sábado. 20.04.2024

Nacionalismo ni español ni catalán

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El nacionalismo españolista y el enfrentamiento con Catalunya le han permitido al PP aparecer como el defensor de la unidad de España, y a la vez dejar en segundo plano todo lo relacionado con su corrupción y sus políticas antisociales

Parafraseando a Marx podríamos decir que “la religión, el fútbol y el nacionalismo son el opio del pueblo”. Todos ellos apelan a instintos y emociones irracionales en oposición a la razón de las necesidades objetivas. Esto es aplicable para entender la situación actual de Catalunya.

Nos encontramos ante un escenario de elecciones al Parlament de Catalunya resultado de un periodo de graves turbulencias. Unas elecciones convocadas por el Gobierno del Estado, después de los graves hechos pasados desde el mes de septiembre en Cataluña: sesiones del 6/7 de septiembre en el Parlament donde se vulnera la legalidad del Estatut por la mayoría independentista; movilizaciones ante los registros hechos a las consejerías y encarcelamiento de los presidentes del ANC y Omnium; manifestación multitudinaria de rechazo; referéndum ilegal del 1-O ligado a una intervención descontrolada de las fuerzas de seguridad; “paro de país” del día 3-O y sucesivas manifestaciones multitudinarias de partidarios y contrarios a la independencia; una falsa declaración de independencia; apercibimiento del Gobierno del Estado al Gobierno de la Generalitat donde se amenaza de aplicar el art. 155 de la Constitución. Después y de forma continuada, una “supuesta “declaración de la República por el Parlament; aprobación del 155 por el Senado, aplicación del 155 por parte del Gobierno del PP con cese del Govern de la Generalitat y disolución del Parlament con convocatoria de elecciones al Parlament para el 21-D.

Posteriormente huída del cesado President de la Generalitat a Bruselas, citación del Govern por parte de la Audiencia Nacional y de Mesa del Parlament por parte del Tribunal Supremo. Los miembros del Gobierno que se presentan a la AN son encarcelados, mientras que con posterioridad los miembros de Mesa después de declarar que realmente no se había proclamado nada y de renunciar a la unilateralidad son puestos en libertad bajo fianza y con condiciones.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Quién es o quiénes son los responsables de los costes económicos y políticos de todo esto? ¿Quién es o son los responsables de la grave fractura de la ciudadanía de Catalunya y de la ruptura emocional entre catalanes y españoles?

No hay duda que hay unos responsables y son los que han dividido la sociedad catalana en bloques antagónicos, mientras una buena parte de la ciudadanía no salimos de la incredulidad. Los responsables son los que desde posiciones de nacionalismo radical, catalán y también español han utilizado política y electoralmente el enfrentamiento en beneficio propio.

Hace mucho tiempo que la derecha española, representada por el PP ha visto en el enfrentamiento con el nacionalismo catalán una vía de ganar posiciones electorales, a pesar de que esto pudiera comportar crispación y fractura social. El PP desde su frontal oposición al nuevo Estatut de Catalunya no paró de utilizar a Catalunya y los catalanes como el enemigo exterior con el que ganar electoralmente el gobierno de España y hacer pasar a la oposición, con su ofensiva, a un PSOE acobardado.

Todo ello a pesar del coste de desafección que comportó en Catalunya ver recortado su “Estatut” que había sido aprobado en referéndum por la ciudadanía después de su aprobación por el Parlament y en el Congreso de los Diputados.

El nacionalismo españolista y el enfrentamiento con Catalunya le han permitido al PP aparecer como el defensor de la unidad de España, y a la vez dejar en segundo plano todo lo relacionado con su corrupción y sus políticas antisociales.

Hay que decir que en todo este tiempo la aplicación del 155 no ha sido lo peor que ha hecho el PP y su Gobierno. Lo peor que ha hecho Rajoy ha sido su inacción hacia el problema que se estaba creando en Catalunya y la carencia de la más mínima propuesta para solucionar un problema político de gran intensidad, no se puede dudar que este solo hecho invalida a Mariano Rajoy como gobernante.

Para ayudar a la confrontación interna de Catalunya surge C’s que hace de la problemática lingüística un elemento de división a partir de una mentira reiterada de forma constante que pretende decir que en Catalunya se discrimina el castellano y atacando la política de inmersión lingüística que sin duda ha sido un elemento de cohesión de la sociedad catalana al permitir el conocimiento de los dos idiomas y evitar la división de la sociedad por razón de la lengua, cabe destacar que la inmersión lingüística no fue una propuesta del nacionalismo sino de la izquierda del PSUC i del PSC.  Posteriormente C’s salta a la política nacional donde se caracteriza por ir incluso más allá que el PP en la defensa del nacionalismo españolista y su confrontación especialmente con el nacionalismo catalán.

