jueves. 28.03.2024

Europa: La alternativa es ecosocialismo o barbarie

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Las sombras planean sobre Europa. Una Europa sometida al dominio del austericidio decretado por los poderes europeos de la derecha y el neoliberalismo con la complicidad de la socialdemocracia. Una austeridad neoliberal adoptada por unos organismos de la UE con fuertes carencias democráticas y a espaldas de los propios Parlamentos nacionales. Esta Europa donde los estados han hecho cesiones de soberanía a unas instituciones políticas europeas con fuertes déficits democráticos y participativos. Una Europa hecha de espaldas a sus ciudadanías y demostrativa del fracaso de unas élites que aplican unas políticas que provocan frustración y fracturan en la mayoría social. Unas políticas europeas que se quieren presentar como las únicas posibles. Así hemos visto políticas como las contrarreformas laborales que se han aplicado de forma mimética por gobiernos de derecha como el PP de Rajoy o socialistas como los de Hollande -Valls en Francia.

Europa hoy se contempla con temor, se ha destruido el ideal europeísta motivador que era visto socialmente como un modelo de futuro de bienestar y cohesión social. Ahora es todo lo contrario, los recortes parecen venir todos de Europa, incluso los que son fruto de decisiones tomadas en ámbitos nacionales. La realidad es que se ha producido un retroceso desde la etapa conducida por Jacques Delors, donde el crecimiento económico se planteaba en paralelo a la mejora de las condiciones sociales. Se ha deshecho buena parte del camino que se había avanzado en cuanto a la concepción de la unidad europea. Todo ello es debido a las políticas llevadas a cabo en las últimas décadas y agudizadas a raíz de la crisis y que han ido dirigidas a beneficiar los grandes poderes económicos que han concentrado la riqueza cada vez en menos manos, a la vegada que la pobreza y desigualdad aumentaba, y las sociedades se fracturaban en su cohesión interna con el crecimiento de sectores de población excluidos que  cada vez son más numerosos.

Y esta es una de las razones por las cuales crecen como reacción las opciones ultranacionalistas que quieren volver a los viejos estados-nación superados por la historia. Unas opciones que se basan en el miedo a un futuro oscuro y poco atractivo pero que se quiere combatir con un modelo idealizado de estados nacionales que ya son inexistentes e imposibles y que causaron grandes desastres bélicos en el pasado.

Estos movimientos ultranacionalistas de extrema derecha, racistas y aislacionistas se aprovechan de la nueva situación creada por las políticas de austeridad que desde las instituciones europeas y los gobiernos de derechas y socialdemócratas se han implantado. Ellas han generado en gran parte una respuesta primaria de malestar profundo por parte de los sectores más afectados por la crisis. Una buena parte de voto de las clases trabajadoras y de clases medias expresan su frustración y resentimiento contra los partidos tradicionales gobernantes a quienes responsabilizan con razón de su situación. Estos sentimientos de frustración y rechazo son fácilmente utilizados por los populismos de derechas que apelan a los sentimientos nacionalistas para combatir este enemigo que representa Bruselas, las élites gobernantes y sus políticas.

Las opciones populistas nacionalistas y xenófobas tienen un caldo de cultivo óptimo por su mensaje radical que sitúa el enemigo fuera de la tradicional estructura del estado-nación. Toda la culpa viene del exterior, de las instituciones comunitarias y de la emigración especialmente la que proviene de culturas y razas diferentes. Este es el mensaje que está calando en muchos países europeos. En los del este, donde la extrema derecha ya gobierna en Hungría o Polonia, y en los del oeste donde toman fuerza en el norte y centro de Europa, y dónde próximamente podremos contemplarla en los procesos electorales de Francia, Holanda y Alemania. Se da el hecho de que ante la falta de respuesta y alternativa al actual estado de cosas por parte de la izquierda una parte del electorado de clase obrera y trabajadora muy afectado por las políticas de austeridad hoy se ve seducido por la demagogia del populismo nacionalista. Lo hemos contemplado en el Brexit británico, y lo estamos viendo de forma reiterada en Francia.

Y pese a que el problema está provocado en gran medida por las políticas que los gobiernos de la UE e instituciones europeas como la Comisión o el BCE están llevando a cabo, tampoco puede debe ninguna duda que la alternativa al actual estado de cosas no vendrá de la mano de un regreso nostálgico a los antiguos Estados-Nación. La alternativa sólo puede venir a escala europea, el regreso nostálgico a las antiguas formas estatales no puede dar solución a los problemas derivados de la globalización económica y financiera.

