jueves. 28.03.2024

Malos, tontos y otras gentes del montón

Al PP se le ha ido la cosa de las manos. Y no es para menos.

Al PP se le ha ido la cosa de las manos. Y no es para menos

Dice Ruz que el PP tenía una doble contabilidad. La “contabilidad B”, más negra que los colgantes de un grillo, fue la utilizada para financiar las obras de la sede del PP. Los del PP, en cambio, dicen que ellos sólo tienen una contabilidad, que es la que tiene el Tribunal de Cuentas y que de la “B” el que tiene que dar explicaciones, es Bárcenas. ¡Y vaya si las ha dado! Ese es el problema del PP, que Bárcenas ha cantado cual tenor en un grupo en el que los coros que protagonizan Cospedal, Rajoy y otros directivos del montón, desafinan cual cantos de gaviota a la raspa de una merluza. Y es que no es sencillo superar eso de la “simulación en diferido de lo que hubiera sido un sueldo” a un tío que repartía sobres de dinero negro a trisca.

Lo intentó el Secretario General del PP de Castilla La Mancha cuando dijo que firmó un recibí de 200.000€ porque Bárcenas le daba mucho “miedito” pero que él no cogió sobres ni nada. Le faltó decir que la campaña electoral la hicieron con billetes del Monopoly y chapas de cerveza para que aquello se adornara de la mejor estupidez surrealista.

El género de la estupidez, sin duda, tiene subgrupos muy marcados y definidos. El subgrupo de la mezquindad y ruindad lo encabeza Rafael Hernando que gusta de pisotear los sentimientos de las familias cuyos muertos asesinados por su ídolo, el caudillo, siguen aún en las cunetas de las carreteras. Dice que esas familias sólo buscan a sus muertos si hay subvenciones. Este tipo –llamarle persona me parece un insulto a las personas- hace del lenguaje verbal una continua deyección de miserias personales que tiene a bien compartir con el resto de la sociedad.

Fabra, la “buena persona” de Rajoy, condenado a cuatro años de cárcel por ser “bueno”. Los otrora lameculos del caciquil hacedor de aeropuertos sin aviones o el lotero de los décimos de oro, esconden sus cabezas cual avestruces, sabedores que un mal olor a sobaco es mucho mejor que un bofetón de realidad que deja un sonrojo que duele. “Que se joda”. Que no lo digo yo, que lo dice su hija.

Y hoy, para desayunar, leo que en un pueblo agrícola de Ciudad Real, Pinto, gobernado por el PP, han hecho una ordenanza en la que a los niños se les exigirá que pidan por escrito al Ayuntamiento poder andar en bicicleta, jugar al monopatín o a la pelota. A los conductores, que limpien la suciedad que dejen las rodaduras de los coches y a los agricultores, les prohíben recoger almendras, aceitunas o frutos de los frutales. Y no, no es una noticia de “El Mundo Today”. He visto ordenanzas buenas, malas, fascistas, ilógicas. Pero nunca había visto nada más estúpido. Temí por un momento que exigieran sondas a los pájaros y condones a los ciervos para que no procreen si no han pasado por el altar.

Menos mal que no les dio por legislar sobre la fauna del pueblo porque veía a las pobres vacas con pañales para que no hicieran “pipí” y “popó” en el campo y a las cabras con turbante para que no rozaran los árboles.

Y mientras el país se desangra de pobreza, hambre y desesperación, aquí tenemos al insigne club del estupidiario dándonos –más- vergüenza ajena.

Malos, tontos y otras gentes del montón