viernes. 29.03.2024

Elena Valenciano

VALENCIANO

Si pudiendo tener a una española de talla y capacidad al frente de los socialistas europeos, una purga interna lo hace imposible, se estará cometiendo una injusticia y un error

Que la ejecutiva del PSOE no apoye a Elena Valenciano para presidir la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el parlamento europeo, de la que es vicepresidenta en la actualidad, es una decisión inexplicable que generará desilusión y desencanto en el sector feminista que apoya al socialismo español y a las propias feministas que militan en el PSOE. Coincide esto, además, con unas fechas en las que se denuncia en todo el mundo -con el altavoz puesto, y consiguiendo llamar la atención-, la permanencia de ese techo de cristal que no se ve, pero se siente, como gran barrera patriarcal que tenemos que derribar entre todas y todos. Valga como ejemplo la paradójica coincidencia de su iniciativa, en el parlamento europeo, para que el 22 de febrero se considerase como Día por la igualdad salarial entre hombres y mujeres, argumento central de las reivindicaciones de este 8 de marzo. 

Elena Valenciano tiene un currículo político donde sobresale su experiencia y conocimiento de las relaciones internacionales y, particularmente, de todo lo que tiene que ver con la Unión Europea. No conozco a ninguna política española, de cualquier partido, que tenga su experiencia y un reconocimiento tan amplio como el que ella ha conseguido. Es todavía joven, está llena de energía, y quienes la conocen destacan su compromiso con los derechos humanos y, de manera muy sólida, con el feminismo. En el año 84 fundó la Asociación Mujeres Jóvenes y posteriormente presidió la Fundación Mujeres. A lo largo de todos estos años, ha participado activamente en todos los procesos de movilización por los derechos y libertades de las mujeres. Fue una de las promotoras de la ley de plazos del aborto aprobada por el gobierno de José Luis Rodriguez Zapatero. En 1997, formó parte del reducido grupo de voluntarios que acompañó a Josep Borrell en su campaña en las primarias del PSOE. Años después fue una de las promotoras de las primarias abiertas. 

Especializada en temas europeos e internacionales, fue portavoz del grupo español en el Parlamento Europeo y de la subcomisión de Derechos Humanos, donde elaboró numerosos informes sobre la discriminación de la mujer en todo el mundo. Ha sido, también, presidenta del comité del Mediterráneo de la Internacional Socialista. En su etapa como secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE dio un papel preponderante al socialismo español dentro de la Internacional Socialista abriendo una nueva etapa en las relaciones trasatlánticas con el Partido Demócrata y propiciando la renovación de la organización. 

Nadie cuestiona su compromiso con las libertades civiles y los derechos de las mujeres, la lucha contra cualquier tipo de discriminación por razón de sexo, raza o creencia y la defensa a favor de los derechos humanos, tanto en la UE como en el resto del mundo. Participó en la Comisión sobre los vuelos de la CIA denunciando y pidiendo que se investigara la detención y transporte ilegal de presos; mantuvo una oposición activa contra la invasión de Iraq y denunció reiteradamente las vulneraciones de derechos humanos en la cárcel de Guantánamo. 

El recurso a la Ley del Talión, aquello del ojo por ojo... puede venir de que durante los sucesos de aquel comité federal que se celeró un 1º de octubre, donde hubo de todo menos elegancia, fair play y compañerismo, Elena tuvo un papel importante. Fueron diputados europeos -Blanco, Jáuregui y Valenciano- quienes pusieron sus caras y sus declaraciones como argumento para justificar el asalto que algunas baronías hicieron a la ejecutiva de Pedro Sánchez, en un episodio de infausto recuerdo. Pero si la propia Susana Díaz tiene, a día de hoy, el respaldo de su Secretario General y viceversa, Elena Valenciano tiene el respaldo de la mayoría del grupo socialista europeo -que conoce muy de cerca su trabajo, su valía, y es quien la propone- frente al representante del SPD. Y tiene, además, el de muchas militantes socialistas, algunas de trayectoria indiscutible y mucha proyección social,  que han manifestado su apoyo públicamente. 

Si pudiendo tener a una española de talla y capacidad al frente de los socialistas europeos, una purga interna lo hace imposible, se estará cometiendo una injusticia y un error y el discurso feminista del PSOE pierde crédito, cuando por trayectoria y compromiso histórico, es el partido que lo ha puesto en práctica cuando ha estado en el poder. No parece que la mochila de votos vaya a aumentar con esta decisión.

Elena Valenciano