martes. 23.04.2024

Negocia, que algo queda

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España mantiene ciertas constantes curiosas que se relacionan con una cierta forma de entender la cosa de la política. Como individuos, nos encanta el ir “por fuera” de la norma, pues todos sabemos que las normas y las leyes son “para los otros”; para los que no saben. En ese espacio vale saltarse las colas; buscarse la vida para ser vacunados antes de tiempo, los enchufes y esos dejes tan carpetovetónicos que no conseguimos erradicar. Junto a esa tendencia un pelo ácrata, el español sueña con el omnímodo poder que otorga una buena gorra de plato para ordenar, sin una sola posibilidad de duda, la vida de los demás. Si a él le dejaran, se iban a acabar las tonterías.

Fruto de esta tendencia, la política sólo es buena política cuando el partido en el poder ejerce TODO el poder. ¿Negociar? ¿Pactar? Mariconadas propias de blanditos y pusilánimes: de lo que se trata es de partirle la espalda al resto y que aquí se haga lo que “nosotros” digamos. Y claro, eso hay que dejarlo grabado en piedra en cualquier momento, especialmente en los periodos electorales en los que la pregunta de los medios, la sempiterna cantinela de “con quién - en realidad con quien no va  a pactar aunque se abra la tierra - va a pactar si no consigue la mayoría absoluta” se convierte en el mantra de todos los candidatos.

A ver si nos aclaramos y maduramos un poco: negociar y pactar, en política es bueno; muy bueno y además, necesario y obligado si hablamos de parlamentos con varios partidos bien asentados y con un alto número de representantes electos. Si varios de estos partidos se ponen de acuerdo, es de cajón que el contenido del acuerdo será muy bueno para un alto porcentaje de la población por ellos representado.

Conseguir lo menos malo para todos en lugar de lo mejor sólo para unos, es algo estupendo para la sociedad en su conjunto y, como es lógico, eso supondrá renuncias parciales; cesiones dolorosas y todos, absolutamente todos, tendrán la sensación de haber entregado más de lo que se ha recibido, pero eso es normal en este tipo de procesos y muy saludable para que los ciudadanos vivamos en terrenos adecuados para todo tipo de tendencias.

Por favor asumamos que los gritos y los modos que nos dejó la historia en forma de “vivan las cadenas”, no se corresponden con democracias modernas y civilizadas.

Anda,por favor, negocia y que algo nos quede a todos.

Negocia, que algo queda