viernes. 19.04.2024

¿Qué fue de Rivas?

La ciudad de Rivas (Madrid) ha desaparecido como referencia de la gestión municipal.

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El exalcalde de Rivas Vaciamadrid, José Masa, el día en que presentó su dimisión.

Hace escasamente dos años, un alcalde y un equipo de gobierno, que habían convertido la ciudad de Rivas (Madrid) en vanguardia del municipalismo progresista, fueron injusta y burocráticamente obligados a dejar sus cargos. Al frente de la operación desalojo estuvieron, entre otras personas,  el actual regidor -un funcionario hecho a sí mismo-  y un grupo de alguaciles de plano perfil. El resultado, elocuente: Rivas ha desaparecido como referencia de la gestión municipal.


José Masa y su equipo de gobierno se presentaron a las elecciones municipales al frente de la candidatura de IUCM. Era su tercer mandato. La ciudad de Rivas fue un ejemplo de transformación urbanística, de innovación medioambiental, de política cultural y deportiva -crearon una ciudad del deporte admirada en todo el país-, de acción social y educativa, de foros de las políticas públicas y de la solidaridad. Rivas era un lugar para vivir y para disfrutar. Pero en esto llegó la ideología de mercadillo y de la mano de la dirección federal de IU que ya encarnaban Cayo Lara y Garzón -ahora peleados-, arremetieron contra la izquierda que lo era y lo parecía y con la ayuda del comando interno de la IU ripense, ganaron dentro lo que perdieron fuera. José Masa se vio obligado a dimitir en mayo de 2014. A la alcaldía y a un fragmentado y precario gobierno municipal llegó el populismo súbito que, puestos a tener que gestionar, poco o nada más hicieron que instalarse en la larga sombra del haber que les legaron sus defenestrados camaradas. Así son las cosas. Los que se comen el mundo con palabras huecas, cuando tienen que administrar un presupuesto no pasan de vulgares contables.

Languidece la nueva gestión

Faltaría a la verdad si dibujara una ciudad a la deriva. Es la institución local la que languidece, pero han sido dos décadas de buen gobierno y excelente gestión como para que una ciudad ambiciosa y transformada cambie el rostro de la noche a la mañana. Sin embargo, las buenas obras si no se riegan tienden a agonizar. La iniciativa municipal en Rivas lleva dos años fuera de foco. Su ayuntamiento es una caricatura de lo que fueron sus antecesores. Tiene un regidor, concejales, presupuesto y funcionarios. La actividad sigue, la rutina también. Los servicios, a su ritmo, funcionan. Pero  aquella ciudad capaz de cultivar su orgullo, dispuesta a liderar y modernizar la gestión, santo y seña del municipalismo en todo el país, escuela de la solidaridad y territorio de calidad de vida, es ya historia. Da pena decirlo, pero aún más comprobarlo.

Y quiero llamar la atención sobre la estrecha relación entre la mediocridad de la gestión y el sectarismo de lo que viene en llamarse la nueva política. Prefirieron enterrar la bandera de la izquierda real y moderna al frente del prestigioso ayuntamiento de Rivas, sin importarles pagar un altísimo precio por ello. Era el ayuntamiento de IU por antonomasia. Era el paradigma de las cosas bien hechas. Era el ejemplo vivo de una izquierda valiente y reformadora, capaz de gobernar con un alto grado de eficiencia y apoyo democrático. Ahora los artífices de aquella ciudad, como tantos y tantas militantes de IUCM, están fuera de la organización, porque así lo han querido los profetas de la revolución. En su lugar vegetan tristes ediles sin alma, cuyo mérito fue, a los ojos de Alberto Garzón, “haber liquidado a lo que él llamaría la izquierda domesticada”.

Cuando voy a Rivas, que lo hago con frecuencia, me pasa lo mismo que contaba Victor Hugo en “Los Miserables”: Es en las noches de diciembre, cuando el termómetro está a cero, cuando más pensamos en el sol. Pues eso me pasa con Rivas. La visito y viajo tan solo unos años atrás, y no puedo por menos que aborrecer a los actuales gestores.

¿Qué fue de Rivas?