miércoles. 24.04.2024

Mi carta a los Reyes Magos

La Constitución de la democracia acaba de cumplir 35 años. Y la verdad es que no son muchos. Pero ocurre que ninguna nos duró tanto tiempo en el pasado...

¡35 años es una buena edad!

La Constitución de la democracia acaba de cumplir 35 años. Y la verdad es que no son muchos. Pero ocurre que ninguna nos duró tanto tiempo en el pasado, y además, no tenemos experiencia en reformar constituciones. Pero en esta ocasión, hay toda una serie de  acontecimientos ocurridos después de la aprobación de nuestra Carta Magna, que hacen aconsejables ciertos retoques.

Por una parte, todo lo referente a la Unión Europea. Algunas cesiones de competencias (unas ya acometidas puntualmente como la de limitar el déficit constitucionalmente –algo más que discutible-), y otras previsibles en materia fiscal, etc., etc. Tal como viene exigido por el art. 95 de nuestra propia Constitución.

Por otra parte, está todo lo referido a la línea de sucesión de la corona, como un asunto menor si quieren, pero pendiente (art.57 y ss). O todo lo relativo al Senado como Cámara Territorial de verdad, y no solo como mero enunciado del punto uno del art. 69…

Son en sí toda una serie de, llamémosle retoques menores, pero que conforme va pasando el tiempo sin acometerlos, las expectativas van retroalimentando nuevas necesidades de reforma. Sobre todo, ante actuaciones como la pretensión encubierta por parte del Partido Popular, de privatizar la sanidad pública, o de establecer leyes mordaza contra el ejercicio de las libertades que ampara la propia Constitución.

Empiezan a escucharse voces, por ejemplo lo ha dicho el propio PSOE, que la Sanidad debiera integrarse en el Capítulo de Derechos Fundamentales de la Constitución. Y desde luego, vistas las intenciones de privatización de la sanidad y de ver la salud como negocio, que se maneja desde los populares…, sería una buena manera de garantizar por la Constitución lo que hasta aquí había sido la norma de actuación.

Hoy por hoy, yo quiero suponer (aunque a lo peor a estas alturas ya es mucho suponer) que todavía sería relativamente fácil aglutinar una gran mayoría en torno a la reforma constitucional. Poniendo el acento en todo lo que ha funcionado bien de la misma, y en que solo se reforma lo que uno quiere que siga durando por mucho tiempo más.

Por otra parte, anticipándose y dejándola abierta también a las nuevas cesiones de competencias que en distintas materias, por ejemplo la fiscal, muy pronto deberían llegar de la Unión Europea.

Modernizar nuestra Constitución, no debiera ser ni representar ningún problema. Sino más bien la oportunidad de remozarla para otros 35 años más, incorporando a nuestra Ley de Leyes,  la federalidad formal que nuestro sistema de autonomías practica todos los días.

Pero quizás mi impresión, y mi deseo de que nuestra Constitución se modernice a la luz de la experiencia de estos 35 años recién cumplidos, quede como una de esas miles de cartas que enviarán los niños y niñas por estas fechas a los Reyes Magos, en nuestra cultura, o a Papá Noel, o al Olentzero…

Y sin embargo, desde mi punto de vista político, ese sería el mejor servicio que ahora mismo se le podría hacer a la concordia y a la democracia en nuestro País de países y mosaico de realidades diversas y enriquecedoras.

Mi carta a los Reyes Magos