jueves. 18.04.2024

Bajan los salarios, cae la renta y se hunde la demanda

Los datos oficiales de la Contabilidad Nacional del INE lo confirman: en el segundo trimestre de 2013 la remuneración de los asalariados cayó el 5 % en tasa anual...

Los datos oficiales de la Contabilidad Nacional del INE lo confirman: en el segundo trimestre de 2013 la remuneración de los asalariados cayó el 5 % en tasa anual. Y ya llevamos así seis trimestres consecutivos. Por el contrario, el excedente de explotación bruto crece el 3 %, encadenando cinco trimestres consecutivos al alza.

Expresado en cifras absolutas, desde el año 2009 al 2012 la remuneración de los asalariados se redujo en 41.902 millones de euros de los que se han apropiado los otros dos factores en que se distribuye la renta: los beneficios empresariales y el Estado a través de la imposición sobre la producción.

En ese período el excedente bruto de explotación aumenta en 7.269 millones de euros corrientes y los impuestos —el IVA y especiales—, en otros 16.765 millones de euros corrientes. Este dato es muy relevante porque indica que en un período de caída del pib —y, por lo tanto, de reducción de la renta—, el beneficio empresarial crece en cifras absolutas, mientras que la renta salarial se reduce de forma considerable. No se trata sólo de un aumento del porcentaje de participación en el reparto de la renta, sino también de un crecimiento en valores absolutos.

El descenso de la remuneración de los asalariados se debe tanto a la caída en el número de asalariados como a la disminución en la remuneración media. Es decir, menos empleo y salarios más bajos, que reportan mayores beneficios a las empresas.

El número de asalariados equivalentes a tiempo completo ha pasado de 15,1 millones de personas en el segundo trimestre de 2011 a 13,5 millones en el mismo trimestre de 2013. Se han destruido 1,6 millones de empleos en dos años, un 11 % de caída del número de asalariados.

Menos empleo y con peores salarios, porque la remuneración por asalariado empezó a reducirse, medida en tasa interanual, en el cuarto trimestre de 2012 y mantiene los valores negativos en el segundo trimestre de 2013.

Una redistribución injusta de la renta

Estos datos consolidan y confirman un proceso de redistribución injusta de la renta que alcanzó un punto simbólico de extraordinaria relevancia al final de 2012: por primera vez en nuestra historia democrática, el excedente de explotación superó a la remuneración bruta de los asalariados en la distribución de la renta. Este hecho excepcional culminaba de forma abrupta un proceso sostenido a lo largo de la crisis de aumento de la participación de los beneficios empresariales a costa de las rentas salariales.

En el cuarto trimestre de 2012, excluyendo los impuestos netos sobre la producción, el excedente de explotación absorbió el 50,3 % de la renta, frente al 49,6 % destinado a la remuneración de los asalariados, una regresión salarial de dimensiones históricas, que modificaba de forma radical un patrón de distribución de la renta que durante décadas destinó la parte mayor de la renta a los asalariados, a la mayoría de las personas.

En 2009, por ejemplo, y excluyendo otra vez la parte de los impuestos, las retribuciones salariales absorbieron el 54 % de la renta, frente al 46 % destinado al excedente de explotación. En apenas tres ejercicios, ese diferencial de 8 puntos desapareció por completo.

Estamos, por lo tanto, ante un enorme, injusto e ineficiente proceso de transferencia de rentas del trabajo hacia rentas del capital, lo que da pie a un modelo social cada vez más desigual e ineficiente.

Porque esta caída de la renta de la mayoría social, que son los asalariados, está provocando el hundimiento de la demanda que está en el fondo de la crisis. En los últimos cinco años el consumo de los hogares se redujo más del 10%, que unido al desplome de la inversión y los recortes del gasto público, hunde la demanda interna, que es el factor fundamental del crecimiento económico.

Porque esta interminable crisis es, también, una clásica crisis de demanda de la que solo saldremos de verdad cuando se produzca un cambio en la política salarial: dejar atrás la estrategia de devaluación salarial cambiándola por un crecimiento real de los salarios.

Bajan los salarios, cae la renta y se hunde la demanda