La alternativa sólo puede ser más Europa y otra Europa. Y conseguirlo sólo será posible mediante un cambio radical en Europa. Una Europa más democrática que supere la actual UE burocratizada y falta de controles democráticos reales. Un movimiento europeo que piense a escala europea pero sin obviar la escala estatal cuando se trate de establecer y formular alternativas. Hace falta una nueva Europa más democrática y social más orientada al bienestar de su ciudadanía, con más capacidad de creación de ocupación mediante una reconversión hacia una energía y una industria más “verde”, más ecológica y sostenible. Creadora de nueva de ocupación a través de esta nueva industria y mediante políticas públicas de potenciación de sectores creadores de mucha ocupación intensiva en mano de obra cómo son los sectores de la sanidad, la educación y los servicios sociales públicos. Y para ello se precisa no confundir la lógica de la eficiencia económica industrial que se mide con la productividad con la lógica de lo que es socialmente productivo en los ámbitos del trabajo social, que es la calidad de la prestación laboral. El concepto de la productividad como aumento de la producción por persona, la eficiencia productiva no es aplicable en la acción social. Por eso en Europa hay un gran yacimiento de ocupación intensiva en el sectores sociales, que no se ha tenido en cuenta en las políticas hechas hasta el momento y basadas sólo en el principios de la austeridad es decir saldar deudas y reducir el déficit. Es posible y deseable hacer coexistir una parte de la economía muy productiva y con el resto que sea sostenida con altos niveles de ocupación intensivos en mano de obra.

Hace falta que la alternativa a defender por las izquierdas de progreso y ecologistas, y que se debe ampliar a las fuerzas democráticas y europeístas, sea defender un NUEVO MODELO DE EUROPEISMO. Un modelo de nuevo estado del bienestar que sólo es realizable a nivel europeo con un amplio respeto a cierto grado de soberanía de los estados. Hace falta MÁS EUROPA para hacer frente a la globalización. Hace falta MÁS EUROPA como ideal colectivo y político para una nueva etapa. Una Europa social, inclusiva, más política, más democrática y ecológicamente sostenible. Sólo desde el ámbito europeo es posible hacer frente, con garantías para los intereses colectivos, a la globalización, y establecer normas y reglas que la controlen mínimamente. Esto hoy en día es imposible hacerlo desde el ámbito de los estados. Sólo a escala europea es posible establecer un equilibrio hoy entre el mercado y la justicia social.

Y hay que tener un proyecto europeo compartido, lo cual no excluye su articulación a escala local, regional, estatal y europea. Pero tiene que ser una lucha con referentes europeos y estructuras también europeas.

En este sentido el movimiento sindical puede tener un papel líder pero a la vez una fuerte responsabilidad. La Confederación Europea de Sindicatos es ya un embrión estructurado de movimiento sindical a escala europea. Tiene propuestas y programas, que incluso incluye el tema de la sostenibilidad medio-ambiental, pero tiene que dar un paso más, tiene que dar un salto desde los estados a la escalera europea. Hay que exigir mayores derechos sindicales en los países que deban formar parte de la nueva Europa. Hay que establecer derechos laborales y sindicales europeos, hay que establecer criterios de negociación e impulsar negociación colectiva a escala europea. El sindicalismo puede ser el embrión que haga que las fuerzas de izquierdas, de progreso, ecologistas y  europeístas se empiecen a plantear actuar también a escala europea coordinada con su actuación en los ámbito estatales. La democratización europea no es posible sin que se den propuestas políticas y sociales europeas fruto de estructuras sociales y políticas de ámbito europeo.

Conseguir MÁS EUROPA es el reto y la utopía y tiene que ser la alternativa de progreso. Porque sin MÁS EUROPA el futuro será abocarnos a un proceso de desintegración del proyecto europeo y de sus economías y sociedades.

Marx decía que  la alternativa era en su tiempo “Socialismo o Barbarie”, hoy parafraseándole y después de la derrota en Austria del candidato de la ultraderecha a manos de un candidato verde, podríamos decir que el futuro de Europa podría ser “Ecosocialismo o Barbarie”.

Europa: La alternativa es ecosocialismo o barbarie