jueves. 25.04.2024

El veinte de diciembre no son unas elecciones más

Estamos en ese tiempo en el que no se mueve ni una sola pestaña sin calcular cuál vaya a ser la repercusión electoral.

Estamos en ese tiempo en el que no se mueve ni una sola pestaña sin calcular cual vaya a ser la repercusión electoral.

Todos están en aquello de que es preferible una crítica por no llegar a las expectativas sobre “esto o aquello”, que por exceso.

Y en esas estamos. En un limbo del “buenismo” para ignorantes o desmemoriados. Todo es emplazado para después de las elecciones.

Que las cuentas sabemos que no cuadran y están señalando desde la Comisión Europea que faltan diez mil millones para llegar a los compromisos adquiridos por el gobierno de Mariano Rajoy… No pasa nada, salen De Guindos y Montoro a señalarnos que  están equivocados en la Unión Europea, y que España crecerá más de lo que barajan estos en sus datos. En definitiva, se trata de decir todo lo que haga falta para tratar de mejorar los cálculos electorales que vienen anunciando una fuerte caída de votos y escaños para los populares.

Y bastante parecido ocurre con los socialistas. A los que por cierto tampoco auguran buenos resultados las encuestas. Hasta el punto de que llegar a cien diputados podría ser considerado como un éxito.

¡Cada día una promesa!  Ese parece ser el lema elegido. Pero el problema, es que lo han hecho tantas veces y se han olvidado tantas más, que ya no se les cree.

Ese es el verdadero problema y el talón de Aquiles del Partido Socialista hoy. Con Sánchez o con el “mirlo blanco” que hubieran querido descubrir.

Son muchas cosas…, entre ellas las puertas giratorias que siguen y siguen girando sin parar. Cuarenta y tres  cargos de PP y PSOE refugiados en empresas de energía en los últimos años. Entre los cuales están ex presidentes y ex ministros de ambos partidos. Y a más a más con la miseria intelectual de que, encima, no renuncian al sueldo público que como ex presidentes (Aznar y González) les llega desde los Presupuestos Generales del Estado.

Son cuestiones como estas, de incoherencia y de falta de credibilidad, las que definitivamente van a pasarles factura a los partidos de la alternancia. El por qué ahora y no antes es simple: la crisis permanente que ha hecho florecer nuevas fuerzas políticas bajo el discurso de la necesaria regeneración.

Y es por eso que se vislumbra ya un futuro gobierno que va a necesitar el acuerdo de dos o más fuerzas políticas para alcanzar mayorías suficientes. Y que ojalá sea verdad que sirva, de una vez por todas, para terminar con el oscurantismo y las áreas sin control ni transparencia que hasta aquí han venido siendo patrimonio común de los gobiernos.

A un mes de la próxima cita electoral, todo está todavía por decidirse: quien será el ganador, quien vaya a ser el segundo partido más votado, quien el tercero o el cuarto. Todo está por verse.

Pero lo que sí está ya claro es el que los actores no serán ya dos sino cuatro. Y una cosa más, que de los dos considerados grandes hasta la fecha, el que no consiga formar parte del gobierno, afrontará una crisis interna sin precedentes.

Ya ven por qué no van a ser unas elecciones más las del próximo veinte de Diciembre.

El veinte de diciembre no son unas elecciones más