viernes. 19.04.2024

“Lentamente los muertos avanzan hacia el futuro”

Como en los versos de Seamus Heaney “lentamente los muertos avanzan hacia el futuro.” A falta de un grand récit progresista, la derecha avasalla como el comisario Scalambri de la novela “Todo modo” de Leonardo Sciascia que presumía de ser capaz de doblegar al Papa y al mismo Dios metiéndoles en una sórdida comisaría y mandándoles quitarse los cordones de los zapatos y el cinturón de los pantalones. Cualquiera, por muy poderoso que sea, -concluía el comisario- se desmorona cuando se le trata como a un ladronzuelo de gallinas. El darwinismo social practicado por la derecha nos hace a todos ladronzuelos de gallinas y convierte a las víctimas en responsables de las injusticias y las desigualdades que sufren.

Vivimos una situación que recuerda a los años treinta del pasado siglo cuando, como afirma Herbet Marcuse, el lobby financiero-industrial decide a través de los distintos fascismos locales acceder directamente a los gobiernos y que le hacía decir a Hitler: “Detrás de la economía también debe haber poder, dado que solamente el poder garantiza la economía.” Los métodos son distintos pero la finalidad es la misma. Entonces era el miedo a la izquierda y hoy es su ausencia lo que  facilita el avance de la derecha más recalcitrante.

Como dice el profesor Ignacio Muro, ese avance tiene una doble consecuencia: impedir que tomen oxígeno las fuerzas progresistas y empujar a la derecha moderada hacia posiciones intransigentes, convencidas de que pueden asestar un golpe definitivo a la izquierda debilitada y al mundo del trabajo, y, por ello, no colaboraran en los consensos tradicionales que identifican como una capitulación.

En realidad las posiciones de la derecha y la consagración del pensamiento único suponen un fascismo tout court ya que representa un determinado principio formal de deformación del antagonismo social. En palabras de Slavoj Zizek el populismo de derecha, dice hablar en nombre del pueblo cuando en realidad promueve los intereses del poder.

Los ciudadanos sienten, por decirlo en palabra de Leibniz, que “todo conspira.”  El socialismo sufre una crisis de posición y de función en la sociedad semeja al hombre invisible de Raplh Ellison, que era invisible porque la gente no quería verlo. El acercamiento tecnocrático del socialismo a la economía liberal ha supuesto en realidad un acercamiento a la derecha, para lo que no sólo se consideró imprescindible desembarazarse del marxismo sino de la visión crítica y regeneradora de la Institución Libre de Enseñanza y de lo mejor del krausismo. Sin modelo ideológico y sin liderazgo social la ciudadanía no reconoce su voz en el socialismo de hoy y se ve obligada a salir a la calle donde le aguarda el filofranquista orden público de la derecha.

El partido socialista necesita reencontrarse con los valores cívicos de progreso que se sustancian en la política y conforman la ideología y así poder reencontrarse con los ciudadanos. Para ello, es imprescindible desandar los caminos que lo han desfigurado. Como afirma Ortega y Gasset, cuando se reconoce un error se descubre una nueva verdad.

“Lentamente los muertos avanzan hacia el futuro”