viernes. 19.04.2024

La puerta de la integración social

El número de ricos ha aumentado un 40% y casi 13 millones de españoles están en riesgo de pobreza.

El número de ricos ha aumentado en España un 40% durante la crisis, al tiempo que, en el mismo periodo, casi 13 millones de españoles están en riesgo de pobreza o exclusión social

La corrupción nos ha invadido de tal modo que de las 35 empresas que componen el Ibex, el índice bursátil español, nada menos que 32  tienen raíces con entramados empresariales en ‘paraísos fiscales’. Y no pensemos que es por efectos de la globalización: es el resultado del enraizado egoísmo de pagar lo menos posible  a Hacienda para lo que, en cada caso, se han utilizado mecanismos de evasión que las normas tributarias les han ido autorizando. Es una evasión inducida, producto de muchos ‘pactos’ que hacen los ‘lobbies’ en provecho de quienes los han contratado.

La corrupción en España es de tan diferentes grados que la ciudadanía queda atónita cuando surgen los escándalos. Y el problema no es lo que conocemos sino lo que sigue oculto por los intereses creados. Estamos bloqueados por muchos factores económicos no resueltos, problemas sociales agravados, un medioambiente que no respetamos, una incultura y un panorama laboral lacerante, además de estar reduciendo espacios de participación y agrandando la brecha de los derechos humanos.

Es un panorama muy negro, un descontrol desmesurado. Por eso hacen falta consensos entre políticos y ciudadanos, aquiescencias que sellen los agujeros negros que se han detectado y que, por desgracia, alcanza a todos los sectores. Más pronto que tarde precisamos acuerdos para integrar la sociedad, una provechosa aspiración a la que solo se podrá llegar cerrando la puerta de las abultadas desigualdades que hoy se registran: durante la crisis, el número de ricos ha aumentado en España un 40%, al tiempo que, en el mismo periodo, casi 13 millones de españoles están en riesgo de pobreza o exclusión social. Urge pues la integración en la sociedad, la cual contempla una ecuación en la que los diferentes sumandos dan el resultado final de una sociedad más estructurada y con menos privilegios.

Hoy vivimos en un mundo en el que se exige que los elementos económicos y sociales mediten mucho, y muy en serio, a la búsqueda de un pensamiento integrador que no tropiece con una economía en desorden, tanto en sus formas de valoración, de fijación de precios, de organización del mercado y de los muy  diferentes circuitos financieros ante los que faltan normas claras, reformas de gran calado, excluir los tráficos ilícitos y, sin miedo, eliminar el dinero físico que hoy se ha convertido en un circuito diabólicamente retroalimentado por todos los mercados negros. Así se lo están planteando Alemania y  los países del Norte de Europa. No deberíamos quedar los países del Sur, dando cobijo a quien nos está robando por no imponer como obligación pagar todo con tarjetas de plástico.

No hemos estudiado economía para ver este espectáculo, creo que tiene más sentido, aplicando lo vivido, transformar y mejorar a las empresas para que su esfuerzo se vea recompensado de forma sana, combinando factores, con costes apropiados sin que la reducción de salarios tenga que cargar con todo el peso para lograr el equilibrio, porque ya hemos tocado suelo: tenemos el coste salarial más bajo de toda la UE y, a pesar de eso, estamos peor que empezamos porque equivocamos el camino, porque seguimos pagando a las tramas corruptas, a los que concursan sobornando, a los que impiden que la justicia sea efectiva, negándole los medios que precisa para controlar el sistema.

Hay que auditar cada hecho, acuerdo, concesión, plan aprobado, pedir y rendir cuentas para que de una vez por todas, tengamos un conocimiento amplio de los procesos, los motivos que los impulsaron y los entornos por donde han pasado las influencias.

Hemos vivido en la mentira, en la opacidad y negando cualquier información que abriera un campo de investigación al desgobierno orquestado. El buen futuro se halla en investigar lo ocurrido, para no repetirlo, y caminar por las alamedas de la transparencia, la solidaridad y del progreso. Liberándonos de las consignas del neoliberalismo trasnochado. Un caminar con programas contrastados entre todos, sin excluir a nadie, porque la ilusión de progreso en esta carrera abierta es de todos los ciudadanos cuya participación efectiva es el mejor antídoto para que la voracidad del sistema no nos convierta en esclavos.

La puerta de la integración social