jueves. 28.03.2024

¡Dí algo de izquierda!

Berlusconi

Ese ha sido el más oneroso fracaso del progresismo, la incapacidad de construir una hegemonía cultural de acuerdo a su imaginario ideológico

En la película Aprile, el personaje interpretado por Nanni Moretti está mirando en el televisor un debate electoral de mediados de los noventa entre Silvio Berlusconi y Massimo D'Alema. Este último, por entonces un líder de la izquierda italiana, queda enmudecido mientras Il Cavaliere lanza una de sus eternas peroratas contra los jueces politizados. Moretti, o, mejor, su personaje, enfurecido y frustrado por la situación, grita, casi suplica, al D'Alema encapsulado en la pantalla: "¡D'Alema, reacciona, di algo de izquierda!"

Ese ha sido el más oneroso fracaso del progresismo, la incapacidad de construir una hegemonía cultural de acuerdo a su imaginario ideológico. Una situación paradójica donde la izquierda no solamente estima mediante la praxis que sus modelos conceptuales ya no son apropiados para liderar el cambio social, sino ni siquiera para interpretar la realidad. Un programa político progresista debe empezar desde arriba, con una crítica panorámica general, y de ahí bajar a las políticas específicas. Eso fue lo que funcionó en los años 40. El control de la economía y la gestión de la demanda partieron de ahí. Sin embargo, hoy la ambigüedad de las propuestas políticas de una izquierda con inmunodeficiencia ideológica que considera que la realidad irreversible es la que representan el capital financiero, los grandes oligopolios privados y las minorías extractivas, produce frustración y desafecto en la sociología de izquierdas y consolida la estrategia de la derecha. No hay que olvidar que si en el caso de la ética, una práctica inmoral no llega a refutar nunca la validez de los principios fundamentales; los principios de la política, en cambio, pierden credibilidad si no son capaces de mostrar coherencia con la práctica. El discurso que afirma que no hay alternativa, como recuerda Hans Magnus Enzensberger, es la prohibición de pensar, no es un argumento, es un anuncio de capitulación.

Ello tiene como corolario una dramática conclusión: la izquierda ha perdido la batalla de las ideas, lo cual supone haber malogrado su principal valor político e intelectual. El progresismo ha renunciado a convertir el ideal socialista en la base exclusiva de la historia, con lo que irremediablemente ha asumido muchos de los supuestos de la derecha. Desconociendo esa verdad que nos anuncia la película de Vincent Ward, “Más allá de los sueños”, cuando un personaje afirma: "El pensamiento es la realidad. Lo físico es la ficción", en este tiempo resignado y amargo donde la pobreza material se difunde junto a la pobreza de las ideas para beneficio de mercaderes y usureros, el complejo pragmático de la izquierda a favor de una realidad sin razón ha dejado sin una narrativa de defensa a los segmentos más vulnerables de la ciudadanía. Abolido en el seno de la izquierda, el pensamiento crítico, la figura del intelectual en los estratos dirigentes, la transformación social, las fuerzas de progreso carecen de instrumentos filosóficos y políticos para acometer la que debería ser su principal función: el cambio de la sociedad. "Hubo un corto periodo de tiempo en que los grandes poderes estuvieron a la defensiva", dice David Hillman, director de  Stamp out Poverty  y uno de los organizadores de las protestas en la City de Londres. "Las fuerzas progresistas no pudieron aprovecharlo. No ha cambiado nada sustancial y vamos como sonámbulos hacia otra crisis".

La izquierda se ha refugiado en lo que Gianni Vattimo llama pensamiento débil, un pensamiento sin metafísica que es una continua renuncia a trastocar el “orden objetivo de las cosas” impuesto por el pensamiento unilateral conservador. Empero, como en la oda de Horacio, a la izquierda, si el mundo se está desplomando, no le puede alcanzar por más tiempo impávida las ruinas. Para ello, ya no es suficiente suplir las ideas por un pragmatismo transigente, porque, como nos advertía Ortega, sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos.

¡Dí algo de izquierda!