jueves. 18.04.2024

ATOCHA cenit de la lucha democrática

unnamedEl 24 de enero hará 40 años de la masacre, perpetrada por asesinos de la ultraderecha, contra el despacho de los abogados laboralistas de CCOO y del PCE de la calle Atocha. Aquel hecho y la respuesta multitudinaria, disciplinada, silenciosa y muy estructurada de la ciudadanía de Madrid al llamamiento del PCE, significaron el punto culminante de la lucha democrática en el conjunto del país.

En enero de 1977 la situación era de una gran complejidad y sin duda el atentado buscaba provocar una respuesta violenta por parte del PCE y de CCOO que truncara el proceso de transición democrática. La respuesta ciudadana demostró todo el contrario, el carácter multitudinario, pacífico y la gran disciplina manifestada por la multitud a las consignas establecidas por la dirección del PCE, fue decisiva para la consolidación de un proceso de democracia plena en el estado español.

No hay que olvidar que en aquellos tiempos se tanteaba una salida a la dictadura consistente en una democracia limitada que excluyera de entrada los comunistas españoles y sus organizaciones vinculadas cómo CCOO.

Sólo hay que señalar algunos hechos demostrativos. El 15 de abril de 1976 se celebró con plena tolerancia de las autoridades el 27 Congreso de la UGT. Contrariamente CCOO vio denegado el permiso para celebrar su congreso al final de junio en Madrid, debió celebrar el 11 de julio su Asamblea de Barcelona en clandestinidad. Por su parte el PSOE celebró también libremente su XXVII Congreso del 5 al 7 de diciembre de 1976 con una amplia representación y presencia de líderes socialistas europeos. Al mismo tiempo Santiago Carrillo era detenido en Madrid el 23 del mismo diciembre del 1976.

Eran claras las intenciones del gobierno de  ir en un primer momento hacia una democracia limitada que excluyera los comunistas (PCE-PSUC), los cuales habían sido los opositores fundamentales, casi en solitario de la dictadura franquista.

No hay duda que la movilización contra los atentados de Atocha fue fundamental para provocar un cambio radical en esta política limitadora y la clave que abrió la puerta no sólo a la legalización del PCE y de CCOO sino a la consecución de una “ruptura pactada” y una democracia real y plena. El gobierno constató la imposibilidad de dejar fuera del marco democrático una fuerza que tenía arrastraba una historia de lucha heroica por la democracia y que demostraba tener una fuerte presencia y fuerza en la calle. Y la forma democrática y pacífica de esta demostración de fuerza también tuvo una fuerte repercusión.

Hoy, cuando desde ámbitos de un “esquelético” PCE, que no tiene nada que ver con el que fue, y de algunos dirigentes de IU y de Podemos se pretende hacer una lectura revisionista del papel del PCE en la transición, hechos como estos demuestran su falta de conocimiento y vivencia. Hay quién cómo Garzón defiende la valentía de la lucha de los comunistas en la clandestinidad y la traición de las élites “eurocomunistas” en la transición. Haría falta que estos revisionistas tuvieran en cuenta que la dirección comunista en la clandestinidad y en la transición estaba en manos de las mismas personas. Y que la política del PCE en la transición era la que provenía de su estrategia de “Reconciliación Nacional” adoptada en junio de 1956 por el Comité Central del PCE y la posterior propuesta de “Pacto por la Libertad” de 1969. Era pues una posición política adoptada y consolidada en el seno del partido. La dirección del PCE dejó muy claro que el objetivo fundamental y estratégico era la conquista de la democracia, en palabras populares de aquella época el problema fundamental era “dictadura o democracia” y no “monarquía o república”.

Y es evidente que la transición democrática plasmada en la Constitución del 78 se dio en un momento de ruidos de sables, y donde las fuerzas reaccionarías partidarias del “viejo régimen” todavía tenían una fuerza importante, y por tanto debe ser considerada una conquista importante. La tan criticada hoy Constitución del 78 fue bastante avanzada para su momento y plenamente equiparable a la de los países de nuestro entorno democrático. Sólo hay que fijarse en dos cuestiones importantes: la territorial y la económica. En el tema territorial había un reconocimiento claro y diferenciado de las nacionalidades históricas sobre el resto, en lo que comportaba un reconocimiento indirecto del carácter plurinacional del estado. Y por su parte en el aspecto económico era posible un desarrollo económico de inspiración de derechas o de izquierdas. Ambos temas después han sido deteriorados completamente por los pactos adoptados de forma conjunta por el PP y el PSOE. En el primer caso con la LOAPA que fue una ley aprobada por el PSOE y la UCD en junio del 82, y como respuesta a la presión derivada del golpe de estado del 23 F del 1981, y que es la base de las posteriores leyes centralizadoras que han afectado directamente a Cataluña. En el segundo caso la reforma constitucional efectuada con nocturnidad por el PSOE y PP, en setiembre del 2011, daba un giro neoliberal a la Constitución al consagrar la prioridad del pago de la deuda.

Podemos decir que el problema del deterioro de la Constitución no es fruto del proceso constitucional de la transición sino de las políticas realizadas por los partidos hegemónicos en la post-transición.

En cuanto al PCE es cierto que sus resultados electorales no fueron los que se preveían pero esto es debido a dos problemáticas. Una externa, el peso del anticomunismo derivado de los 40 años de propaganda anticomunista de la dictadura o el miedo de gran parte de la población que se inclinó por opciones más “suaves” como significaba la del PSOE. Y también debido a factores internos, en este sentido se podría decir que el gran error de la dirección del PCE fue no dar paso a una “nueva generación”, a una “renovación” respecto a la generación de la “guerra civil”, máximo cuando el PCE tenía cuadros políticos sobradamente preparados.

Todo ello también nos trae a cuestionar otros planteamientos de los “revisionistas”, el hablar de la necesidad de una “segunda transición” o la liquidación del “régimen del 78”.

Transición significó el gran paso de la dictadura a la democracia. No puede llamarse transición a una actualización o renovación constitucional dentro del estado democrático. No hay un “régimen del 78” sino una Constitución del 78 que puede estar superada en muchos puntos, que ha sido deteriorada expresamente y/o que no se adapta al momento actual pero esto no significa un cambio de régimen, sino una nueva fase democrática.

Es lamentable que hoy en día políticos de las nuevas hornadas piensen que hasta ahora no se había hecho nada bien, hasta que han aparecido ellos. Este “adanismo” demuestra una carencia de formación preocupante, especialmente cuando se defiende por quien tendría que ser el más firme defensor, por orgullo de la propia organización, de una de las mejores páginas de la historia del PCE.

Los 40 años de la matanza de los abogados laboralistas de Atocha y de la gran movilización popular que provocó son quizás una de las páginas más gloriosas de la historia de un PCE hoy ya desaparecido.

ATOCHA cenit de la lucha democrática