jueves. 18.04.2024

Política de Defensa: ¿Qué inseguridad? (¿Sólo la del coronavirus?)

armadas
Foto: EUTM Mali

Enrique Vega Fernández | Repasando las noticias que se han publicado en los últimos meses es posible encontrar algunas (además de la relativas al coronavirus, aunque también) que, aunque aparentemente distintas y diversas, parecen apuntar todas en la misma dirección. Como, por ejemplo:

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos alertan de que, por medios subrepticios: noticias y comentarios engañosos (las célebres y tan de actualidad fake news) y acciones de ciberguerra (¿guerra?), Rusia (hackers anónimos al servicio de Rusia) intenta interferir en las próximas elecciones presidenciales estadounidenses para que, según una de las noticias, resulte ganador en las mismas el actual presidente Trump, al que, según dicen, ya favorecieron en las anteriores. Y. según otra, para que su contrincante en la recta final sea el aspirante demócrata Bernie Sanders, tildado de “socialista” por el conservadurismo nacionalista estadounidense. Es decir, los dos extremos.

¿Son nuevas la competencia tecnológica, económica y comercial? ¿Es nueva la propaganda, la contrapropaganda y la interferencia en los asuntos políticos de otros países? ¿Es nuevo el espionaje y los caballos de Troya?

Pero no son estas curiosas y aparentemente contradictorias preferencias rusas las que me interesa resaltar ahora, sino la propia esencia de las noticias: su fuente: los servicios de inteligencia, que, debido a su propia naturaleza, nunca demuestran, sólo muestran (por algo antes se les llamaba secretos, ahora de inteligencia), y su objetivo (a denostar): Rusia.

Otras cuantas noticias hicieron referencia a que el Mobile World Congress 2020 tuvo que suspenderse debido a la cascada de multinacionales del ámbito de la comunicación digital que declinaron su presencia, como consecuencia de la epidemia de coronavirus que, con origen en la provincia china de Hubei, ha acabado por extenderse por todo el mundo. A estas alturas. ya no sólo el Mobile World Congress 2020 tuvo que suspenderse, sino, asimismo, un buen número de eventos internacionales y actividades mucho más cotidianas.

Pero igual que en el ejemplo anterior, no es la noticia en sí, la epidemia (ya pandemia), lo que me gustaría resaltar, sino el hecho de que la desbandada la iniciaran, bastante antes de que se iniciara la expansión de la enfermedad y se la declarase epidemia por la autoridades sanitarias internacionales correspondientes (Organización Mundial de la Salud), dos compañías (LG Electronics y Sony, junto a la sueca Ericsson), coreana (del Sur) y japonesa, respectivamente, estrechamente relacionadas con el sector estadounidense de la inteligencia artificial y que, debido a la mayor proximidad al foco de la epidemia, más riesgo parecían correr en sus propias sedes nacionales que en la alejada Barcelona. ¿Excusa caída del cielo para boicotear el principal congreso mundial de tecnología punta, donde, según expertos y entendidos, la compañía china Huawei podría exhibir su primacía tecnológica en el novísimo campo del G5?

Primacía contra la que Estados Unidos (su Gobierno y sus multinacionales) lucha no sólo en el campo de la competencia tecnológica, sino también en el de la competencia económica (guerra comercial y tarifaria con China) y en el de la seguridad: aviso estadounidense a la Unión Europea, incluida expresamente España, de sanciones comerciales y tarifarias y de suspensión de información  de inteligencia y seguridad si no excluyen  a la compañía Huawei de sus redes G5. Compañía, con la que Estados Unidos mantiene un ya largo enfrentamiento, con solicitudes de extradición de algunos de sus principales ejecutivos, retenidos en diferentes países, acusados de espionaje electrónico en Estados Unidos.

Todo un conjunto de noticias, en un contexto, en el que tanto el comunicado final de la Cumbre Ministerial de la OTAN, celebrada los pasados 3 y 4 de diciembre de 2019 en Londres, para festejar el 70 aniversario de la Alianza Atlántica, como las presentaciones oficiales y las entrevistas de pasillo de un buen número de dirigentes de países de la OTAN en la Conferencia de Seguridad de Múnich 2020 (14-16 de febrero de 2020), han insistido en calificar a China como reto y desafío por su pujanza tecnológica, incluso en el ámbito del desarrollo armamentístico.

Y en un contexto, en el que la OTAN prepara (se acaben celebrando o no), para este mes de marzo de 2020, una nueva edición de las maniobras militares Cold Response, en el norte de Noruega y océano Glacial Ártico, frente a la península rusa de Kola (con su importante base militar, naval y nuclear de Murmansk), en la que desplegará unos 15.000 efectivos (de los cuales, 7.500 estadounidenses) con el objetivo de enfrentar “fuerzas invasoras imaginarias procedentes de Rusia” y para abril-mayo de 2020, las maniobras militares (Defender Europa 2020), las más numerosas (40.000 efectivos, de los que 20.000 estadounidenses) desde el fin de la Guerra Fría, frente a Rusia: despliegue en Polonia y países bálticos, con retaguardia en Alemania.

Nos dicen, frecuentemente, que vivimos en un mundo inestable e inseguro de nuevos riesgos y amenazas imprevisibles. ¿Son nuevas la competencia tecnológica, económica y comercial? ¿Es nueva la propaganda, la contrapropaganda y la interferencia en los asuntos políticos de otros países? ¿Es nuevo el espionaje y los caballos de Troya? ¿Ha habido tiempos pasados estables y seguros?

La inestabilidad y la inseguridad actuales, ¿no se reducirían, por lo menos algo (no es el único protagonista) si el hegemón de hace veinte años, tras el fin de la Guerra Fría y el desmoronamiento de la Unión Soviética, se resignase a que los tiempos están cambiando (¿imprevisiblemente?) y aceptase dejar de securitizar las relaciones internacionales y de militarizar la seguridad?


Enrique Vega Fernández | Coronel de Infantería (retirado), asociación por la Memoria militar Democrática

Política de Defensa: ¿Qué inseguridad? (¿Sólo la del coronavirus?)