jueves. 18.04.2024

Una Europa ruin

La tierra de asilo y acogida que era Europa se está desvaneciendo para convertirse en un grito racista y xenófobo.

La llegada de un millón de personas en el último año procedentes de países en conflicto como Siria, Irak o Afganistán  ha hecho que salgan a la luz los peores sentimientos y lo que es peor, los más bajos razonamientos por parte de los líderes políticos.

En un principio Alemania vio la llegada como una oportunidad: venía gente muy bien formada y muchos jóvenes que ayudarían a estabilizar a las sociedades envejecidas europeas. Pero el optimismo duró poco.

Primero tuvimos que ver cómo en la Comisión Europea, los países regateaban el número de refugiados que iba a acoger cada uno de ellos. Un espectáculo penoso. Finalmente  aceptaron unos cupos irrisorios ya que el número de solicitantes de asilo ha duplicado las expectativas.

Paralelamente nos alarmábamos al ver  cómo países del este de Europa, recién llegados a la Unión Europea y  los que más subvenciones  reciben,  gaseaban, pegaban y expulsaban a culetazos a los refugiados que cruzaban sus países. Líderes de Hungría o de Polonia, pero también de otros países vecinos, se niegan a acoger “a la marabunta de musulmanes”.

La malísima gestión del Gobierno de Bruselas en el reparto de los refugiados ha hecho que de la noche a la mañana nos hayamos despertado con una Europa intransigente, egoísta, intolerante, racista y xenófoba.

Francia no quiere oír hablar de refugiados tras los atentados de Paris, Gran Bretaña les niega la entrada mientras viven  a la  intemperie miles de personas en el paso de Calais, durmiendo al raso sobre barrizales.

Miles de personas siguen entrando de la mano de las mafias turcas, que trabajan con toda libertad desde Esmirna, en botes de goma con cabida para veinte personas y en donde meten a cuarenta o cincuenta personas. Eso sí, para subir previamente deben pagar unos  mil quinientos euros, todo depende de la edad, del tiempo que haga o de la demanda.

Previamente les obligan a comprarse unos chalecos salvavidas a 40 euros que son malas imitaciones de los auténticos y por si todo esto fuese poco, cien borrachos inundaron la Estación Central de la ciudad alemana de Colonia la noche de fin de año. La policía intervino ya que llevaron a cabo actos de acoso sexual, robos y un par de violaciones a las mujeres que por allí pasaban. Los medios de comunicación se apresuraron al día siguiente a afirmar que la mayoría eran refugiados.

Pues bien, hasta el momento sólo hay un acusado de nacionalidad argelina y del centenar de borrachos, dieciocho fueron identificados como solicitantes de asilo, el resto eran alemanes y estadounidenses. Pero la difamación estaba en marcha.

La extrema derecha alemana, Pegida, actuó rápidamente y comenzó su campaña para frenar la llegada de refugiados y expulsar a los que están en Alemania. En Finlandia se crearon los Soldados de Odín, patrullas urbanas con vínculos neonazis, que recorren las ciudades finlandesas en donde han sido instalados solicitantes de asilo, la mayoría iraquíes y en España hemos podido leer en la columna del periodista Lluis Uría, redactor jefe de internacional  de un prestigioso periódico español  afirmando que “los musulmanes (por cultura, por tradición) tienen colectivamente un problema con el sexo y como consecuencia, con el respeto debido a las mujeres”.

Desde esta columna decimos que a los auténticos violadores, los detengan ya sean argelinos o alemanes, como también deberían hacerlo a  los que acosan sexualmente en Magaluf (Mallorca), en la Plaza Tahrir de El Cairo, en los Sanfermines de Pamplona  y al resto, o sea la mayoría, que los protejan, especialmente si son personas que huyen del horror. El mandato de ACNUR (Naciones Unidas para los Refugiados) es dar protección a los refugiados.

Mientras tanto aumentan las denuncias de mujeres refugiadas que se ven acosadas sexualmente durante el largo camino por las personas que en teoría las deberían proteger. De la misma forma que Europol avisa de que diez mil niños han desaparecido en su camino por Europa. No sólo las mafias turcas sino también la Camorra ha entrado en acción.

A estas personas que huyen de la guerra se les pretende quitar en Dinamarca, Finlandia y algunos lugares de Alemania el dinero y las posibles joyas que puedan llevar, dicen que para sufragar “su alimentación”. Y finalmente deportarlas. Hasta ahora el hecho de llevar a cabo expulsiones se insinuaba pero no de hablaba de ellas con claridad.

De ahora en adelante esa será la noticia. Los países más ricos de Europa, los que hace unos años eran los más solidarios como los nórdicos han decidido que no quieren más refugiados.

Noruega ha comenzado a llevar a cabo expulsiones por el ártico a 37 grados bajo cero. El resto irán saliendo en aviones pero ¿a dónde los piensan enviar?.

 Mientras tanto la mayoría de sirios e iraquíes que han tenido que huir, se encuentran en sus países limítrofes como Turquía, Líbano o Jordania. Obviamente estos países ya no pueden acoger más personas. Pero también se ha puesto en marcha la política del chantaje.

 Turquía quiere tres millones de Euros y la entrada en la UE, a cambio de retenerlos en su país. La subasta de personas ha comenzado.

Una Europa ruin