jueves. 28.03.2024

Guatemala, más sombras que luces

Hablamos de un país en el que los datos oficiales reflejan que hasta la fecha, solo se resuelven el 1,54% de las agresiones que sufren las mujeres.

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Imagen del juicio por el caso conocido en Guatemala como Sepur Zarco.

De mi recorrido por Guatemala, donde acabo de pasar cuatro semanas durante el mes de marzo, me traigo muchas más sombras que luces.

El gobierno de Jimmy Morales, casi recién aterrizado a dirigir los destinos de Guatemala, se enfrentaba en esos días al nombramiento de los 22 gobernadores que representarán a su gobierno en otros tantos Departamentos. Y la cosa no empezaba del todo bien, porque hubo de enfrentar protestas por  desacuerdos con algunas de las personas asignadas, al considerar en algún Departamento la designación, como una traición del presidente.

Seguía también pendiente y “deshojándose la margarita”, sobre quien sería la persona a la que nombrara el presidente como magistrado ante la Corte de Constitucionalidad. Pero entre los nombres filtrados, la polémica estaba desatada en contra del que parecía tener más posibilidades de ser el preferido de Morales: el abogado José Luis González Dubón. Personaje que ha destacado en el pasado por defensas polémicas y por haber jugado un papel relevante en la entidad defensora de militares violadores de derechos humanos.

Se manejaba la idea entre algunos analistas políticos, de que éste nombramiento podía ser una “imposición” por parte de los grupos económicos que financiaron la campaña del nuevo presidente.

En cualquier caso, en Guatemala en el momento presente, todas las informaciones de parte deben ser analizadas con cuidado. Ya que no conviene sacar conclusiones precipitadas sin antes ver y valorar los agentes que están detrás de las fuentes y los fuertes intereses económicos y de poder  que están en juego detrás de cada supuesta información.

Quizás por eso sea mejor primero señalar, que por primera vez en mis ya muchas idas y venidas a la América Latina, me he encontrado con la figura de unos EEUU que se muestran preocupados ante la impunidad con que campa la violencia en Centroamérica. Y que en consecuencia parecen querer ayudar a Guatemala en el proceso de cambio que atraviesa el país.

Los acontecimientos ocurridos en el año 2015 en Guatemala, con múltiples manifestaciones contra el gobierno corrupto, concluyeron con la conocida destitución del presidente por corrupción y la convocatoria de nuevas elecciones. Algo que hubiera sido imposible de ver en otro tiempo.

Y algo igual de imposible se acababa de producir ante mis ojos esos días, me refiero al juicio por el caso conocido en Guatemala como Sepur Zarco. Y claro está, a la sentencia condenatoria consiguiente contra los militares responsables de que violaran y abusaran de varias mujeres indígenas…

No olviden que hablamos de un país en el que los datos oficiales reflejan que hasta la fecha, solo se resuelven el 1,54% de las agresiones que sufren las mujeres; y que además en éste caso, los condenados son militares de alta graduación. Sin duda todo un acontecimiento.

Cuando se habla de todos estos cambios que se están produciendo y de las repercusiones para el futuro democrático de Guatemala…, se nota todavía bastante escepticismo. El cambio se valora, y se reconoce el apoyo fundamental de la comunidad internacional, y dentro de ella el impulso de la administración Obama, que parecen haber comprendido que sin estabilidad en Centroamérica les será imposible controlar los flujos migratorios y las nuevas rutas de la droga hacia Estados Unidos.

El cierre en Honduras del Banco Continental a partir de una acción antidroga desde los Estados Unidos, es otra prueba evidente del nuevo pulso sobre la Región.

La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) es quien está impulsando el nuevo rumbo  de la justicia en Guatemala.

De ahí precisamente, el que determinados poderes que se resisten al cambio (y que no se atreven a enfrentarse directamente a ella) estén empeñados y presionando al presidente Morales, en lo que respecta al nombramiento en la Corte de Constitucionalidad, de forma que les permita neutralizar, en la medida de lo posible, la influencia que ejerce el órgano internacional en los magistrados.

Por eso es tan importante ver la determinación del presidente Morales en el nombramiento para la Corte de Constitucionalidad. Y tengo que decir que todas las alarmas estaban encendidas ante lo que parecía que iba a ser la cesión a las presiones de poderes influyentes contrarios al cambio.

Ya en mi última semana en Guatemala, se produjo la presentación del informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en el que se resumía lo ya sabido y repetido en los diversos estamentos de la sociedad guatemalteca. Que la violencia mantiene en Guatemala uno de los índices de impunidad más altos del mundo. Que la población reclusa casi  quintuplica la capacidad de las cárceles en un hacinamiento imposible de controlar. O que la corrupción es el mayor reto que afronta el nuevo gobierno…

Hablaba también de la necesidad de cumplir con los acuerdos de paz si se quiere avanzar en la eliminación de la violencia.

Casi recién leídos todos estos datos en la prensa, tuve la suerte de encontrarme en Quiriguá, junto a un pequeño grupo de amigos viajeros, con el vicepresidente del Gobierno de Guatemala señor Carmona. En el amable intercambio de saludos y fotografías le comenté si en el gobierno eran conscientes del enorme reto que afrontaban y del gran caudal de votos prestados que la sociedad les había dado para que  acabaran con la corrupción… Me miró unos instantes con cierta profundidad y asintió. Sí, somos muy conscientes me dijo, ese es nuestro gran reto.

Nos despidió con un apretón de manos y una cercanía que me pareció envidiable y sorprendente (a pesar de los cinco o seis guardaespaldas que le acompañaban) en un País con los índices de violencia que se mantienen en Guatemala.

Guatemala, más sombras que luces