplice de sublevación, un golpe de Estado financiado por la burguesía fascista, llevado a cabo por militares indignos de vestir el uniforme y traidores al juramento dado ante la bandera legalmente constituida. Una Iglesia Católica que susurraba a los asesinos falangistas los nombres de aquellos parroquianos que, quizás, por no asistir a misa de diez, eran marcados con la X del fusilamiento, en oscuras noches, tras muros de cementerios, testigos mudos de la maldad con rostro sanguinario y camisa azul. Un Iglesia que paseó durante décadas al dictador bajo palio, rindiéndole honores casi divinos, a un personaje prototipo de golpista complejines. Una Iglesia que se rasga las vestiduras al hablar del sexto y cubre bajo mil sotanas el sexo indigno y robado, producto de siglos de conciencias sometidas y ética arruinada por la congestión de la depravación

Debería avergonzarnos pertenecer a un país donde campan a sus anchas símbolos, gestos y parafernalias fascistas, de un maldito régimen franquista que, sin la vergüenza que supone consentir, cuando no respaldar con descaro. Todo un proceso de involución ética, una vuelta a los tiempos de la ira, donde la intransigencia se viste de etiqueta, la discrepancia es demonizada y el pensamiento único resplandece en esta piel de toro forjada a base de siglos plagados de multitud de escenas goyescas.

Debería avergonzarnos pertenecer a un país donde las cruces, malditas cruces, forman parte del retro fascismo y se mantienen como ensalzamiento de episodios espantosos. Parecen empeñados en que no olvidemos que aquellos huesos que se amontonan en el Valle de los Caídos son de los vencidos, masacrados por quienes reposan bajo lápidas consagradas por monjes con capirotes, verdugos cómplices de un pasado indigno. El último monumento al fascismo existente en toda Europa. Bajo mil trampas y legajos la derecha reinante, nietos de aquellos cachorros falangistas, impiden el levantamiento de cadáveres y se pasan por el forro de su miserable conciencia el cumplimiento de una ley de Memoria Histórica, que sólo pretende dar tierra a la tierra y aire al viento de la esperanza. Somos responsables de que nunca más tengamos que restablecer la razón de los hechos, tras decenios de ocultamiento de la verdad, enmascarada entre tomos de Infra-Historia.

Debería avergonzarnos pertenecer a un país donde los titiriteros son encarcelados como terroristas, las tuiteras condenadas a cárcel e incluso una Asociación de defensores del Valle de Los Caídos, franquitos de naftalina, plantean una demanda judicial contra Wyoming y Dani Mateo por comentarios cómicos en un programa televisivo, sobre eventos trágicos -Comparto, sin matices, que la Cruz del Valle de los Caídos ES UNA MIERDA-. Lo más cómico/patético es que ha sido aceptada a trámite por la Audiencia Provincial de Madrid. Y así hasta el paroxismo de una Ley Mordaza que coarta la libertad individual y distrae de la cruda realidad judicial. Mientras tanto la preocupación de los ciudadanos por la corrupción generalizada se dispara en siete puntos, según el último CIS publicado. Ante esta perspectiva sólo resta saber: ¿A cuántos puntos de diferencia se situará el PP en las próximas elecciones? ¿Acaso obtendrá la mayoría absoluta? Recuerden que en España, hablamos de España, la corrupción cotiza al alza en el parquet electoral.

Debería avergonzarnos pertenecer a un país que es gobernado por un Presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, responsable máximo del Partido Popular, una organización mafiosa creada para delinquir, aprovechándose de los resortes del Estado, usándolos en provecho propio y acudiendo dopado a las urnas desde 1989. Investigado por mil tramas: desde Esperanza a Rita,  desde Madrid a Murcia, desde Gürtel a Púnica, pasando por ciento y la madre de casos. Centenares de millones de euros robados de las arcas del Estado mientras atravesamos la mayor crisis económica de la historia reciente. Cuando aprietan la soga en exceso, estos moradores de Génova, recuperan la famosa: “conspiración judicial”, ahora es el juez Velasco de turno, cual aquel Garzón del pasado y pisado. A nadie extraña la figura de Rafael Alcalá, mamporrero de Justicia, sacando y poniendo fiscales, o un Presidente de Murcia, encausado en cinco presuntos delitos, le oímos decir que su dimisión es por el bien de los murcianos. ¡¡Chiquito apestado!!

Debería avergonzarnos pertenecer a un país donde la oposición se opone a sí misma, donde el enemigo está en su propia acera, donde las hijas de puta se sientan en su bancada, donde los golpes de Estado se gestan de forma cobarde entre bastidores inconfesables de Ferraz. Donde el Rufián de turno, pierde las razones con la sinrazón y el insulto, el recurso de los ineptos, y se pone a la altura del Ministro que mea agua bendita y conspira contra los separadores, que no separatistas, que no es lo mismo, bien sabemos ya que sólo tapan sus propias vergüenzas.  

Debería avergonzarnos… o tal vez deberíamos colocar cartel de “SE VENDE” en este solar llamado España, que a fuerza de intentarlo hemos conseguido hacerlo inhabitable. Siglos de tensiones han fracturado el país, vivimos al galope de “unos contra otros” y “si tú cinco, yo diez”. No situamos a la cabeza de Europa en repartir miseria al tiempo que las puertas giratorias echan humo para los políticos sin escrúpulos.  


Debería avergonzarnos pertenecer a un país…