En la segunda mitad del siglo pasado se produjerongrandes avances en el control de las enfermedades infecciosas, principal causa de muerte, debido a las mejoras higiénicas, laborales, de vivienda y de salud pública, pero también a las vacunas. La esperanza de vida se incrementó de forma significativa, sobre todo por la drástica disminución de la mortalidad infantil.
El SNS en España, mayoritariamente público y prácticamente universal, con su red de Equipos de Atención Primaria y la adecuada formación y acreditación de sus profesionales, mejoró enormemente la accesibilidad y la calidad de la atención sanitaria a la población.
El gobierno de Thatcher del RU, y posteriormente el del PP en España, inician una privatización galopante y los sistemas sanitarios públicos se resienten, así como los indicadores de salud de la población.
Para extender su negocio e incrementar sus beneficios, la industria sanitaria emplea muchos recursos y esfuerzos, infiltrando todas y cada una de las instituciones y organizaciones del sistema sanitario público. El objetivo se resume en la advertencia del representante de Goldman Sachs a la industria farmacéutica“cuidado con las terapias curativas, la salud no es negocio”
Las enfermedades crónicas se disparan de tal manera que actualmente en España hay 19 millones de personas diagnosticadas de uno o más padecimientos, un 41% de la población, como silo más normal fuese estar enfermo de por vida. De esta forma, o identificamos y combatimos de una vez por todas los factores que determinan esta enorme carga de enfermedad,o la estrategia de la industria está funcionando y existe una enorme cantidad de sobrediagnósticos y sobretratamientos, con beneficios astronómicos para las empresas del sector
Es verdad que la industria alimentaria también contribuye, y que la alimentación más barata y accesible, consumida sobre todo por las familias trabajadoras con dificultades para conciliar y personas con bajos recursos, presenta mayor incremento de tóxicos y grasas nocivas, y genera obesidad, incrementa la carga de enfermedad y dispara la mortalidad.
Que la industria del tabaco maniobra, y el descenso del hábito de fumar se ha estancado o se incrementa, especialmente en adolescentes y mujeres de bajos recursos
También es verdad que el estilo de vida es cada vez más sedentario, basado en dispositivos electrónicos, televisión, teletrabajo y teleconsultas, incrementando el enclaustramiento de las personas, incluyendo niños y adolescentes, con poco contacto con la naturaleza y excesivamente protegidos del sol cuando están al aire libre, en una especie de “miedo a la vida”
Pero también lo es que, la estrategia de la industria farmacéutica ha sido especialmente exitosa en España, quizás por la existencia de un Sistema Público de Salud y una red de Atención Primaria que llega a toda la población. De esta manera somos líderes no ya en consumo de fármacos, que también, sino en consumo de fármacos cuando estos son innecesarios, como antibióticos, estatinas o tranquilizantes y opiáceos, lo que dispara las infecciones incurables y empeora nuestra calidad de vida
Con este panorama de alarma social y medicalización previa llega la pandemia de Coronavirus. La población acepta en general todas las recomendaciones, a pesar de las graves implicaciones familiares y laborales. Pero la Covid ha tensado las costuras de muchos de los sistemas sanitarios de los países desarrollados, incluyendo el nuestro.
La generalización de tratamientos ineficaces e incluso perjudiciales en los pacientes ingresados en los hospitales en la 1ª ola tardaron meses en suspenderse, a pesar del enorme desarrollo de las tecnologías de la Información y de la Comunicación (TICs) que permiten evaluar en red fármacos y dispositivos médicos en un plazo cada vez más corto, y así poder seleccionar los menos dañinos y más eficaces, quizás porque el control de estos datos no está en manos de los Sistemas Públicos de Salud sino de las grandes empresas tecnológicas
La protección de los ancianos en las Residencias para mayores no está dando los resultados esperados, así como las mascarillas, que parecen haber sido enormemente eficaces para combatir otras infecciones como la gripe o las bronquiolitis aguda en niños, pero menos para evitar la expansión del coronavirus
La vacuna se espera como la panacea. Sin embargo, según una encuesta del CIS, casi el 50% de la población no quiere vacunarse o pretende esperar un tiempo razonable, ya que tienen muchas más dudas que certezas, y tienen sus razones
En primer lugar, porque las compañías farmacéuticas que comercializan las vacunas tienen antecedentes de malas prácticas empresariales reiteradas y de graves consecuencias, y además se les ha eximido de responsabilidad por posibles efectos adversosen las personas vacunadas, lo que no tranquiliza demasiado
La mayoría de los expertos y miembros de las sociedades que forman, informan y recomiendan con respecto a la pandemia,sus tratamientos y sus vacunas, tienen conflictos de intereses con la industria sanitaria, así como jefes de Servicio de medicina interna, Cuidados críticos o Epidemiología de diversos hospitales públicos, Catedráticos de Salud pública de diversas universidades públicas con cátedras financiadas por laboratorios farmacéuticos, Gerentes de Hospitales públicos integrados en la Sociedad de Directivos SEDISA, fundaciones y asociaciones público-privadas con influencia en la práctica médica,medios de comunicación especialmente implicados con la pandemia, representantes de algunos partidos políticos y Asociaciones y Plataformas de pacientes…
Ante esta situación, es necesaria una mayor transparencia de los datos sanitarios yevitar los conflictos de intereses con la industria farmacéutica. Para ello no basta con declararlos, sino simplemente carecer de ellos. Discrepo profundamente de la afirmación de un miembro de la AEMPS de que los mejores profesionales presentan alguna relación con la industria. Por el contrario, hay muy buenos clínicos, farmacólogos y epidemiólogos, tal vez los mejores, sin intereses espurios. Son estos los que deben ocupar un lugar preferente en esta pandemia, como asesores y evaluadores de los datos sanitarios y de los ensayos clínicos en marcha, para recomendar las mejores prácticas.
No vale que las mismas personas de las mismas agencias y sociedades médicas impulsen otro organismo evaluador con otro nombre, en un intento de lavado de cara ante la falta de confianza de los profesionales y de la población
Por otra parte, es totalmente rechazable la estrategia del presidente gallego, que pretende cambiar de forma acelerada la “lei de saúde de Galicia” para hacer obligatorias las vacunas y las medidas restrictivas que pudieran adoptarse en esta u otras pandemias, a cambio de sanciones astronómicas, lo que supondrá una deriva aún más autoritaria, de un gobierno monocolor y excesivamente personalista, que ha conseguido en solo una década privatizar todo lo privatizable en el Servicio Galego de Saúde
La población no se niega a ninguna medida eficaz y segura que mejore su salud y la de los suyos, pero como indica la Ley de Autonomía del paciente, debe recibir toda la información disponible sobre la misma.
Por el contrario, extender a toda la población y en un corto espacio de tiempo vacunas poco probadas, comercializadas por laboratorios con malas prácticas empresariales,quea demás son eximidos de responsabilidad en el supuesto de que aparezcan graves efectos adversos,y en base a recomendaciones de expertos vinculados a los mismos laboratorios farmacéuticos… es la tormenta perfecta que puede salir bien, pero también puede salir muy mal, erosionando gravemente la confianza de la población en los servicios de salud.