viernes. 29.03.2024

Una mirada crítica sobre la realidad chilena (3)

Cuando se habla de Chile, en muchos países incluida España, se da la paradoja de que casi nadie piensa que estemos ante el segundo País con más desigualdad de toda Latinoamérica.

Sí, hablamos de Chile y quiero mostrarles algunas conclusiones.

Cuando se habla de Chile, en muchos países incluida España, se da la paradoja de que casi nadie piensa que estemos ante el segundo País con más desigualdad de toda Latinoamérica.

Y es que no es esa la imagen que se proyecta, ni desde dentro ni desde afuera; por causas que no me voy a entretener ahora en explicar, pero que tienen mucho que ver con el amparo estadounidense al golpe militar de Pinochet.

Algunas pinceladas que nos ayuden a entenderlo

Tomo prestado un dato de la UNESCO que me parece significativo: mientras en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el 10% más rico de la población gana entre 9 y 10 veces más que el 10% más pobre. En Chile, el dato es de treinta veces más, el triple.

Las diferencias y la acumulación de riqueza en muy pocas manos hacen que, por ejemplo, el 60% de las ventas y exportaciones de vino chileno estén concentradas en ocho familias; que a su vez son ocho emporios económicos.

Y parecido ocurre con las ventas de la Acuicultura del Salmón del Atlántico, donde una sola empresa controla la mayor parte de la producción…

Han pasado tres gobiernos de izquierda en Chile tras la pérdida del plebiscito del dictador Pinochet, pero sigue sin asentarse en el País un compromiso serio de lucha contra las desigualdades, y de que se vislumbre un camino hacia una mayor equidad.

Temas como la Educación y la Salud están muy lejos de poder ser en Chile una herramienta  de trabajo contra la desigualdad.

En Chile, la enseñanza obligatoria gratuita, lo es hasta los 14 años. Que corresponde a mitad de ciclo de la enseñanza media (quedan cuatro años más para poder acceder a la Universidad mediante una prueba de acceso que realizan las propias universidades).

En las universidades que son públicas, los estudiantes piden créditos al Banco para poder pagar sus estudios, y al terminar deben abonar sus créditos más los intereses acumulados…Lo que convierte el acceso a la universidad en un privilegio al alcance de no muchos.

Podemos preguntarnos qué ha hecho la izquierda en sus tres mandatos de gobierno al respecto. Vergonzosamente nada que pueda considerarse relevante. Ya que, hasta el hecho de limitar los intereses de los créditos estudiantiles, fue obra del gobierno de Piñera como respuesta a las movilizaciones de estudiantes en un vano intento de parar las movilizaciones.

Solo los estudiantes muy excelentes, pueden beneficiarse de las escasas becas que se conceden. Lo que lleva a que las familias gasten, lo que no tienen, en tratar que la preparación de sus hijos en la última parte de la educación secundaria, les prepare para hacer un buen examen de acceso a las universidades públicas. Porque en cualquier caso, son a las únicas que por su nivel de ingresos se pueden permitir llevarlos (aunque conlleve los créditos estudiantiles que les señalaba).

La Salud en Chile es otro galimatías difícil de entender y de explicar. En la sanidad pública funcionan cuatro niveles: A, B, C y D.  La A, es para los indigentes y funciona con listas interminables según me explicaron. La B, es para l@s  trabajador@s  de salud.  Ambos niveles A y B son gratuitos.

En los niveles C y D, insisto que estamos hablando de la sanidad pública, se paga el 30% y el 70% respectivamente, según sean los ingresos que se obtienen.

Las medicinas se pagan al 100% en todos los casos excepto las que sean por enfermedades crónicas.

Mientras, paralelamente, existe una lucrativa medicina privada que vive del mal funcionamiento, programado, de la sanidad pública.

Aparentemente, para muchos, estaríamos hablando del País más europeo del Sur de América… Pero ya ven que la realidad marcha por otros derroteros.

Una mirada crítica sobre la realidad chilena (3)