sábado. 20.04.2024

¿Periodistas o hooligans?

A menudo solemos relacionar a los hooligans, esos degenerados de cabeza rapada, chupas de cuero y “botas de pisar negros”, con el lado oscuro, deleznable y siniestro del fútbol. Pero resulta cada vez más evidente que la palabra en cuestión nos sirve para definir a algunos periodistas en nuestro país, que más que profesionales de la información son hooligans que defienden enardecidamente a su equipo de fútbol predilecto: el Ibex 35.

Los hooligans del periodismo son aquellos que prefieren rendir pleitesía a los intereses de un determinado grupo de poder económico o político, antes que de informar a sus lectores o televidentes con rigor y objetividad de lo que acaece diariamente en nuestro país. Los hooligans del periodismo, como los de cualquier equipo de fútbol, son radicales y de pensamiento único, enarbolan la bandera del poder en sus particulares estadios de fútbol que son las tertulias televisas y las columnas de opinión de algunos medios escritos.

Estos hooligans del periodismo – muchos de ellos empresarios metidos a periodistas – solo rinden culto al “poderoso caballero”, a la plutocracia y a los poderosos, sin importarles en absoluto el daño que pueden ocasionarnos a nosotros, a los simples españolitos de a pie.

El ataque que un partido político como Podemos ha sufrido en sus escasos dos años de vida es algo que hacía mucho tiempo no se veía en nuestro país. El trato a algunos dirigentes de Podemos por parte de algunos medios de comunicación y de algunos periodistas es el ejemplo perfecto de cómo la maquinaria del poder se pone a trabajar para salvaguardar los intereses de los que les pagan. La expresión “la voz de su amo” es la que mejor nos viene para explicar esta situación de servilismo informativo por la que atravesamos.

¡Ojo! Y no se trata de matar al mensajero… se trata de justicia y de rigor informativo. Que es algo de lo que cada vez estamos más escasos en este país. Ciertos periodistas en nuestro país están más interesados en destrozar a ciertos movimientos políticos y a ciertos dirigentes que informar con rigor e imparcialidad.

De ahí la denominación de hooligans, porque no se preocupan de crear, no son buenos aficionados que respetan y valoran “el buen juego del adversario”, sino que su misión es destruir, resaltar únicamente las imperfecciones del rival aunque estas ni siquiera existan. Estos hooligans del periodismo atentan constantemente contra la verdad y nos privan de un derecho que toda la ciudadanía merecemos y debemos demandar: el derecho a una información veraz y desinteresada.

Hoy, que cientos de banquillos de tribunales de justicia están llenos de políticos, consejeros, empresarios, etc. habría que recordar la frase de Oscar Wilde que decía que “en vez de acaparar el estrado de la sentencia, el periodismo (o más bien un sector del mismo) debería estar disculpándose en el banquillo de los acusados”.

¿Periodistas o hooligans?