jueves. 28.03.2024

Panorama después del 20D

El resultado de las elecciones establece una fuerte dificultad para establecer alianzas sólidas para gobernar tanto desde la derecha como desde la izquierda.

candidatosNo hay ninguna duda de que las elecciones del 20D han producido un importante cambio en el mapa electoral del país. El primer resultado a destacar es que el bipartidismo parece derrotado y condenado de momento, y si el nuevo Parlamento consigue una nueva ley electoral proporcional significaría su derrota definitiva. Y esto ya comporta una renovación y regeneración democrática con mayor capacidad del órgano representativo de la ciudadanía: el Parlamento.

En segundo lugar el resultado establece una fuerte dificultad para establecer alianzas sólidas para gobernar tanto desde la derecha como desde la izquierda, lo cual puede determinar una legislatura compleja y quizás corta.

En qué situación quedan los diversos partidos:

El PP ha conseguido ganar las elecciones con una pérdida muy importante del número de diputados y de los votos, muy inferiores al de las últimas elecciones, y con una dificultad para poder establecer alianzas post-electorales. No hay duda que con la situación política de hace un año y medio el PP sería un partido derrotado puesto que habría perdido las elecciones ante las izquierdas existentes en aquellos momentos. Pero el profundo cambio que se ha dado en los últimos tiempos y la mayor división de voto le permite obtener un primer lugar que no refleja el coste en pérdida de votos y escaños derivados de sus profundas políticas antisociales que a pesar de todo puede imposibilitarle en la práctica de continuar en el gobierno.

Ciudadanos C’s es la nueva marca de la derecha. Un partido que ha tenido una subida repentina derivada del miedo que los poderes económicos y financieros tuvieron ante la aparición fulgurante y emergente de Podemos. A pesar de ello el resultado es muy inferior a sus expectativas. No hay duda que una gran parte de los poderes han utilizado los medios para hacerle una política de soporte estableciendo una equiparación y paralelismo con la formación “morada”. Los medios han catapultado C’s como una nueva formación, a pesar de que no lo era, y que gracias al gran lanzamiento mediático y la capacidad y elocuencia de su líder, Albert Rivera, la catapultaron como formación emergente a la derecha. El problema de C’s es que se ha construido mediante la integración, por aluvión, de partidos y fuerzas locales con trayectorias diversas y no homogéneas, simplemente por la atracción de la posibilidad de acercarse al poder. C’s ha querido aparecer como una formación de centro, a pesar de que poco a poco se ha ido adivinando su inclinación hacia una derecha laica pero profundamente antisocial. Es el recambio o  “muleta” de la derecha tradicional. Durante la campaña ha perdido ritmo por la dificultad de profundizar sus mensajes electorales y sus errores donde han aparecido aspectos retrógrados de sus mensajes electorales. El hecho es que se trata de un partido poco consolidado y que únicamente tiene un activo: la capacidad dialéctica y mediática de su “líder” sin el cual C,s no sería nada. No hay duda que ha quedado muy lejos de sus expectativas.

El PSOE como el PP ha pagado el precio de la ruptura del bipartidismo. Ha tenido un resultado nada favorable ni en votos ni en escaños, a pesar de producirse la mayor caída del PP. Se ha presentado con un mensaje poco renovado y poco atractivo para la gente de izquierdas que respondiera a la terrible etapa de Gobierno del PP. Ni el PSOE ni Pedro Sánchez han sido capaces de capitalizar el desgaste del PP, de dar esperanzas a los ciudadanos. El PSOE actual no da ninguna imagen de cambio hacia la izquierda, es un partido que todavía tiene el lastre del final de la etapa de Zapatero con actuaciones como la Reforma Laboral y el cambio constitucional del artículo del 135. El PSOE ha aparecido como un partido envejecido, con un liderazgo poco arraigado y todavía muy lastrado por la vieja guardia y por el peso del “felipismo” del que Sánchez hace referente. Es un partido que si no se renueva claramente y hace un giro a la izquierda puede entrar en una dinámica peligrosa de caída continuada difícil de regenerar, al estilo del PASOK griego, especialmente si optara por un pacto de “gran coalición”.

