sábado. 20.04.2024

“SKF se pilló los dedos”

Más de noventa trabajadores fueron vendidos, como una parte más de las instalaciones de SKF, a una empresa coreana KPF...

Hasta la fecha, cuando la multinacional sueca había querido prescindir de partes de la producción que consideraba secundarias o de escaso valor añadido, lo había hecho concentrando esas producciones fuera de sus fábricas y absorbiendo al personal correspondiente.

Así ocurrió cuando se dejó de producir engarces, bolas o rodillos.

Hasta que ocurrió una historia diferente protagonizada  por SKF,  KPF, y los propios sindicatos.

Más de noventa trabajadores fueron vendidos, como una parte más de las instalaciones de SKF, a una empresa coreana KPF, a la que en aquellos momentos solo conocía, aquí, la propia SKF.

Envolvió la venta en promesas de futuro y en que se trataba de otra empresa multinacional que desarrollaría las inversiones necesarias para que la operación fuera un éxito.

Los sindicatos en aquellos momentos, ante la desazón y el desacuerdo de los trabajadores que abandonaban SKF, manifestaron que legalmente la empresa podía hacerlo. No era justo que tras toda la vida laboral en SKF los vendieran como parte de las instalaciones, pero al parecer era legal.

Y como toda garantía, firmaron, que durante cinco años, si se fracasaba en el nuevo proyecto de KPF, y si se cumplían toda una serie de parámetros en SKF, los trabajadores podrían ser reintegrados a SKF.

Eso está ocurriendo ya. Me refiero a lo del fracaso de KPF, envuelta en un expediente de crisis, y alegando pérdidas millonarias. Falta por conocer cómo va a cumplir SKF con la readmisión de todos estos trabajadores.

Porque, no sería de recibo que ahora la empresa (y a lo peor también los propios sindicatos) quisieran colocarse de perfil y salir “de rositas”, mientras desaparecen estos más de noventa puestos de trabajo y otras tantas familias pasan a engrosar las listas del paro.

SKF es la auténtica responsable de la venta que hizo en su día, y lo mismo que no admitirá que una parte de sus propias instalaciones le sean discutidas, igualmente tiene que ser quien resuelva la incógnita en la que ahora mismo están estos más de noventa trabajadores.

Seguir aludiendo a las responsabilidades de los coreanos, error mayúsculo de los actuales representantes, no arreglará el problema.

SKF sabrá cuales fueron sus acuerdos y qué es lo que pueda reclamarles. Pero para los trabajadores solo queda un camino: el de regreso a SKF.

¡Que no se equivoque nadie!

-Ni los sindicatos

-Ni las instituciones, que aplicaron sustanciosas subvenciones.

-Ni quienes ahora representan los intereses de los propios trabajadores.

“SKF se pilló los dedos”