jueves. 28.03.2024

Réquiem de la argentinidad

La cara irracional de la razón

Somos una sociedad de cunas y tumbas que no alcanzan a ponerse de acuerdo. Como se pueden entender los disturbios en el velatorio de una de las personas más influyentes de la historia del mundo contemporáneo si no es por el atravesamiento mismo de una sumatoria de contradicciones humanas. Una contradicción que él mismo supo ostentar como nadie antes lo había hecho.

Cae la noche en una ceremonia íntima con familiares y amigos en el Cementerio Parque de Bella Vista, un paraje donde descansan también sus padres, Don Diego y Doña Tota, los progenitores de un hombre que traspasó las fronteras y que se situó en un anaquel tan alto que se dificulta por momentos alcanzarlo. El adiós al diez comenzó a desenterrar en cada individuo sus propias sombras, ya no hay camisetas ni clubes, solo existe una generación que se fue con él.

La trágica historia de los ídolos en este país deja abierta una puerta que parece no cerrarse con facilidad. “El Zorzal criollo” Carlos Gardel, “El Potro” Rodrigo Bueno, Ernesto “Che” Guevara, Gilda, Carlos Monzón, “El Negro” Alberto Olmedo, Gustavo Cerati, Walter Olmos, Oscar “Ringo” Bonavena, son solo algunos de los grandes referentes que dejaron de ser pero que siguen siendo. Algo despiertan muy dentro nuestro, hay profundidades que terminan aflorando indefectiblemente como si el recorrido interior fuera solo una crepitar de ojos.

Los homenajes en todos los campos de juego del mundo giraron en torno a los cánticos y a la utilización de miles de bengalas. Un pasillo de antorchas encendidas en la noche de Nápoles, un mural entre las ruinas de Siria, estadios que se convirtieron en templos hasta en los lugares más recónditos del planeta. ¿Cómo poder entender este fenómeno llamado Maradona?

Su figura y su personalidad tienen mucho que ver en esto, y el periodismo no se mantiene al margen, se lo recordará como un ídolo de oro con los pies de barro, un eterno defensor de las causas perdidas. La empatía hacia los que menos tienen lo situó en las páginas importantes de la historia, fue el dueño de ambas caras de la moneda, no había hipocresía, siempre se supo en qué parte del tablero estaba. Perseguido por los poderosos supo reunir las fuerzas necesarias para enfrentarlos sin temor a represalias, venganzas que al final de cuentas terminaron llegando como un tren y a toda velocidad. Las glorias y las penurias, las luces y las sombras, amores y odios, una mezcla de sentimientos constantes y encontrados han sido su motor. Esa resiliencia puso en evidencia que era humano, humanamente divino, el sueño hecho realidad de vidas anónimas y oscuras que veían en Diego el saber que a pesar de todo si se puede. Un sabedor innato del cielo y de los infiernos que pudo cautivar a todos, aun a aquellos extraños que nada sabían de fútbol, pero sí de carencias, un mundo hostil comenzaba a asomar detrás de los primeros rayos de sol. Como todo iceberg solo presenta un pequeño porcentaje de su real aspecto, hay una gran cara que se encuentra vedada, ese porcentaje es el gran misterio que envuelve a la figura del diez argentino. Ese mismo periodismo que lo llevó a lo más alto se encargó minuciosamente de desbarrancarlo, pero Diego supo leer con inteligencia esa estrategia de los medios.

Y creo que desde allí se puede comenzar a desovillar la madeja que lo cubría, la popularidad fue la llave que lo mantuvo en pie a pesar de las tormentas. La Biblia nos dice en San Mateo 25:37-40 que cuando extiendes tu mano para ayudar a tu prójimo con alimento, ropa, hospitalidad, es como si se lo estuvieras haciendo a Jesús mismo. Maradona se encargó de preocuparse por el otro, de saber de sus necesidades, de intentar suplirlas.

El Gobierno explicó que el anuncio del horario final del funeral de Diego Maradona y la reacción de la gente que aún no había podido ingresar, fueron las razones que generaron los disturbios en la Casa Rosada por parte de los hinchas que habían ido a despedirlo. “Diego es el pueblo, esto va más allá que un político, que un Papa, Maradona es de todos, Maradona es pueblo, es barrio, nos identificamos todos, nuestra niñez, nuestra adolescencia”, fueron algunas de las palabras que se escucharon ante los medios. “¡Gracias Diego!”, fue el grito más repetido por las personas que pasaban por delante del ataúd, cerrado y cubierto por la bandera argentina y las camisetas de la selección y la de Boca Juniors.

Es muy cierto, Diego fue todos nosotros, fue ese espejo donde aprendimos a mirarnos como en realidad somos, con nuestros aciertos y nuestras debilidades, el velatorio y su desmadre, no debería sorprendernos como sociedad. Hemos forjado nuestra idiosincrasia en base a mostrar por sobre el nivel del mar lo que queremos que se sepa y a mantener oculto en lo profundo aquellos secretos que no queremos que emerjan.

El fallecimiento de Diego Armando Maradona demarcó el terreno de juego, esas reglas que creímos escritas en piedra no son más que marcas de agua sobre la arena, es el réquiem de la argentinidad, es la cara irracional de la razón, es simplemente Diego, sos vos y soy yo. 

Réquiem de la argentinidad