viernes. 29.03.2024

Crimen, capitalismo y publicidad

nike-dont-do-it

El asesinato del afroamericano George Floyd a manos de la policía de Minneapolis generó una ola de indignación entre gran parte de la sociedad norteamericana. Una convulsión que cuestiona el sistema y los epifenómenos antidemocráticos que genera, pero que, sin embargo, el capitalismo neutraliza integrándola. A la reprobación por la manera de actuar de los agentes se han sumado multinacionales como Nike, quien ha llamado a combatir el racismo, origen de la ola de protestas, ha cambiado su tradicional lema Just do it -Solo hazlo- por For once, don't do it -Por una vez, no lo hagas-. ´lo que pocos saben es que su eslogan actual, uno de los más famosos de la publicidad moderna, el “Just do it” de Nike, está inspirada en las últimas palabras de un asesino antes de ser ejecutado Se trata de Gary Gilmore, quien se hizo mundialmente famoso por el empeño a ser ejecutado renunciando a cualquier tipo de apelación a su sentencia, lo cual en el fondo era un alegato contra la pena capital.  A Gilmore se le brindó la oportunidad de dar unas últimas palabras antes de ser ejecutado por el pelotón de fusilamiento. Sólo respondió: “Let’s do it” (“Hagámoslo”). El capitalismo no teme dar alas a lo que le cuestiona… si atrae a millones de seguidores, millones de clientes. La disidencia es otro nicho de mercado. Marcuse advertía que “si la comunicación de masas reúne armoniosamente y a menudo inadvertidamente el arte, la política, la religión y la filosofía con los anuncios comerciales, al hacerlo conducen estos aspectos de la cultura a su común denominador: la forma de mercancía.

Integrar la disidencia es crear la ficción de que el sistema se pone del lado contestatario. Ello supone la necesidad de mantener libertades engañosas tales como la libre competencia a precios políticos, una prensa libre que se autocensura, una elección libre entre marcas y gadgets. Bajo el gobierno de una totalidad represiva, la libertad se puede convertir en un poderoso instrumento de dominación. La amplitud de la selección abierta a un individuo no es factor decisivo para determinar el grado de libertad humana, pero sí lo es lo que se puede escoger y lo que es escogido por el individuo. El criterio para la selección no puede nunca ser absoluto, pero tampoco es del todo relativo. La libre elección de amos no suprime ni a los amos ni a los esclavos. En la novela de Italo Calvino “La nube de smog”, el protagonista encuentra trabajo en una remota ciudad como redactor de la revista ‘La Purificación’, dirigida por el ingeniero Cordá, y dedicada a la denuncia de la contaminación atmosférica así como a la investigación de posibles soluciones que mejoren la calidad del aire. La urbe a la que llega el periodista presenta un panorama desolador:  “Aquellas fachadas de casas ennegrecidas, aquellos vidrios opacos, aquellos antepechos de ventana  donde no era posible apoyarse.” Con el transcurrir de los días, descubre que la revista para la que trabaja, ‘La Purificación’  no vende un solo ejemplar. Escribe para nada. Sin lector alguno. El absurdo. Decide investigar para atenuar su estupor, tan tenaz como el smog, y comprueba que el ingeniero Cordá, en apariencia un hombre comprometido, activista en sus planteamientos ecológicos, en realidad resulta ser propietario e inversor de varias de las empresas más contaminantes, las mismas que causan ese hollín desquiciante e insalubre, mortífero. El ingeniero Cordá no es más que un cínico depravado, un desvergonzado hombre de negocios que invierte parte de sus copiosos beneficios en un lavado de cara de su actividad egoísta y alevosa. En realidad, la cohabitación de hechos contradictorios no son un factor de pluralidad, sino al contrario un elemento de absorción autoritaria.

No es la primera vez que las empresas son acusadas de aprovechar un movimiento social para hacer publicidad de su marca. Es el caso de la táctica que han usado algunas marcas con la crisis climática. El pasado mes de diciembre se celebró en Madrid la Cumbre del Clima. Y se subieron al carro empresas que, en realidad, son negocios contaminantes como Iberdrola o Endesa. Esta última apareció en las portadas periódicos el primer día de la COP25. "Endesa presenta soluciones a la CO25", "Endesa presenta, en la COP25 de Madrid, sus soluciones para una sociedad libre de emisiones" o "Endesa lidera el cambio hacia una sociedad libre de emisiones" fueron algunos de los titulares. Sin embargo, según un informe del Observatorio para la Sostenibilidad publicado en abril de 2019, Endesa se encuentra entre las tres empresas más contaminantes de sectores de la energía, del petróleo y del cemento de 2018. En esta lista de diez compañías, también se encuentra Iberdrola en octavo lugar.      

Si la nación sólo es el beneficio de esas empresas y su cínica contradanza de mercantilización de los referentes antisistema y que ello es lo que vertebra al país, un Estado auténticamente nacional es considerado un artefacto costoso e inútil, improductivo, parasitario que crece como un quiste purulento. El único Estado sostenible es el que preserva el poder económico y financiero, un Estado mínimo que mantiene el orden plutocrático en el vértice obsceno de la desigualdad. Seremos trabajadores, consumidores, desempleados o excluidos pero no ciudadanos, porque como afirma Philip Pettit, la ciudadanía como fuente de poder, exige la igualdad civil de todos sus miembros. Pero la nación-empresa exige que el Estado se limite a ser gendarme y barrendero, que tenga limpias y ordenadas las calles y a los mendigos y rateros controlados y todo lo que no sea eso entiende que supone un jeu d’esprit que malversa los beneficios de la usura y el mercadeo. ¿Cuál va a ser la deriva de la reconstrucción pospandemia en un tiempo, como el que vivimos de menosprecio, utilizando una expresión que compartirán Malraux y Semprún?

Curzio Malaparte en su relato “Sodoma y Gomorra” nos presenta a un Voltaire que tras las desilusiones que había recibido por los desengaños que le había dado la filosofía y la moral europea de la cual él se consideraba el único culpable, se había convertido, gracias a sus amistades en América, en representante general para Francia de los automóviles Ford. Malos tiempos para la lírica.

Crimen, capitalismo y publicidad