jueves. 28.03.2024

Militares y neutralidad política

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Enrique Vega Fernández | En una contribución en este mismo espacio de no hace mucho tiempo, alertaba de los posibles déficits democráticos que podían detectarse en la legislación y normativa relativa a las Fuerzas Armadas como consecuencia de la herencia residual autoritaria de la dictadura. Lo finalizaba haciendo alusión -solamente a título de ejemplo y, por lo tanto, sólo de pasada- a ciertas incongruencias en relación con la libertad (quizás más exactamente con la no libertad) de expresión de los militares. Mi intención es profundizar hoy un poco más en este aspecto.

En estos momentos, dos parecen ser los grandes tipos de causas por los que las leyes y normativa limitan la libertad de expresión, pública o privada, escrita o hablada, a los miembros de las Fuerzas Armadas: «cuando se traten cuestiones que pudieran perjudicar a la protección de la seguridad nacional o se utilicen datos que sólo puedan conocerse por razón de su destino o cargo en las Fuerzas Armadas» (art. 178 RR.OO et al) o en temas relativos a lo que se ha venido a llamar «neutralidad política» (artículos 6, 7 y 8 de la LO 8/2014 de Régimen Disciplinario de las Fuerzas Armadas et al). 

Mientras que la primera causa, razón de reserva profesional, no parece presentar demasiado margen para la objeción o discusión, siempre y cuando cada caso concreto se ajuste a lo prescrito por la sentencia 21/1981 de 15 de junio del Tribunal Constitucional«las limitaciones al disfrute de los derechos fundamentales de ciertas categorías de ciudadanos, basadas en la “relación de sujeción especial”(caso de los miembros de las Fuerzas Armadas), sólo son admisibles en la medida que resultan estrictamente indispensables para el cumplimiento de la misión o función derivada de aquella función especial». Es decir, en nuestro caso, para la eficacia y operatividad de las Fuerzas Armadas.

¿Se hace política y partidismo cuando lo que se dice o escribe no está de acuerdo con lo que dicen y hacen las autoridades políticas y militares y no se hace política cuando se está de acuerdo con lo que ellas prefieren y preconizan? ¿Es eso neutralidad?

La segunda, la necesaria “neutralidad política” de las Fuerzas Armadas para que éstas puedan considerarse adecuadamente insertas en una sociedad democrática [1], sí que presenta posibles dudas, principalmente debido a la ambigüedad léxica y conceptual de la propia expresión “neutralidad política”. Ambigüedad que es la que proporciona la oportunidad de interpretaciones abusivas por parte de ciertas mentalidades, dentro y fuera de las Fuerzas Armadas, heredadas del autoritarismo imperante en el anterior régimen dictatorial.

En primer lugar, se confunde (¿intencionadamente?) política con partidismo, con apoyo a o militancia en un partido político legalmente establecido y susceptible de estar representado en las Cortes vigentes en el momento de que se trate (no, por tanto, de situaciones históricas pasadas o por venir), que es lo que realmente podría tener sentido, porque ideas y preferencias políticas e incluso partidistas las tiene todo el mundo, incluidos los militares, como prueba el número cada vez mayor de militares que ingresan en un partido político nada más pasar a la situación de retiro (jubilación). ¿O es que no es “político” cualquier acto, acción o actividad militar? ¿Por qué las órdenes o directrices de un Gobierno a las Fuerzas Armadas son “política” (política de seguridad, de defensa, internacional, etcétera? Y, sin embargo, su cumplimiento por ellas ya no lo es, no debería serlo según la ley, porque son, deberían ser, “políticamente neutrales”. Un absurdo.

Un absurdo que deriva de la segunda ambigüedad conceptual, y mucho más importante que la anterior, de la expresión “neutralidad política”. ¿Quién debe tener restringida su libertad de expresión en lo que a términos partidistas se refiere: los militares o las Fuerzas Armadas? Creo que las Fuerzas Armadas como institución, como corporación, no los militares como individuos, como ciudadanos. Un militar no sólo debería tener derecho a pensar (incluso sobre política, políticas y partidos políticos) lo que quiera, sino también a expresarlo, por escrito o de palabra, como quiera y donde quiera (derecho fundamental, democracia interna), siempre y cuando no esté representando a las Fuerzas Armadas (democracia funcional), situación en que lo está en su quehacer diario profesional, en el mando de sus subordinados, en su presencia en cualquier tipo de acto vestido de uniforme o expresamente comisionado para ello aunque vista de paisano. 

Por ello, no se entiende muy bien que, por ejemplo, un cabo (Marcos Santos) esté sufriendo una sanción disciplinaria por firmar un manifiesto de militares en activo, en reserva y retirados que denuncia que no todos los militares son, somos, nostálgicos del franquismo para contrarrestar otro anterior en el que otros militares en reserva y retirados exigían a la sociedad española, incluidas sus Fuerzas Armadas, respeto por el viejo dictador Francisco Franco. Mientras (21 de octubre de 2018) un teniente general (Fernando López del Pozo) de uniforme y oficialmente representando al Estado Mayor de la Defensa, acudía a un acto de una organización política (Hazte Oír), hoy día bastante polémica y controvertida, en la que alababa su ideario y daba a entender su similitud con el de las Fuerzas Armadas.  

¿Se hace política y partidismo cuando lo que se dice o escribe no está de acuerdo con lo que dicen y hacen las autoridades políticas y militares y no se hace política cuando se está de acuerdo con lo que ellas prefieren y preconizan? ¿Es eso neutralidad? No sé qué diría la Real Academia de la Lengua.

Ojalá que esa Fuerza 2035 que con tanto esfuerzo se está intentando modernizar para la mejor protección de España en el futuro, no lo sea solamente en material, tecnología y procedimientos de combate, sino también en mentalidad, en este aspecto y en algunos otros que en su momento se intentarán tratar.


Enrique Vega Fernández | Coronel de Infantería (retirado) Miembro de Memoria Militar Democrática y del Foro Milicia y Democracia


[1] Lo que llamé la “democracia funcional” de unas fuerzas armadas democráticas en un artículo anterior de fecha 14/06/2019 de este mismo espacio Nueva Tribuna.

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