sábado. 20.04.2024

Chernóbil Resort Apart Hotel

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Hay otra historia vestida de incógnito en las redacciones y en la profesión, hay un gran maquillaje empotrado en la tinta y en las fotografías de los reporteros, de los corresponsales y de los periodistas. Basora fue solo el comienzo.

Hay responsabilidades diversas en aquellos periodistas que llevan adelante operaciones de encubrimiento, de servilismo ante el poder de turno, son efectos mariposa condicionados que elaboran una imagen retórica y perfecta de un suceso que nada tiene de veracidad. Estas dualidades son abordadas por John Pilger, un reportero australiano, director de cine, guionista, un escritor procedente de Sídney que vive en Londres, que nos trae en el documental La guerra que no se ve, los distintos recovecos donde se esconden esos monstruos inventados para justificación de la violencia gubernamental, para las guerras impuestas, para la persecución de minorías. Autor de los libros Voces distintasAgendas ocultas y Un país secreto, entre una decena más de obras escritas lo han convertido en merecedor de casi una veintena de premios internacionales, donde sobresalen el premio Periodista del año ingles en dos ocasiones y el Gandhi International Peace Award, premio de la Paz a los Medios de la Asociación de la ONU. Ha trabajado como corresponsal de guerra en los conflictos de Vietnam, Camboya, Egipto, India, Bangladesh y Biafra. Y dirigido uno de los documentales más vistos según la BBC: Palestina sigue siendo el problema.

En los 58 documentales que ha escrito, producido y dirigido, denuncia los excesos de las democracias occidentales en el tercer mundo, al igual que la complicidad con el poder de los medios de comunicación, John Pilger trata a esos medios hegemónicos de co-responsables de las guerras en la tierra. Cursó los estudios de periodismo en la Australian Consolidated Press y en los años sesenta emigró a Europa como reportero freelance para la Agencia Reuters, siendo corresponsal de guerra en muchos de los conflictos internacionales. Acérrimo deconstructor de los gobiernos totalitaristas, donde sitúa a los norteamericanos como la imagen misma del capitalismo voraz, no escatima en remarcar su falta de empatía para con los pueblos más vulnerables. Afirma en cada intervención que “la verdadera democracia no se encuentra en las políticas imperialistas de los Estados Unidos, sino que se encuentra en los países más pobres de América, cuyos movimientos y avances sociales son, sin embargo, ninguneados y tergiversados por los medios de comunicación”. ¿Por qué los periodistas se hacen eco de las mentiras de los gobiernos?, se pregunta el reportero australiano, cada rodaje y cada libro busca acercarse a la respuesta a esta pregunta. “Ya no hay crímenes de guerra, por acción o por omisión son nuestros crímenes”, agrega sin ningún tipo de tapujos. Ahonda sobre conceptos que no pueden pasar desapercibidos, la manipulación de las masas, la propaganda política, el adoctrinamiento de la opinión pública, la oblación de voluntades, la creación de enemigos sociales que ponen en jaque a toda democracia sobre el globo, una auténtica creación de ficción. No importa donde te encuentres, el mismo viento del Tío Sam golpea todas las ventanas de la tierra, te quiero a ti para el ejército de los Estados Unidos, un zurrón en los oídos de los de abajo, i want you to the army. Cuando se comienzan a utilizar símbolos que ya no tienen el significado original, y que por lo tanto adquieren una vida propia, los hechos ya no importan. Tal es el caso de las Torres Gemelas, el pentágono y la estatua de Sadam Husein cayendo sobre el pavimento de la ciudad de Basora, una estatua que llevada atada a un auto, se desarmó lentamente al igual que la figura del presidente iraquí. Hay una nueva construcción de los cementerios y de sus lápidas improvisadas, ya no estaba inscripto sobre ese pedrusco aquí yace tal individuo, los epitafios sobre esa larga hilera de piedras reflejaban ahora un anciano en chándal con una llave en la mano. Mediante este documental se hace un paralelismo constante de las misivas del poder, la pugna entre El periodismo empotrado vs. El Periodismo independiente, ventajas y desventajas de saber a quién servir, los pros y los contras de un andamiaje dantesco y maquiavélico de comunicación.

Ciudades devastadas por la negligencia del poder, el deber de los medios en la transmisión de la mentira y en la omisión de la verdad

Tan bizarro y tan creíble, los espejitos de colores de Colín Powell ante la ONU aseverando la presencia de armas nucleares que nunca existieron, la depuración ideológica mediante el Plan Cóndor y la Escuela de las Américas por parte de Henry Kissinger. The Guardian, The New York Time, la CNN, Fox News, News Corporations, The Observer, grandes cadenas comunicativas que llevaron una avalancha de desinformación sobre la comunidad internacional.

David y Goliat, los gauchos de la Patagonia contra los piratas de los siete mares. Una lucha sin cuartel, el frío y la desesperación de miles y miles de niños abrazados a sus rifles, ya no había juguetes, solo muerte.

Grandes pájaros de metal intentando traspasar el cielo de los Estados Unidos, hombres y mujeres que se quemaban por dentro, saltando al vacío como quien brinca un pequeño muro. Uno a uno se fueron incrustando en las calles del bajo Manhattan.

Ciudades devastadas por la negligencia del poder, el deber de los medios en la transmisión de la mentira y en la omisión de la verdad. Los vínculos ocultos en Hiroshima y en Nagasaki, ciudades paraíso para un occidente que cerraba los ojos a las matanzas y al terror de las bombas indiscriminadas. El ataque a Pearl Harbor y la incursión de EE UU. como parte de los aliados en la segunda Guerra Mundial, Good Morning Vietnam, el Centro de Detención de Guantánamo, son infinitas las demostraciones de realidades paralelas, la política de Hollywood en las estrategias militares, la invención de hoteles de mil estrellas en ciudades desoladas, los beneficios de la radiación, un Chernóbil Resort Apart Hotel en el medio de la nada, con una espectacular vista de los bosques rojos de Pripyat.

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