martes. 23.04.2024

Islam en España, punto de vista

musulmanes

¿Existen hoy en día organizaciones de musulmanes que priorizan y/o alternan el aprendizaje del culto y la práctica de la fe en términos compatibles con los valores del sistema democrático?

Los días que sucedieron a los atentados terroristas de Barcelona y de Cambrils, muchos colectivos de musulmanes, en su inmensa mayoría marroquíes o de origen marroquí, particularmente en Cataluña y Madrid salieron a manifestarse en contra de dichos atentados y solidarizarse con las víctimas. De la misma manera mostraron su inquebrantable repulsa a la violencia y los violentos. Sin embargo, en términos cualitativos y cuantitativos esas manifestaciones se quedaron deslucidas, porque dichos colectivos a pesar de su nutrida cantidad y diversidad no han conseguido una movilización masiva a pesar de la contundencia de su mensaje de repulsa. Quizás el periodo estival y vacacional ha tenido algo que ver en esto, aunque lo que es cierto también, es la más que notoria fragmentación del mapa asociativo de los colectivos musulmanes y su poca capacidad movilizadora y organizativa. Esto se debe a mi modo de ver, por un lado, a la manera con que los poderes públicos (locales, autonómicos y centrales) gestionan las relaciones con las denominadas asociaciones de los colectivos de musulmanes, y por otro cómo esos mismos poderes tratan el hecho religioso musulmán en todas sus vertientes políticas, culturales y sociales

En cuanto al mapa asociativo siempre ha habido tendencia a promover a entidades afines y quizás manejables en vez de optar por organizaciones con arraigo y representatividad capaces de hacer de interlocutores y mediadores con las administraciones y los colectivos de musulmanes, y a la vez con la suficiente autoridad para transmitir a dichos colectivos los valores del sistema democrático y de sus ventajas, donde se respetan escrupulosamente las reglas del juego y donde la práctica libre del culto es una conquista pero no sería la única, ni siquiera la más importante  

¿Existen hoy en día organizaciones de musulmanes que priorizan y/o alternan el aprendizaje del culto y la práctica de la fe en términos compatibles con los valores del sistema democrático? Esta es la cuestión prioritaria que se debe abordar ante una eventual evaluación y reorganización del campo religioso musulmán.

Estos días pasados me llamó la atención la procesión de varios representantes del colectivo musulmán por los distintos medios de comunicación. Destaco de esas a tres protagonistas: un conocido dirigente de un programa en Canal TV Córdoba Internacional, y dos imames, uno de la mezquita de Getafe y el otro de la mezquita de Fuenlabrada, aunque estos últimos son también tertulianos destacados y habituales del mismo canal.

En primer lugar, la fijación centrada en tres figuras vinculadas a un canal que genera controversia sobre su discurso y sus objetivos no puede ser el resultado de la mera casualidad, máxime si sabemos que dicho canal es financiado y promovido por un jeque saudí que no se destaca precisamente por la difusión de una versión del islam compatible con los valores que hemos mencionado arriba a pesar del impecable castellano y el trenzado discurso de sus protagonistas.

Ese canal que he podido seguir en algún momento por curiosidad, cambia su mensaje según el idioma utilizado y según los horarios, de hecho, en una madrugada he visto desfilar al famoso imam de Ceuta que tildó a las mujeres de fornicadoras por llevar pantalones vaqueros y zapatos con tacones.

En otro horario más convencional y de los denominados de máxima audiencia he seguido a tertulias donde desfilan conocidos profesionales de la comunicación en España con la etiqueta de expertos en el mundo árabe a veces y otras como especializados en la fe musulmana opinando sobre los flujos migratorios, el terrorismo, la gestión del culto de los musulmanes, la cocina halal, el cuscús y los beneficios de la circuncisión. De la islamofobia galopante y la escandalosa y múltiple discriminación que padecen las mujeres musulmanas en España, por ejemplo, ninguna mención.

Por otro lado, ceñir la interlocución de un colectivo heterogéneo y diverso en un determinado prototipo de mensajeros, por más buenos oradores que sean, oprime la diversidad y la condensa en un modelo determinado de musulmán como si fuera el único o el válido cuando ni siquiera es el más representativo.

La inmensa mayoría de los musulmanes afincados en España no frecuentan las mezquitas, entre otras porque no hay lugares de culto suficientes ni dignos donde oficiar sus credos

La inmensa mayoría de los musulmanes afincados en España no frecuentan las mezquitas, entre otras porque no hay lugares de culto suficientes ni dignos donde oficiar sus credos, y menos aún imames preparados para dispensar un aprendizaje de un islam acorde con las realidades políticas, humanas, culturales, filosóficas e históricas del país de acogida.

De la misma manera, no todos los musulmanes son practicantes, y quizás algunos ni siquiera son creyentes, aunque el islam puede constituir parte de su bagaje cultural junto al lado de otros tantos componentes  

De esta diversidad que no aparece por ningún lado hablo. Todo el debate sobre el islam se recrudece cuando hay actos criminales y se confina alrededor de las mezquitas y de los imames, tema que por otro lado no es nada nuevo ya que lleva coleando insistentemente desde los atentados terroristas de Atocha.

No hace falta recordar las veces que hemos evocado en este mismo espacio el asunto de las mezquitas, de los imames, de la práctica del culto, y sobre todo de la enseñanza de los niños en dichas mezquitas, sin embargo no sería de menos volver a insistir insistentemente, valga la redundancia, sobre la necesidad de abordar la situación de los ciudadanos musulmanes o de origen musulmán en España con la seriedad y la diligencia necesaria debido a la gravedad de los hechos y la urgencia en la aportación de propuestas constructivas que ayudan a dar con las soluciones.

Los poderes públicos (locales, autonómicos, centrales), que por cierto pocos son los que les han mencionado como principales responsables, tienen que dejar de mirar al otro lado de una vez por todas. Ya está bien de reducir toda la acción pública en legislaciones que limitan el ejercicio de los derechos y en persecuciones que priorizan la seguridad sobre la prevención y la preparación Ya está bien de medir las políticas por sus réditos electorales, y que destinen la atención, los medios y las alternativas necesarias para intentar dar con la solución a los problemas de los ciudadanos, inclusive los musulmanes

Los partidos políticos y los agentes sociales tienen mucha responsabilidad en tanto en cuanto como instrumentos que organizan, o deben organizar a los ciudadanos para que aprendan a ejercer sus derechos y cumplir con sus obligaciones. Esa es o debe ser su labor principal.

Los medios de comunicación no pueden eludir tampoco su responsabilidad y ceñir su labor para cubrir asuntos muy sensibles con coberturas y conjeturas sensacionalistas, intrigantes y de consumo.

Por último, al teclear la palabra islam y buscar su sinónimo con el cursor salen dos palabras: la morería y morisma, y los dos vocablos, aunque aparentemente no tienen o no deben tener relación con moro, sin embargo, sí que insinúan alguna vinculación. Dicho de otra manera y en resumidas palabras: ya es hora de empezar por abordar el islam como religión española o una de las opciones religiosas que conviven en el Estado español, y empezar a llamar a los musulmanes españoles por lo que son más allá de sus orígenes y sus descendencias.

Islam en España, punto de vista