jueves. 28.03.2024

Piel blanca, corazón negro

El empecinamiento del Gobierno del PP en seguir manipulando la verdad de los hechos y alentar ahora la modificación de la Ley de Extranjería para conseguir que sea legal "la devolución en caliente"...

El empecinamiento del Gobierno del PP en seguir manipulando la verdad de los hechos y alentar ahora la modificación de la Ley de Extranjería para conseguir que sea legal "la devolución en caliente" de los inmigrantes, nos obliga a continuar denunciando sus constantes abusos ya del todo insoportables.

Mucho se ha escrito acerca de las declaraciones precipitadas -no por ello ausentes de engaño doloso- del Presidente de Ceuta, de la misma Guardia Civil y del Director General de este cuerpo. Este último, Fernández de Mesa, que mostró ya su "talante mentiroso" cuando fue Delegado del Gobierno en Galicia en los momentos del desastre del Prestige -siendo entonces Aznar presidente del Gobierno y Mariano Rajoy el encargado de gestionar aquellos "hilillos de plastilina"-, amenazó con querellarse contra todo quisque que mantuviera que la guardia civil había disparado balas de goma contra los inmigrantes exhaustos que intentaban alcanzar la playa ceutí del Tarajal. Le contradijo su superior, el ministro Fernández en una comparecencia propia de las del "fin de la cita".

El nivel de soberbia de este Gobierno y la cantidad de personajes incapaces que lo conforman no tiene precedentes. Jamás una mayoría absoluta puede tener patente de corso para destrozar todo un país en tan poco tiempo, arruinarnos económicamente y arrasar con los derechos humanos y sociales cuya consecución tanto esfuerzo y tanta sangre derramada costaron.

Incluso la comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, se ha dirigido por carta al ministro Fernádez expresando su "seria preocupación" por la violencia desarrollada por las fuerzas de seguridad en la tragedia del 6 de febrero en Ceuta en la que murieron quince personas, inmigrantes subsaharianos indocumentados.

Mariano Rajoy, una vez más, ha dado muestras de la rapidez de reflejos que lo caracteriza para explicar los turbios asuntos que su proceder provoca. No ha querido aclarar quién dio orden a la guardia civil para su tan inhumano comportamiento. Y se 'ha dignado' a hablar del asunto casi quince días después de los trágicos sucesos. Y lo ha hecho, naturalmente, de forma torticera. Su "explicación" en el Senado ha sido el 'tú más': "Exactamente lo mismo que en el año 2005", en alusión a que en aquellos momentos, siendo Rodríguez Zapatero Presidente del Gobierno, el entonces ministro de Interior, José Antonio Alonso, ordenó igualmente el uso de material antidisturbios para "disuadir" a inmigrantes subsaharianos en su intento de entrar en España a través de Ceuta y Melilla. También entonces hubo muertos.

Mal, muy mal estuvo lo sucedido en 2005. Unos actos criminales y por completo inaceptables para cualquiera con la decencia necesaria que le impida soportar sin más la muerte de cualquier ser humano, máxime por el hecho de ser inmigrante, pobre y, además, negro.

Desconoce Rajoy y su gente toda que nunca una acción mal hecha puede justificar otra igual de deleznable. Jamás la maldad pretérita faculta excusar la maldad presente. Pero justo ese es el argumento mayormente usado los perversos que detentan el poder en los momentos actuales.

La guinda la pone el presidente de Melilla, Juan José Imbroda,  en unas salvajes declaraciones en las que hace gala de su talante racista:"Si la Guardía Civil no puede actuar con los elementos antidisturbios que tiene para defender las fronteras españolas y sí puede actuar en cualquier manifestación aquí contra cualquier español, ponemos azafatas en la frontera con comité de recibimiento para los inmigrantes ilegales".

Algo hay que hacer. De seguir así, la dictadura está servida. La tarea es de todos, cada cual en la medida de sus posibilidades. Bueno es que la sociedad tenga consciencia de que con su silencio y su miedo está cavando su propia tumba. El aguante solo puede conducirnos más aún a una disposición total de esclavitud. Pensémoslo y muy seriamente.



Piel blanca, corazón negro