PODEMOS es sin duda el triunfador de las elecciones. A pesar de la bajada de sus expectativas durante el verano ha sido capaz de hacer una importante remontada haciéndose receptor de una gran parte del voto progresista. Podemos no hay duda que ha sido la verdadera fuerza emergente y quien ha provocado la ruptura del mapa electoral del bipartidismo y ha capitalizado toda la indignación social existente de la que ha hecho responsable de forma generalizada e indiscriminada al resto de partidos existentes. Sin tener un perfil ideológico claro, más allá de un populismo progresista y regeneracionista, sin tener una militancia organizada, no hay duda que el equipo dirigente ha sabido leer el estado de ánimo de una mayoría social favorable a la necesidad de cambio y de “hacer limpio”. Pablo Iglesias y su gente ha sabido ligar complicidades con otra gente similar a ellos como la de En Comú de Ada Colau, o a fuerzas de izquierda periférica como Compromiso, ICV-EUiA o AGE, o la gente de EQUO. Todo ello le ha permitido aparecer con mucha fuerza y con una imagen clara de regeneración social y de renovación que no hay duda ha tenido un fiel reflejo en las urnas. Ahora a Podemos le queda lo más difícil. Crear organización ya que hasta ahora ha sido un partido de élites piramidal, sin una ideología claramente definida y con varios cambios de posición en los últimos tiempos, y que carece de una militancia sólida. Es más un partido de “fans” que de militantes. Un partido más de imagen y de capacidad mediática que de militancia sólida. Un partido carente de cuadros políticos bregados en la lucha política y con capacidad de discurso y de gestión. Habrá que ver hacia dónde se consolida, si hacia una sustitución modernizadora del PSOE, o si abandona su populismo y opta por encabezar una fuerte modernización y regeneración del conjunto de la izquierda. Y la izquierda como dijo, una de las personas que gusta más citar a Pablo Iglesias, Antonio Gramsci, es organización y militancia y no el “caudillismo” que tanto a él como su compañera de aventura política, Ada Colau, tanto les encanta, a pesar de sus continuadas apelaciones a la gente. Y para eso habrá que aterrizar en el mundo real y por ejemplo empezar a decir cuál es la visión que tiene en su cosmogonía del papel que se otorga en la clase trabajadora, así como qué consideración tiene y qué relación quiere tener con las organizaciones que la representan, es decir el sindicalismo de clase. Este sería un buen punto de partida. Por otro lado saber, ¿cuál es la relación estratégica que quiere tener con sus aliados electorales?. ¿Cómo gestionará la diversidad de sus asociados? ¿Qué estrategia de futuro quiere tener con esos aliados? Gente como Compromis, especialmente Iniciativa del País Valencià, o como Iniciativa por Cataluña-EUiA, o la gente de AGE en Galicia tienen militancia, tienen cuadros y tienen planteamientos ideológicos profundamente conceptuales. También hará falta que defina cuál es la relación que quiere tener en el futuro con otras fuerzas de izquierda y progresistas como Equo, CHA, MES y especialmente con IU. En definitiva cuál es su definición después de las elecciones y hacia el futuro, si una organización de élites dirigentes o una organización consolidada, abierta, militante y participativa definida en el ámbito de la izquierda.

IU ha sufrido en las elecciones el precio de toda una serie de crisis internas y organizativas que diluyeron las buenas expectativas que tenía hace un año y medio derivada en buena parte de la excelente tarea de oposición parlamentaria de la Izquierda Plural. Todo este bagaje desapareció ante la arrancada de PODEMOS y la actitud poco clara, dubitativa y a remolque que adoptó la dirección de IU. Decisiones que provocaron rupturas internas, como durante las elecciones al Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, y otras que provocaron graves discrepancias entre las diversas familias de la organización. A pesar de la buena campaña de Alberto Garzón al frente de IU-UP, basada en un discurso claro del candidato y en el trabajo de su militancia, todo ello a pesar de que ha sido invisible para muchos medios de comunicación especialmente los televisivos, de dónde ha sido excluida a pesar de ser todavía la tercera fuerza parlamentaria del Estado. El resultado ha sido muy negativo y se ha quedado sin poder formar grupo parlamentario. Debemos señalar que con 900.000 votos y ser la quinta fuerza electoral sólo le han comportado 2 diputados, casi medio millón por escaño, resultado de una antidemocrática ley electoral. No hay duda que IU tiene que replantearse su futuro o el peligro de su desaparición. Hace falta que se abra de verdad, que acepte ser una organización referente de la izquierda, con una valoración positiva de la pluralidad interna con respeto por la propia organización y militancia. Hace falta que se libere de controles paralelos y defienda un futuro claro de izquierdas, actualizado, sin perder las referencias, pasando de las verdades absolutas y teniendo la capacidad de adaptarse al cambio de la sociedad manteniendo su vinculación con los movimientos sociales y el movimiento sindical de los trabajadores.

A estas alturas es pronto para conocer cuál será la alternativa de gobierno puesto que los resultados no hacen fácil la gobernabilidad. Pero los retos políticos son muy importantes. Hace falta que el nuevo Parlamento opte por adaptar las leyes a la realidad de la calle y esto pasa para hacer frente a la situación territorial, especialmente por la situación en Cataluña pero no únicamente, y a la necesidad de cambios en las políticas económicas y sociales que permitan la recuperación de los derechos sociales, laborales y económicos de la ciudadanía, poniendo en cuestión leyes de la anterior legislatura como la Reforma Laboral, la Ley Wert o la Ley de seguridad ciudadana y elaborando leyes necesitadas de actualización como la ley electoral. En definitiva una demanda de profunda Reforma Constitucional que es lo que una mayoría de la sociedad demanda de una forma o de otra. En caso contrario es posible que la legislatura sea corta y esperemos que como mínimo, si se tienen que convocar nuevas elecciones, sea con una nueva ley electoral.

Panorama después del 20D