jueves. 28.03.2024

Elecciones, en esta España nuestra

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Podemos y PSOE se merecen, al margen de todas las consideraciones que cada cual guarde en su interior, la oportunidad de poder conformar un gobierno de progreso

A veces tendemos a pensar que la democracia está conquistada y asegurada desde aquel 15 de Junio de 1977 en que pudimos votar en libertad por primera vez en España, tras la dictadura franquista que el fascismo internacional impuso por la fuerza de las armas en España. Y no que se trata de un ente vivo a cuidar y fortalecer cada día...

Ahora que se pretende por parte del nuevo fascismo (que ya asoma a las puertas del Congreso de los Diputados) volver a escribir la historia de la dictadura y de Franco, conviene recordar una verdad muy ignorada, como es que sin el apoyo de Hitler y de Musolini por mar y aire, y sin el bloqueo al gobierno legítimo de la II República, impuesto por la hipócrita, cínica y cobarde política de Francia en aquellos años; Franco y el fascismo nunca hubieran ganado el golpe de estado contra la República Española.

Nos encontramos ahora en medio de momentos convulsos y de confusión ideológica en el seno de la sociedad y del mundo progresista. Ocurre en España, pero también en el resto de Europa y en el mundo.

Aparecen ideas viejas, racistas y de regreso a un machismo prominente revestidas de pretendida actualidad, para consumo inmediato e irreflexivo de quienes no son capaces de cuestionarse la verdad o mentira de lo que machaconamente aparece en los medios, o en las redes, con muy variadas formulaciones.

Cierto que llueve sobre el campo abonado de un descrédito de la política y de los políticos que no ha parado de crecer. Con temas estrella, como las mentiras y la corrupción. Y que, como si se tratara de una epidemia, se ha ido extendiendo por el mundo...

Y por si aquí, en nuestro País, no estaba suficientemente convulsa la sociedad, hemos debido afrontar un proceso secesionista, iniciado por la derecha catalana fundamentalmente, para intentar tapar sus vergüenzas corruptas de más de veinte años de Gobierno sin ningún control eficiente y real.

Convergencia I Unio (CIU) en Cataluña, con el puyolismo ejerciendo de maestros avezados, se han mostrado como grandes expertos de la corrupción. Siempre resonará aquella frase, ilustre y real, pronunciada por Maragall en el Parlamen: “ustedes tienen un problema que se llama 3%” (en recuerdo de la mordida que cobraban de las contrataciones). 

Pero el drama es que, en frente, en el gobierno de España, o sea, quienes tenían que haberse sentado a separar corrupción de reivindicaciones (inicialmente de mayor auto gobierno) estaban hasta las cachas de corrupción, y por tanto, incapacitados para separar y desmontar el proceso tramposo de reivindicar la independencia como amenaza para detener las investigaciones sobre corrupción de CIU. Y ese fue el drama del gobierno de Rajoy, ya por aquel entonces con procesos abiertos y un hedor a corrupción incuestionable.

Así, por las necesidades manifiestas de los actores principales (CIU Y PP) ambos de la derecha, no se olvide este dato, el deterioro de la realidad política tomó alas en las calles barcelonesas, con manifestaciones muy numerosas no vistas hasta esos momentos. Y paralelamente, un “odio” todavía entre comillas, a todo lo catalán, fue anidando en una derecha extremista que se fue alentando en otras zonas de España, jaleado siempre desde los sectores más extremistas del Partido Popular. Quizás ambas partes pensaran, inicialmente, que mientras ese fuera el tema principal de las tertulias y en las redes sociales, no se hablaba o se hacía en menor medida, sobre su corrupción que les desbordaba ya completamente y amenazaba con hacerlos desaparecer del mapa político.

La herencia que dejan las derechas de Cataluña y del PP en el resto de España, es una convivencia rota. Una Cataluña dividida en dos mitades con un deseo independentista no conocido hasta ahora, y el resurgir de una extrema derecha que ya está mostrando su faz y sus deseos en el Parlamento de Andalucía: revertir leyes, pedir listas para llevar a cabo purgas de todo lo que huela a progresista y, sin ocultar, que quieren volver a la recentralización del Estado.

En ese ambiente se presentan las elecciones del 28 de abril. Donde el PP y Ciudadanos so pretexto de no dejar espacio libre a su derecha, están mostrándose como partidos de difícil homologación con la derecha europeísta. Con el riesgo real, de que si obtienen un escaño más que les permita gobernar con los votos de la extrema derecha, no  van a dudar en hacerlo y quedar a merced de lo que sean las exigencias antidemocréticas y fascistoides de estos.

Espero, aunque quizás sea esperar demasiado, que la izquierda y los sectores más progresistas de la sociedad, aparquen sus diferencias, abonen argumentos coincidentes y trabajen desde ya, para conseguir sumar voluntades que permitan un gobierno de mayoría progresista.

Podemos y PSOE se merecen, al margen de todas las consideraciones que cada cual guarde en su interior, la oportunidad de poder conformar un gobierno de progreso, junto a grupos como el PNV que apoyó los últimos presupuestos (aunque finalmente fueran rechazados). Nos jugamos tanto, que espero que esta vez sí, nadie se quede en casa.

Elecciones, en esta España nuestra