jueves. 28.03.2024

Me preocupa la izquierda

Las elecciones europeas acaban de poner en evidencia la tremenda desorientación de la izquierda...

Las elecciones europeas acaban de poner en evidencia en España y en general también en el resto de la Unión Europea, la tremenda desorientación de la izquierda. Y como consecuencia de ello, la necesidad urgente de volver sobre sus orígenes para tratar de encontrarse a sí misma.

Regresar sobre los pasos dados y analizar en qué punto del camino se perdió para la izquierda, el concepto de la dedicación a la actividad política como servicio a los ciudadanos. Y donde se quedó la prioridad absoluta de trabajar por la redistribución de la riqueza como uno de sus objetivos fundamentales.

Que los resultados electorales de la socialdemocracia europea han sido malos y reflejan la desorientación y la falta de alternativas que han venido exhibiendo frente a las políticas de recortes y el reparto injusto de las cargas de la crisis, es una evidencia. Como lo es el que, en el caso del PSOE, hayan sido los peores resultados de su historia democrática desde el año 1977.

La cuestión ahora es saber si de verdad se quiere afrontar o no una auténtica rectificación.

En el Partido Socialista la reacción ha sido inmediata. Digna del enorme descalabro sufrido en las urnas. Ahora está por ver hasta dónde llega el análisis y qué conclusiones se obtienen. O sea, si se trata de conseguir un apaño o de verdad se pretende ir más allá en la rectificación.

Porque, aunque es cierto que algunos de los “por qué” se ha llegado a esta situación, arrancan de muy atrás; hay un momento clave y decisivo en la pérdida de la confianza ciudadana. Y ese, está situado definitivamente en Mayo del año 2010, cuando el gobierno de Zapatero se plegó a las exigencias de la Canciller alemana, y sin contar con quienes le habían votado y dado su confianza dos veces en las urnas con más de diez millones de votos, decidió, junto a la dirección de su partido y sin una sola voz discrepante, comenzar la época de recortes más injustos que se recuerdan.

Es ahí, en ese momento histórico, donde está situada la pérdida de confianza de los dos tercios de votantes que el PSOE se ha dejado por el camino.

Y es por esto, que todavía resulta más incomprensible, que durante la reciente campaña electoral, a los organizadores y a la candidata se les ocurriera reivindicar al responsable máximo de esa pérdida de confianza. Y por si el desatino político no fuera ya de por si suficientemente grave, lo adornaron con el despropósito que supone subir al estrado del mitin más importante en Cataluña, al ejecutor de la misma fechoría política en Francia y a Felipe González; este último claro ejemplo de las puertas giratorias de la política y al que la gente de izquierda no le perdona su doble vara de medir.

Se trataría de analizar, también, en qué punto del camino, la actividad política desinteresada se tornó en ambiciones y búsqueda de prebendas.

En qué punto, lo importante fue el permanecer y mantener el estatus, en lugar de defender principios e ideas.

Porque con todo eso hay que terminar si se quiere afrontar una verdadera rectificación.

Con eso y con las democracias controladas en el seno de los partidos.

En pleno siglo XXI y con el desarrollo de las telecomunicaciones, los partidos no pueden seguir actuando como en el siglo pasado. La información tiene que fluir y las decisiones importantes deben que ser consultadas en lugar de ser adoptadas en “petit comité”.

Decisiones como los planes especiales de jubilación, o las cesantías y demás prebendas que han venido sucediendo, no se habrían producido con la participación de las bases.

Y para no alargarme excesivamente, añadiré que dentro de esa necesaria rectificación, se debe analizar cual tiene que ser la ética exigible a todo cargo público  en un partido de  izquierda, máxime si como en este caso se denomina socialista, obrero y español.

No, no lo tiene fácil el socialismo español. Como no lo tienen fácil en la socialdemocracia europea, y mucho menos si finalmente acaban formando una alianza de gobierno con los populares europeos.

Pero en ambos casos, deberían ser muy conscientes de que se trata de renovarse en profundidad o adentrarse en la cuesta abajo  de la irrelevancia política.

Las elecciones europeas y sus resultados, solo han sido un aviso claro del descontento que bulle en el seno de la izquierda.

Me preocupa la izquierda