viernes. 29.03.2024

Las confesiones de Solbes

Discrepó de su presidente Zapatero en cómo afrontar la crisis y por eso se marchó. Dice que no se fue antes por responsabilidad. Él se lo perdió...

Discrepó de su presidente Zapatero en cómo afrontar la crisis y por eso se marchó. Dice que no se fue antes por responsabilidad. Él se lo perdió, porque de haberse quedado hubiera celebrado el severo paquete de recortes y ataque al Estado de bienestar que Zapatero y la troika activaron en mayo de 2010. Con la drástica disminución del gasto social, la eliminación de derechos, la reducción de salarios en las administraciones públicas, la congelación de las pensiones o la reforma laboral para abaratar y facilitar el despido, Solbes hubiera mostrado su total acuerdo y satisfacción.

Las cosas claras. Sus incondicionales aclamaron con frecuencia a Solbes por su rigor técnico y disciplina presupuestaria. No faltaban quienes elevaban al ex ministro a la categoría de “un profesional ajeno a la política”. Y ya se sabe lo bien que se valora en determinados círculos la militancia técnica y no partidaria. No deja de ser un ejercicio de cinismo. Para no gustarle la política ha vivido de ella demasiado tiempo, ya sea en España o en Bruselas. Y cuando la dejó, se volvió a servir de ella para entrar en el Consejo de Administración del grupo energético italiano ENEL que, por cierto, se hizo con la española Endesa, siendo él mismo el encargado de gestionar como ministro dicha autorización.

Zapatero no previó la crisis y luego la enfrentó de la peor manera posible. Pero Solbes no puede venir ahora dándonos lecciones de coherencia económica y dignidad personal. En realidad, su coherencia habría que ubicarla en el ortodoxo pensamiento liberal que todo lo fía al comportamiento del mercado, y que cuando la crisis amenaza las finanzas públicas lo mejor es meterle un tajo al Estado social, a los salarios públicos y privados y a las pensiones. Nunca pensó y mucho menos actuó con medidas dirigidas a implantar la equidad fiscal, el mayor control de las Sicav, los grandes patrimonios, el fraude fiscal, la evasión de impuestos y una simple reforma tributaria para que las rentas más altas contribuyeran al erario público con el mismo rigor que aplicaba a pensionistas y asalariados. Siempre fue muy respetuoso con el mundo de la empresa y las finanzas.

Solbes no tiene legitimidad moral para afear la conducta de Zapatero, porque lo que él proponía era exactamente lo mismo que ha puesto en marcha el gobierno de Mariano Rajoy. Es decir, la gran discrepancia de Solbes con Zapatero fue no haber ejecutado antes el ambicioso paquetes de recortes y ataques al bienestar de la inmensa mayoría de la sociedad que ha activado la derecha y las instituciones financieras internacionales. Zapatero lo inició en 2010; Solbes lo hubiese hecho en 2008. Lo más lamentable de todo esto es que el ideario liberal que tan bien representa Solbes goza de estimables apoyos en figuras históricas del socialismo español –González, Solana, Amunia, Solchaga, Sebastián-. ¿Se podrá girar a la izquierda con tanta curva a la derecha?

Las confesiones de Solbes