viernes. 29.03.2024

Carta abierta al retrete depositario de la sensibilidad del Gobierno Rajoy

No veo el momento de poder tirar de una cadena que condene a tanta sinrazón al sitio más lejano de los olvidos...

Te escribo a ti, retrete de la sensibilidad del PP, depositario de toda empatía y sentido común, de la humanidad y del rubor, del escalofrío y de toda sensación que a los humanos nos convierten en cosas distintas que a los animales. Y lo hago porque sé que las ilustrísimas posaderas de quien defeca en nuestros derechos y en nuestra vergüenza ajena volverán una y otra vez a seguir haciéndolo. Se ha convertido en su necesidad diaria.

De hecho, te has convertido en el objetivo de ministros y secretarios de estado, ávidos de enmierdarnos más y más. Como si no hubiera un mañana. Con rosarios en la mano y dándose golpes de pecho con el “Yo Confieso” –mentiras, eso sí- como si de una liturgia se tratara.

La penúltima –porque me temo que no sea ni la última ni la peor- ha sido la tragedia de Ceuta. Inmigrantes desesperados por llegar a España que, desesperados, se lanzan a las gélidas aguas. Y por toda ayuda para que se acaben de morir, son recibidos con pelotas de goma y gases lacrimógenos. O arrastrados cual fardos de paja a aguas marroquíes violando cualquier atisbo de respeto a sus derechos humanos y las leyes vigentes. Y es que para este gobierno, los Derechos Humanos sólo son para los que se los puedan pagar. Ellos le llaman liberalismo. Sálvese quien pueda. Yo, le llamo dictadura.

Si el hecho ya de por sí es asqueroso, las declaraciones del Director de la Guardia Civil, del Ministro de Interior y de toda su camarilla es para sentir vergüenza ajena de esa su raza humana –más cerca de la animal por la falta de sentimientos-. Les faltó decir que los inmigrantes acudían a las pelotas de goma y a los gases para morir. O, como el Presidente de Melilla que en vez de guardias civiles, les íbamos a poner un comité de bienvenida de azafatas. Porque lo bueno de los rancios machistas es que no tienen sonrojo en reconocer esa su deficiencia social.

¿Y qué decir de la Ley Gallardón? Esa ley que nos convierte a las mujeres en “menores de edad” en cuanto a derechos –que no de obligaciones- y que necesitan que se nos tutelen para que esta piara de reprimidos fanáticos religiosos sigan teniendo control sobre lo único que siempre, siempre, les hará sombra: las mujeres. Bueno, no todas. Y es que hay mujeres en el PP con un complejo de felpudo que es ser para ser estudiado por la ciencia –si es que los recortes de Rajoy no asolan con todos los espacios de investigación en este país-. Mujeres que aplauden el que una mujer necesite hacerse pasar por loca para poder abortar. Ejercer de sometidas al poder masculino, sin posibilidad de ser nada más que lo que la “voz de su amo” diga es lo que tiene, que a un silbido, prietas las filas dando la patita y haciendo cucamonas al amo. Es su forma de disciplina de voto.

Ya no entramos en aquellos que han comparado a las mujeres que abortan con terroristas, o aquellas que lo han venido a asemejar con un genocidio. Supongo que la historia las pondrá en el lugar que les corresponde, en lo más alto de la antología del estupidiario político y social.

Los sueldos han subido, la reforma laboral ha conseguido crear empleo y la reforma energética ha bajado la factura de la luz y, para todo esto, hemos tenido que encomendarnos a la Virgen de Fátima, a la Virgen de los Remedios y hasta a la Virgen de los Imposibles –abuela de la Virgen de lo Difícil-.

Lo dicho, estimado retrete- allá en tu seno, en lo más hondo de ese pozo séptico se halla depositada la sensibilidad de este gobierno que pudiera ser un cómic de una paradoja pero que no es otra cosa que la peor de nuestras desgracias.

No veo el momento de poder tirar de una cadena que condene a tanta sinrazón al sitio más lejano de los olvidos, al lugar donde estas injusticias desaparecen y no sirven más que para que los lodos de las vergüenzas sólo sirvan para aprender a qué no hacer en el futuro.

Carta abierta al retrete depositario de la sensibilidad del Gobierno Rajoy