jueves. 25.04.2024

Hablemos de las elecciones catalanas

Deliberadamente no hablaré de la corrupción. Ni del problema del 3%, ni de quienes quieren envolver en las banderas sus fechorías.

Todo parece indicar que el día 27 de Septiembre, las urnas en Cataluña, pueden ratificar una mayoría de escaños independentista.

Está en juego si lo hace sólo en el tema de mayor número de escaños o si también en una mayoría en el número de votantes.

El tancredismo del presidente Mariano Rajoy, puede conseguir con su comportamiento, lo que ni siquiera soñaban desde el independentismo: que puedan llegar a obtener ambas mayorías.

En cuanto a los datos y a las formas. Las encuestas, como siempre, las hay para todos los gustos. Y es que, “la cocina”, depende en buena medida de quien paga el sondeo.

La macro encuesta del CIS por ejemplo, en estado puro muestra como preferencia directa de la ciudadanía catalana, que “Convergencia y asociados” recibirían el 33/34% de los votos encuestados. Le seguiría el grupo formado por Podemos con el 19/20% de los votos. Tercera fuerza sería Ciudadans con el 14%. Cuarta fuerza quedarían los socialistas con el 13%. Mientras que el PP pasaría a ocupar la quinta posición con el 9/10% de los votos. La CUP con el 8% parece que sería la última fuerza en obtener representación; ya que Unió, que recibiría entre el 4/5% de los votos parece que quedaría sin representación.

Luego, lo que se publica de la encuesta tras añadir “la cocina” hace que las cosas se muestren bastante diferentes…

Más datos significativos: un millón de personas todavía no tienen claro a quién votar; y el 26% tiene decidido que no acudirá a votar.

Con estos datos cada cual puede extraer sus propias conclusiones. No, no es que yo vea, especialmente, un complot de todos contra Podemos. Sino que el sistema de cocina que se viene empleando (como el recuerdo de voto en las anteriores elecciones autonómicas) no le es aplicable y le penaliza en su caso, ya que no puede haber recuerdo de voto…

Le ocurre lo mismo a nivel del conjunto del Estado, donde en voto directo, digan lo que quieran las encuestas cocinadas, sigue siendo la opción preferida con el 14,9% frente al 13,8% del Partido Popular…

Aclarados los números y las preferencias expresadas directamente por las personas encuestadas, falta comprobar cuál sea finalmente la decisión de quienes acudan a votar en esta ocasión en Cataluña.

En cuanto al fondo, y antes de que el daño pueda resultar irremediable tanto para la Comunidad Catalana como para el Estado; sería bueno que se aportaran para la reflexión, los datos del disparate que supondría para las economías  catalana y española, la ruptura política que plantean una saga de iluminados trasnochados desde Cataluña, y que alimentan, con su comportamiento y falta de diálogo, otro sector igual de trasnochado desde el Estado. Presumo, que con la idea cargada de vileza y pobreza intelectual, de obtener réditos electorales a través de alimentar sentimientos primarios de otro nacionalismo igual de pacato e irracional.

Es en ese camino de no hablar y de colocarse de espaldas a la realidad, tan próximo a lo irracional y desde luego alejado de la razón; que los vendedores de humo y quimeras independentistas han ido trazando su hoja de ruta. Y estas ensoñaciones independentistas encontraron su eco en el Gobierno de España. Porque si bien hubo la respuesta jurídica (lógica ante la pretensión de que se vieran las elecciones autonómicas como plebiscitarias) de que estábamos  ante unas elecciones autonómicas,  se han enzarzado después en forzar declaraciones de líderes internacionales que, ignorando o dando por válido el camino emprendido, se han centrado  en las consecuencias para Cataluña fuera de la Unión Europea…

Y en ésta incapacidad política de ambos gobiernos para restar diferencias y para hablar y negociar puntos comunes hasta atisbar el acuerdo; se ha ido dejando pasar el tiempo dando crédito a que lo emocional (banderas, sentimientos, agravios) de la nueva…, para mi vieja y rancia religión del independentismo catalán, siguiera sumando adeptos contra la lógica y la razón de que, juntos todos y todas, somos mucho más fuertes. De que, la propia democracia es más fuerte.

De hecho es lo que opinan la inmensa mayoría de catalanes cuando se les pregunta por una opción que comporte mayor autogobierno y respeto dentro de las instituciones del Estado. Una mayoría superior a los dos tercios se muestran partidarios de esta opción.

Desiderátum y conclusión final.

No hay izquierda que pueda avalar el monumento a la confusión levantado por  Mas y Convergencia con la bandera independentista. Porque aunque no quieran recordarlo ahora, son la misma Convergencia y el mismo presidente Mas, que cerraba Centros de Salud, que se mostraba el adalid y el campeón en la política de  recortes que acordaba con el Partido Popular. Juntos aprobaron la Reforma Laboral, y juntos se aprobaban los presupuestos en Cataluña y en Madrid.

Por eso, si a ERC le quedara algo de izquierda, le tendrían que salir ronchas de colores. Pero mucho me temo que el marchamo que impera es el de la pequeña burguesía nacionalista catalana.

Lo de la CUP todavía está por ver. Y dudo, sinceramente, que puedan taparse la nariz y dejar que, por activa (votando a favor) o por pasiva (absteniéndose si es lo que fuera necesario) consientan que se forme un gobierno dirigido por Mas.

Y termino. La independencia de Cataluña o de cualquier otra parte de España como opción política es y me parece una opción defendible, equivocada desde mi modesta opinión, pero legítima si se siguen los procedimientos. Pero pretender hacerlo con la mayoría simple de los diputados y de forma unilateral y al margen de la legalidad, es sencillamente un auténtico despropósito político y un viaje a ninguna parte que solo puede generar enormes dosis de frustración.

Y ya ven que deliberadamente no he hablado de la corrupción. Ni del problema del 3%, ni de quienes quieren envolver en las banderas sus fechorías.

Hablemos de las elecciones catalanas