miércoles. 24.04.2024

Acción y reacción

Ahora que tan de moda está eso de que “las ideologías han muerto”; que no hay diferencias entre los unos y los otros; ahora que algunos partidos se adueñan de los grandes conceptos sin otro mérito que el de enarbolar engaños y tergirversaciones, me gustaría poner negro sobre blanco algunas diferencias sustantivas entre la acción y la reacción.

España se incorporó al último cuarto del Siglo XX  lastrada por décadas de sopor; una sociedad regulada por una legisación antigua que mantenía al ciudadano aherrojado en normas propias del Siglo XIX. La reacción había retrotraído a la mujer a un papel completamente secundario y se tardaron años en eliminar las trabas que pesaban sobre ellas. La Constitución del 78, aprobada contra el criterio de Alianza Popular, hoy PP, vino a solucionar esas carencias y ponernos al día a todos.

El cambio social se produjo, de forma lenta, constante y sostenida, con la enorme oposición de una política reaccionaria encarnada, entonces, en un solo partido con representación parlamentaria: la Alianza Popular de Manuel Fraga luego transmutada en el Partido Popular. Jaleando su numantina resistencia, estaban Fuerza Nueva, los espadones militares que acabaron en la asonada del 23 F demostrando, a partes iguales, su falta de inteligencia y la condición de ejército chusquero que todos sabíamos propia del ejército franquista.

Aprobada la Constitución del 78, llegaron las leyes que la sociedad en su conjunto esperaba y que hacían legal lo que eran situaciones normales en todos los países de nuestro entorno. Como en el Siglo XIX, otra vez la reacción más ultramontana, aliada con la Iglesia, tronó desde escaños y púlpitos contra la primera ley de divorcio; por supuesto contra la obligatoriedad de abortar que traía la ley del aborto en la versión Rouco Varela y así hemos seguido hasta la aprobación de la ley de eutanasia tras pasar por la de igualdad, matrimonio homosexual y todos cuantos avances sociales se han planteado en el Congreso.

Cuando el PP habla de “libertad”, solo habla de su libertad de hacer negocio y no pagar impuestos, pues nunca, repito nunca, ha tenido en cuenta la necesaria libertad de cada cual para pensar y obrar de forma individual sin obligar a los demás.

Para el PP, libertad es obedecer los mandatos de  la facción más reaccionaria de la Iglesia Católica; su libertad se basa en obligar a la mujer a permanecer en una posición secundaria respecto al hombre - el modelo que la Iglesia enseña y mantiene en su propio funcionamiento - y su libertad consiste en asumir como “inexcusable” el terrible sufrimiento derivado de enfermedades horribles o situaciones que condenan al ser humano a la indignidad.

Ahora, que pervirtiendo un antiguo slogan del propio PSOE el PP habla de Socialismo o LIbertad, sería conveniente que cada cual revisara, en su entorno más próximo, quienes y de qué manera se han beneficiado de esos avances sociales que tanta destrucción y tanta desgracia debían aportar a nuestras vidas. Si del PP hubiera dependido, ninguna de estas leyes hubieran visto la luz y sus secuaces mantendrían a los pacientes terminales sumidos en el dolor y en la agonía que predica la Iglesia como obligación de los cristianos. Por si alguien se ha olvidado, le recuerdo la sangrienta persecución realizada contra el Dr. Montes cuya consecuencia fue la paralización de los cuidados paliativos en muchos hospitales.

Lo que el PP llama libertad sólo es obligación e imposición para los que no piensan como ellos; la libertad del PP es condenar a la mujer a un papel secundario respecto al hombre; la libertad del PP consiste en negar la realidad afectiva y personal de aquellos cuya sexualidad no se ajusta a su probada intransigencia. Esa, y no otra, es la falseada libertad de la que el PP se adueña a costa de la desmemoria colectiva y de la mansedumbre de los medios.

Mirar  en vuestro entorno y pensar lo que sería de muchos de vuestros seres queridos sin la ayuda de esas leyes que tanto costó poner en marcha gracias a la intransigencia del PP, del franquismo sociológico y de la Iglesia: son ellos los que dedican sus esfuerzos a acabar con la libertad individual. Ojalá nadie se engañe respecto de su verdadera naturaleza.

Acción y reacción