jueves. 25.04.2024

La del estribo

Llega el tiempo de descanso por el que todos suspirábamos y me parece un buen momento para “parar y mirar”. Creo que la sociedad española necesita un ejercicio de descompresión que le permita volver a respirar con normalidad. Llevamos encima mucha carga emocional y nos hemos dejado contagiar por la tensión que emana del Congreso de los Diputados.

Pedro Sánchez está capitaneando una travesía plagada de arrecifes y pasos complicados

Priorizando según el grado de responsabilidad en el ejercicio del poder, creo que Pedro Sánchez está obligado a poner orden en su gobierno y, muy posiblemente,la única acción adecuada se basa en el cambio: no puede seguir consintiendo esas manifestaciones absurdas, descoordinadas y descontroladas. Las últimas semanas han sido desastrosas y no podemos seguir en este absurdo sin que el director de orquesta mande parar y empezar “da capo” para asegurar la coherencia hasta el fin de la legislatura. Seguir así es entregarse a una ceremonia absurda que no tiene sentido.

Pedro Sánchez está capitaneando una travesía plagada de arrecifes y pasos complicados: la pandemia es un torpedo a la línea de flotación de todos los países y parece llevar espoletas retardadas que no sabemos muy bien cómo y cuándo van a actuar; la deriva de Cataluña empieza a convertirse en una historia interminable cuyo final se vislumbra en un formato parecido a lo que ya hemos visto, actuación delictiva incluida; la imprescindible coordinación de todos los modelos productivos y de comportamiento social conforme a las exigencias de la lucha contra el cambio climático y la contaminación del medio ambiente exige de una coordinación interministerial perfecta, en primer lugar, y de la participación de todos los partidos, sin excepción en segundo lugar.

Eso por no hablar de los shows de “prima donna” del ministro de Seguridad Social o de los desvaríos surgidos en el sector de Podemos incrustado en el gobierno.El despelote de los chuletones es, sencillamente, infumable.

Por delante nos esperan dificultades, cambios enormes ante los que podemos esperar, de forma pasiva y asumir lo que nos llegue sin controlarlo previamente, o podemos trabajar todos juntos para que las próximas décadas dibujen un país que diseña y controla su destino buscando el mejor futuro para todos.

Para evitar críticas de equidistancia, no tengo ninguna duda de que la carga de la responsabilidad de conseguir este empeño recae en el gobierno y en su cabeza, Pedro Sánchez: a él le toca sacar a bailar a la oposición, que ya sabemos que de guapa no tiene nada.

A descansar, a disfrutar de los pequeños placeres en los que nunca nos detenemos

Creo que este verano no nos aportará esa calma que tanta falta nos hace para abandonar los estrados y los gritos y ocupar las mesas de trabajo en las que desmenuzar planes, acordar estrategias y medidas, abandonar las descalificaciones previas y asumir objetivos comunes que permanezcan estables a lo largo de años y legislaturas. No sé cómo se las va a ingeniar Pedro Sánchez para conseguirlo, pero no tengo ninguna duda de que estamos condenados a conseguirlo.

De fracasar en ese empeño no será sólo su fracaso: será el fracaso de todos, así de simple.

A descansar, a disfrutar de los pequeños placeres en los que nunca nos detenemos y, siempre que mi querido editor lo considere conveniente, hasta septiembre. Por mi parte, me entrego a la calma y al silencio, que falta me hace.

La del estribo