Mientras en Catalunya el catalanismo transversal que había sido siempre dominante va siendo poco a poco sustituido por un nacionalismo catalán cada vez más radicalizado. En un primer momento y aprovechando la retroalimentación del enfrentamiento entre nacionalismos es usado por la CiU de Artur Más para conseguir una ventaja electoral y poder acceder al poder. Hay que decir que al principio este enfrentamiento fue querido por ambas partes que obtenían réditos electorales uno en el ámbito del Estado y el otro en Catalunya y que no impedían sus coincidencias en cuanto a las políticas económicas y sociales. El PP apoya los presupuestos de CiU en Cataluña, y mientras CiU vota las leyes económicas y laborales del PP en Madrid, desde la Reforma Laboral hasta las del techo de gasto base de los recortes sociales.

En la actualidad no hay solución al problema sin la participación de las fuerzas transversales que representan el PSC y “Catalunya en Común”

Posteriormente CiU para sustraerse a las movilizaciones contra su política de recortes se suma al movimiento independentista  haciendo una entente con el nacionalismo radical tanto de ERC cómo de la CUP inicia un camino hacia una supuesta independencia, en aquello que todos conocemos como “el procés” y “la hoja de ruta”. Y a partir de este momento y mediante la política de victimización y de un mensaje basado en la ilusión de una independencia que será la solución a todos los problemas, que según el nacionalismo catalán están causados por un enemigo externo que se llama “estado español”, aprovechando el rechazo social de un gobierno claramente impopular por sus políticas sociales y territoriales como el de Rajoy. Es así como se lanzan a un camino hacia una “independencia irreal” que ha conseguido un alto nivel de movilización social, especialmente de clases medianas, jubilados y estudiantes. Y que a pesar de que se haya demostrado que ha sido un “engaño colectivo”, continúa como una “certeza” posible en la mentalidad de una parte importante de una ciudadanía “abducida” por los sueños independentistas.

La realidad es muy cruda. Se ha confirmado el deseo de Aznar de que antes se rompería Catalunya que España. La realidad social catalana se ha modificado de forma sustancial y lo que antes era una comunidad cohesionada hoy es una sociedad dividida por los discursos identitarios de unos y otros que tratan de dividir la sociedad entre catalanes de origen y de adopción. Y a la vez se da una fuga de empresas que ya hace divisar en el corto plazo un importante retroceso de la economía catalana que puede comportar graves repercusiones sociales que añadir a los recortes que se han continuado dado en tiempos del “procés”. Y mientras la vida política continúa dominada por el enfrentamiento entre los bloques del nacionalismo radical catalán y el nacionalismo recentralitzador español, por una parte lo que queda de CDC con ERC y la CUP y por el otro el PP y C’S.

Y mientras el conflicto social continúa escondido bajo los discursos nacionalistas y la dificultad para hacerse oír de quienes podrían defender otra vía basada en la defensa, protección y mejora del autogobierno, de una sociedad transversal, como se definía el “catalanismo popular”, que ponga los problemas reales de la gente en primer lugar. En definitiva hace falta un esfuerzo diferenciador de las opciones de la izquierda, que parten del análisis de la situación real del país y quieren soluciones racionales y progresistas a partir de un cambio constitucional y un mejor ensamblaje de Catalunya. Pero estas izquierdas están divididas y asediadas por los dos bloques frentistas de independentistas y centralistas.

En la actualidad no hay solución al problema sin la participación de las fuerzas transversales que representan el PSC y “Catalunya en Común”. Y una solución posible para Catalunya tendría que pasar por la participación de estos partidos en la solución a fin de diluir la división y los frentes creados. En este momento ambos partidos tienen una gran responsabilidad de derivar la actual situación, basada en el enfrentamiento entre nacionalismos a otra donde la problemática real de la ciudadanía sea afrontada desde posiciones políticas de progreso. Y estos partidos tienen una gran responsabilidad de conseguir la imprescindible colaboración entre ellos (en el caso de España entre PSOE y Podemos), para conseguir el cambio en Cataluña y en el Estado por parte de los que quieren representar la razón de poner como prioridad la realidad social y económica de la ciudadanía frente a las irracionalidades y los precipicios de las propuestas de los nacionalismos de una y otra parte.

Nacionalismo ni español ni catalán